Cuando publicaron, como adelanto, el prólogo que un profesor norteamericano escribió para tu libro “Infiltrados”, comenté en twitter: “Ojala el libro de Héctor no sea tan superficial como este prólogo...”
Ya leí el libro. Lastimosamente es igual
o peor. Tu prometes un libro sobre la historia de la Policía Nacional Civil,
una investigación periodística de años que culminó en un año de trabajo para
convertirla en libro, con el apoyo de la American University de Washington. El
resultado: una decepción.
Todos sabemos que la PNC, como cualquier
policía del mundo, tiene problemas, deficiencias, incluso algunos miembros
relacionados con la delincuencia. Pero la imagen que tú pintas es falsa. La
afirmación que existe, desde sus inicios en los 90, un “pacto entre
el crimen organizado salvadoreño y la PNC” es falsa.
Tu frase que “esa historia de la PNC no
es una sucesión de heroicidades, grandezas y optimismos; es más bien una
crónica de infamias, corrupciones e impunidades”, es una ofensa. Además, no
tiene sustento.
Tú tesis central: el “pecado original” de
la PNC es que se incluyeron a efectivos y oficiales provenientes de la Fuerza
Armada y de la antigua Policía Nacional. Pero esto, estimado colega, fue el
resultado de la guerra y de los acuerdos de paz. Siempre, el que gana una
guerra, toma control de la policía. En El Salvador, nadie ganó la guerra, se
hizo una paz sin perdedores y sin vencedores, y esto se reflejó en la nueva
policía: entraron ex-guerrilleros y ex-miembros de la Fuerza Armada. Juntos. Y
juntos no solo quiere decir que entraron al mismo tiempo, sino que tenían el
mandato de trabajar juntos. Y es lo mejor que podría pasar a la nueva policía.
La gran mayoría de los policías
provenientes de la guerrilla no trabajó para que la izquierda tome control de
la PNC, sino para tener una policía profesional. Y la gran mayoría de los
policías provenientes de la Fuerza Armada, igual. Un hombre a quien más estás atacando
(yo digo: injustamente difamando) en tu libro, el comisionado Douglas García
Funes, es el mejor ejemplo de esto: docenas de policías ex-guerrilleros te
pueden dar testimonio cómo “Carabinero”, como le dicen, se ganó su respeto.
Como aprendieron a trabajar juntos y combinar sus virtudes.
En todo tu libro no hay ninguna prueba
que involucra a “Carabinero” en delitos, mucho menos en conexiones con el
crimen organizado. Lo que tú hiciste, Héctor, en el caso particular del
comisionado Douglas García Funes, se llama difamación. En Estados Unidos, donde
tú vives, se tiene un termino mucho más claro: “character assassination”.
Cito
textualmente una de tus frases sobre “Carabinero”: No fue hasta que
dejó de ser jefe de la Región Occidental —donde opera el Cartel de Texis— que
las autoridades retomaron las investigaciones contra el Burro Herrera, que
culminaron con su captura el 23 de julio de 2013. Una fuente cercana a la
cúpula de la Fiscalía confirmó que hay oficiales de la PNC vinculados con al
Cartel de Texis.”
Hablando de “fuentes”: Tu libro cae en el
mismo error, que siempre he señalado a varios colegas y medios: te dejaste
manipular por fuentes interesadas. Casi todas tus fuentes anónimas son
elementos de inteligencia vinculados al grupo del FMLN que entre 2009 y 2012
controlaba Seguridad y PNC. El general Munguía Payés desarticuló este nudo de
conspiradores y desinformadores en los organismos de inteligencia, que usaban
su cargo para persecuciones políticas - y por esto lo detestan. Por tu propia predisposición ideológica contra los
militares y su rol en Seguridad, les compraste a estas fuentes la
desinformación que te filtran para joder a los ex-militares en la policía y a
los generales al mando.
Te salió un mezcla de verdades, medias
verdades y mentiras – y como resultado una imagen falsa. Como todos sabemos que
algunas de las acusaciones, por ejemplo contra Herbert Saca y el ex-director
Menesses, son ciertas, parecen confiables todas las demás acusaciones, aunque
no tienen sustento.
No tengo aquí espacio suficiente para
analizar todo el libro y sus falacias. Lo haré en otro artículo. Hoy solo te
quiero decir que lograste despistar la atención de los verdaderos problemas en
la PNC de hoy: el surgimiento de comandos de exterminio de pandilleros relacionados
con la PNC.
Hay problemas en la PNC, hay casos de
abusos y de corrupción, y seguramente hay algunos infiltrados. Pero no hay un
pacto entre PNC y el crimen organizado, como tú afirmas.
Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/EDH)