Mi querido país El Salvador:
Cuando alguien lee estas líneas, este servidor de cartas y tragos ya estará del otro lado del charco, en la ciudad de Bonn, que durante 41 años jugó el papel de capital de Alemania y luego, cuando el gobierno se volvió a mudar a la Berlin unificada y sin muro, volvió a la tranquilidad de una ciudad provinciana.
Cuando alguien lee estas líneas, este servidor de cartas y tragos ya estará del otro lado del charco, en la ciudad de Bonn, que durante 41 años jugó el papel de capital de Alemania y luego, cuando el gobierno se volvió a mudar a la Berlin unificada y sin muro, volvió a la tranquilidad de una ciudad provinciana.
Es la primea vez que visito a mi país
natal como extranjero, viajando con el pasaporte azul salvadoreño. Resulta que
en el momento que adquirí la nacionalidad del país donde tengo ya 31 años de
estar trabajando, donde hice familia y donde sembré árboles, automáticamente
renuncié a la nacionalidad alemana. Sin saberlo, porque no tuve idea que
todavía en tiempos de la globalización los alemanas tienen una legislación tan
anticuada que no permite la doble nacionalidad, por lo menos no fuera de la
Unión Europea. Parece que uno puede hacerse griego o irlandés sin perder el
derecho de ser alemán. Pero definitivamente no salvadoreño. Me consta, porque
me quitaron el pasaporte...
Así que ando viajando en Alemania como
extranjero. Rara experiencia. Por suerte no soy morenito, así que nadie se va a
dar cuenta, y ningún skinhead nazi me va a insultar, ni ningún policía me va a
parar en la calle pidiéndome papeles. Espero.
En las próximas tres semanas voy a mandar
cartas de Alemania, sobre temas o personajes que me llamen la atención. Porque
no tengo ninguna intención de amargarme mis vacaciones tratando de seguir la
pista a los pleitos salvadoreños. Me tomo tres semanas de vacaciones del
desmadre en el centro de San Salvador y en la Asamblea Legislativa, del pleito
sobre la fiscalía y del otro sobre la compra-venta de diputados.
Sólo háganme un favor, queridos
compatriotas: no enreden más las cosas. No vaya ser que regreso y existe una
nueva fracción legislativa o un nuevo candidato presidencial. Me fui con la
esperanza que tal vez, cuando regrese, tengamos un fiscal general independiente
y una nueva Corte de Cuentas con magistrados honestos; que ya esté lista la
Diego de Holguín y que don Gerson no haya hecho realidad su amenaza de ponerle
nombre de “Boulevard” a una autopista, y mucho menos una ridiculez como
Boulevard de Transparencia o Boulevard Salarrué...
Por favor, tampoco aprovechen mi corta
ausencia para zamparnos nuevos impuestos o una ley de partidos que regule hasta
el color de las corbatas de los secretarios generales, o que defina cuotas para
vegetarianos, indígenas (perdón: pueblos originarios) o nudistas en las
siguientes planillas para diputados.
Saludos desde el lindo río Rin, Paolo
Lüers
(Más!/EDH)