Me piden ser propositivo y positivo- como si criticar y proponer fueran dos cosas excluyentes. Como si criticar fuera negativo. Como si quien critica lo hace porque no tiene nada que proponer. Y quien propone constructivamente no tuviera nada que criticar. Falso.
Vaya, a petición de mis detractores en
las redes sociales (que son miles), aquí van mis propuestas constructivas a los
que van a asumir el gobierno en tres semanas.
Propongo que el nuevo presidente emita un
decreto ejecutivo regulando la publicidad gubernamental, diciendo que:
- las entidades del gobierno, incluyendo Casa Presidencial, solo pueden pautar anuncios en los medios de comunicación que contengan información oportuna y necesaria para la ciudadanía;
- queda tajantemente prohibido usar fondos públicos para anuncios que emitan y promuevan opiniones de los gobernantes;
- el mismo principio aplica a cadenas nacionales. Casa Presidencial ya no va a convocar cadenas nacionales para transmitir las opiniones del presidente, mucho menos sus críticas a adversarios y empresarios;
- para convencer a los ciudadanos de las políticas públicas de este gobierno, los funcionarios tienen plena libertad de hacer uso de su libertad de expresión, pero no de los fondos públicos. Pueden participar en debates públicos, entrevistas, foros de discusión, escribir editoriales, pero no pueden usar fondos públicos para promover su imagen ni para propagar sus ideas.
Propongo que el nuevo mandatario presente
a la Asamblea una ley que regule, en este sentido, la labor comunicativa de
todos los poderes del estado, incluyendo los gobiernos municipales. Pero que
mientras tanto, y como ejemplo, el nuevo gobierno se auto-regule mediante un
decreto ejecutivo.
Propongo que los ahorros en publicidad,
que estimo superan los 50 millones al año, sean enteramente transferidos a
Educación, para reforzar el presupuesto de las escuelas en las zonas más
conflictivas y violentas del país.
Si el gobierno actúa así, ya no necesita
mantener en Casa Presidencial ni en los ministerios y autónomas, las infladas y
costosas secretarías de comunicación. Las puede reducir a oficinas de prensa,
que de manera eficiente y transparente garantizan el acceso de los medios (y
del público) a la información pública, pero dejan de planificar y ejecutar
estrategias de publicidad y propaganda, y de promoción la imagen a sus
respectivos titulares.
Se propone (en esta misma línea de
reformas necesarias) reducir a su tarea original la Subsecretaría
de
Transparencia en Casa Presidencial, despojándola de todas las tareas de
propaganda gubernamental y hasta de desinformación. De esta manera, la mayor
parte del presupuesto de esta subsecretaría puede usarse para reforzar la labor
del Instituto de Acceso a la Información Pública, que es una entidad autónoma y
controladora del gobierno.
Propongo que este nuevo gobierno proceda
con la conversión de los medios estatales (Canal 10, Radio Nacional) en medios
públicos autónomos. Serían gobernados ya no por el ejecutivo de turno, sino por
un consejo plural compuesto por representantes de universidades, gremiales
empresariales, sindicatos, iglesias, partidos políticos y los poderes del
Estado.
El mismo grado de autonomía hay que
darles también a las instituciones culturales, en vez de seguir discutiendo si
se dirigen desde Casa Presidencial o desde un nuevo Ministerio de Cultura. No
es importante como se llama la entidad gubernamental que controla las instituciones
culturales, sino el grado de autonomía profesional, académica o artística que
estas adquieran.
Vaya, ya ven que propositivo y crítico,
en el fondo, es lo mismo. Imposible proponer algo sin partir de un análisis
crítico de la realidad.
Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/EDH)