Tengo el honor (y el enorme reto) de
haber sido invitado a dar a conocer y exponer al examen crítico el proceso de
reducción de violencia que el año pasado comenzó en El Salvador con la tregua
entre las pandillas. El Salvador y su intento de alcanzar la paz social está en
el centro de los debates y análisis de especialistas en mediación y resolución
de conflictos de más de 100 países del mundo, junto con 4 otros países: Siria,
Birmania, Mali, Somalia.
La idea central del Oslo Forum es el
intercambio de experiencias entre procesos de paz en todo el mundo, este año
bajo el título: “Conceptos innovadores de mediación de conflictos”.
Voy para Oslo, principalmente para
aprender. Lo que aquí estamos haciendo para reinsertar a la vida productiva y
al imperio de la ley a miles de pandilleros y a desmontar una escalada de
exclusión, represión, violencia y criminalidad que ha bloqueado el desarrollo
de nuestro país, necesitamos confrontarlo con la experiencia en otros países,
otras culturas, otros conflictos.
Pero también hay que reconocer que luego
de la manera exitosa y ejemplar que los salvadoreños negociamos el fin a
nuestra larga guerra civil, y luego de que ahora logramos una reducción
sostenible de homicidios como no la conocen en ningún país, el mundo nos está
comenzando a ver como expertos en solución de conflictos. Ya no nos ven
simplemente como uno de los países más violentos, sino como un país que por
segunda vez en 25 años da lecciones al mundo en materia de paz. Esto debería
llenarnos de orgullo, no sólo a todos los participantes directos en este
proceso de una tregua que se convierte en construcción de una paz sostenible,
sino al país entero.
A este encuentro mundial de mediadores de
la paz, este país hubiera tenido que mandar a monseñor Fabio Colindres y Raul
Mijango. Este no fue posible. Voy a hacer lo posible a trasladar a este Forum
internacional nuestras experiencias, nuestras dudas, nuestras contradicciones y
nuestros humildes logros, y también el debate controversial que este proceso ha
provocado en nuestra sociedad. Pero sobre voy a tratar de entender y trasladar
las experiencias en otros países del mundo donde sociedades están construyendo
caminos a la solución de complejos y largos conflictos violentos.
Si el tiempo me lo permite, voy a usar
las otras dos cartas de esta semana de transmitirles algunas de la lecciones
aprendidos en Oslo.
Les saluda desde Oslo, Paolo Lüers
(Más!/EDH)