Habían invitado al embajador Adam
Blackwell, de la Organización de Estados Americanos; al analista norteamericano
Steven Dudley, de ‘Insight Crime’; y a mi, en mi calidad de miembro del Comité
Técnico de Coordinación del Proceso de Reducción de la Violencia en El
Salvador, para conocer y discutir el caso de El Salvador, donde una extraña
tregua entre pandillas abrió la oportunidad histórica para construir un proceso
de paz.
Bueno, esto es lo que yo les conté... La
primera pregunta que tuve que enfrentar fue: Aquí en Oslo estamos discutiendo
guerras internas, insurrecciones, conflictos bélicos de origen religioso,
étnico o ideológico... ¿que tiene que ver con esto un problema de seguridad
pública como sus pandillas criminales?
La mejor respuesta la dio una reconocida
experta en justicia internacional: “Si en un país de 6 millones se mueren 4 mil
personas cada año por homicidio, este país tiene un conflicto violento. Y si
por intervención de mediadores, los principales generadores de esta violencia
letal deciden desarmar esta escalada de violencia-represión-más violencia y
logran durante 15 meses reducir la cantidad de asesinatos a la mitad, este país
tiene un proceso de paz en pleno desarrollo. Bienvenidos a Oslo.”
Enfrentamos en Oslo las mismas dudas que
existen en la sociedad salvadoreña. Pero también el mismo entusiasmo que se
provoca cuando las personas se despojan de sus prejuicios y resentimientos y
comienzan a ver el potencial de este proceso.
Me encontré a un padre jesuita que acaba
de tener que huir de su país en plena guerra civil. La primera noche me declaró
loco - con los mismos argumentos que en El Salvador me encuentro todos los días:
“¿Cómo se atreven a dialogar con criminales, que no tienen ni siquiera una
razón religiosa o política para matar?” Le dije: “¿Y tú prefieres que te maten
acompañado de sermón sectario?” Se armó en ira y se fue...
Luego de nuestro Foro sobre la tregua de
pandillas, retomamos la plática, y el padre me dijo: “Quisiera cambiar a los
fanáticos religiosos e ideológicos, que todo el mundo reconoce como fuerza
beligerante y hace cola para negociar con ellos, con tus pandilleros
salvadoreños que matan sin causa y comienzan a entenderlo.”
Este mismo padre me contó que en Semana
Santa del año 1980 visitó Roma. Quería alertar al papa de una masacre de 30 mil
civiles cometida en su país. Nadie lo recibió. Nadie le hizo caso. Pero se
encontró con tres mujeres salvadoreñas que andaban igual de desesperadas:
querían pedir al papa que hablara en la misa de Semana Santa de monseñor
Romero. E igual, Roma no les hizo caso. Terminaron orando juntos, en un
monasterio de Roma, por la paz en sus dos países. El padre terminó su cuento
diciéndome: “Hoy parece que tenemos un papa que sí hace caso a los que luchamos
por la paz. Mando un abrazo a los salvadoreños, y un mensaje: Los que más
sufrimos en este mundo de guerras, los que más sabemos apreciar al valor de la
paz, estamos con ustedes. Vayan adelante, con paciencia, incluso con los
escépticos. Si yo vine aquí escéptico, casi cínico, y ustedes terminaron
dándome esperanza que en mi país no se ve.”
Mensaje transmitido. Gracias, padre.
Paolo Lüers
(Más!/EDH)
Video sobre el Oslo Forum (en general, no sobre el recién realizado en junio 2013):
Temática del Oslo Forum 2013:
http://www.hdcentre.org/en/resources/news/detail/article/1371032491-the-oslo-forum-2013-annual-meeting-of-armed-conflict-mediators/