Durante la campaña electoral antes de las
elecciones presidenciales de octubre 2012, su gobierno y su partido hicieron
hasta lo imposible para presentar a Hugo Chávez como el hombre que venció el
cáncer y tendría toda la capacidad de seguir conduciendo al país. Ahora, a
exactamente un mes de la fecha de su juramentación, Chávez tiene que confesar
que el cáncer no está vencido, que se tiene que someter de urgencia a otra
operación en Cuba, y que no hay manera de saber si el 10 de enero estará en
condiciones de juramentarse y asumir su nuevo mandato de seis años. Y de un
sólo Chávez ordena su casa antes de someterse a la operación: entroniza como su
sucesor a Nicolás Maduro, su canciller y recién nombrado vicepresidente ejecutivo,
el hombre de la izquierda civil y pro-cubana dentro del gobernante Partido
Socialista Unificado de Venezuela.
En caso que Hugo Chávez no pueda asumir
su cargo el 10 de enero, o en caso que luego de asumirla no pueda ejercer la
presidencia, la Constitución tiene previsto quién asumiría la presidencia
temporal mientras se cumpla el mandato de realizar nuevas elecciones
presidenciales. Todo esto es complicado, pero claro – y hasta ahora fuera de
discusión. Dependiendo de las circunstancias de la “falta absoluta”, puede ser
que asuma la presidencia interina el presidente de la Asamblea, Diosdado
Cabello, el representante del ala militar en el partido, o el vicepresidente
Maduro, el civil.
Pero esto no es importante, porque es
temporal. Lo que decidió Hugo Chávez con su discurso en cadena nacional,
flanqueado precisamente por ambos: Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, de una
vez por todas es la sucesión real en el poder: “Quiero que elijan presidente a
Nicolás Maduro.” Punto.
Todo esto no significa que Chávez ya se
va a morir. Ni siquiera que su estado de salud se va a empeorar muy rápido.
Significa que el líder de la revolución bolivariana y socialista en Venezuela
ha decidido que quiere hacer la transición y el traspaso del mando EN VIDA. Con
toda razón Chávez teme que, si no lo hace en vida para estar detrás y a la par
del sucesor ungido, este no podría aglutinar el apoyo de todos los diferentes
grupos que componen el chavismo: los fieles a los cubanos, la izquierda no
castrista, los militares, los nuevos empresarios y funcionarios del capitalismo
de Estado, los sindicalistas... Ningún potencial sucesor, y tampoco Nicolás
Maduro, podría evitar la descomposición del chavismo, si no es con el líder
máximo vivo y respaldándolo.
La oposición dice con todo derecho: Si el
partido de gobierno se deja, el comandante Chávez puede imponerles a su
candidato. Pero nada más. Este candidato se tendrá que medir con el candidato
de la oposición, que por el momento se llama Enríquez Capriles Radonski y que sacó un 44% del voto frente a los
56% de Chávez. Pero Capriles tiene primero que ganar su reelección como
gobernador del estado de Miranda. Y la oposición tiene que mostrar primero, el
16 de diciembre en las elecciones de gobernadores, que logra nuevamente
convocar a las urnas a los ciudadanos democráticos luego de la frustrada
elección presidencial que en octubre perdió contra un Hugo Chávez enfermo.
El contrincante de Capriles en Miranda es
Elías Jaua, hasta hace dos meses el poderoso vice-presidente ejecutivo que guió
el gobierno a lo largo de la enfermedad y las frecuentes ausencias del
presidente Chávez. La primera cosa que Chávez hizo luego de ganar las
elecciones fue nombrar vicepresidente a Maduro y mandar a Jaua a competir
contra Capriles por la gobernación de Miranda. Muchos lo vieron como un
desmontaje de Jaua y el anticipo de la entronización de Maduro como sucesor
oficial de Chávez. Porque Elías Jaua, antes de que Chávez lo mandara para
perder contra Capriles, fue el más fuerte competidor de Nicolás Maduro por la
el liderazgo de la izquierda civil dentro del Chavismo y por la bendición de
los hermanos Castro.
Si Capriles le gana a Elías Jaua, que es
lo más probable, así como hace 3 años le ganó al entonces gobernador de Miranda
y hombre fuerte detrás de Chávez, Diosdado Cabello, se perfila un interesante
duelo: Capriles versus Maduro. Si a Chávez le queda suficiente vida y salud
para acuerpar y chinear a su heredero, tal vez existirá chavismo sin Chávez. Si
no, se fraccionará y morirá con él.
(El Diario de Hoy)