En lo que unos están discutiendo
(más bien negociando) en oficinas bien amuebladas con aire acondicionado y
finas viandas, a quien van a escoger como nuevo fiscal general de la república.
Otros, como personajes de una novela de Gabriel García Márquez están en casas
del tamaño de esas mismas oficinas soportando el sopor, calor, miedo y en
muchos casos teniendo que vivir todo tipo de peripecias para poder obtener el
sustento diario de sus familias esperando que la fiscalía general de la
república cumpla con sus roles.
Recientemente se han publicado en
los medios de comunicación casos emblemáticos de la violencia que vive nuestra
sociedad, el asesinato de bebes a manos de sus respectivos padres, de por sí la
noticia es sumamente impactante pero me causa otro tipo de impacto el leer las
declaraciones del director del ISNA que dice que conocía de los casos pero que lastimosamente
la institución no tuvo la capacidad de atender. Además, la Fiscalía tenía
conocimiento del caso ya que el ISNA informa a la FGR este tipo de situaciones
y ésta tiene acceso inmediato al caso pero de igual manera la Fiscalía no hizo
nada.
A raíz de esto me surge la interrogante,
si la Fiscalía tuviera a cualquiera de los cinco aspirantes (casi uno por
partido político) a fiscal general de la república al frente de la misma ¿Hubiera
actuado de manera distinta? Creo no equivocarme al decir que independientemente
de la persona a cargo de la FGR, la respuesta sería: tuvimos conocimiento del
caso pero lamentablemente no tuvimos la capacidad de atenderlo.
Con estos marcados contrastes de
nuestra realidad, nuestros diputados siguen enfrascados en una negociación
sobre a quien poner de fiscal, por supuesto poner a la persona que de
beneficios al partido o partidos que lo apoyen. Encima les gusta cantinflear
frente a los medios de comunicación para hacernos creer que están trabajando
por el bien de todos, que están discutiendo los criterios de honorabilidad,
capacidad y no se cuantas otras cosas más, cuando todos sabemos que están
negociando lo qué ganan o lo qué
pierden con un candidato o con otro.
Que diferente fuera si en lugar
de esas estériles discusiones, estuvieran pensando cómo redistribuir
de una mejor forma los pocos fondos del Estado, esto no sólo implica
incrementar los ingresos del gobierno, sino también y muy necesario reducir
sustancialmente los gastos de las dependencias del gobierno, empezando en casa,
por la Asamblea Legislativa.
Ojalá que nuestros diputados
imitarán a Cantinflas con coherencia, qué pasaría si nuestro cómico mexicano
fuera nuestro diputado. Ante la aprobación sin protesta del presupuesto 2013 de
la Asamblea Legislativa hubiese sido el único que con indignación hubiera
iniciado su discurso: diputados que están frente de mi y yo frente de ustedes,
tengo ganas de hacer justicia y darle al pueblo lo que el pueblo necesita, no
apruebo este presupuesto que a parte de no haber sido discutido en lo más
mínimo se ha incrementado en un millón y medio de dólares, dinero con que
fácilmente se le podría dar mayor capacidad al ISNA para que éste brinde
protección a familias que muestren una vulnerabilidad altísima de sufrir
ataques de sus parejas, como los de los casos recién acaecidos.
Además con la humildad que lo
caracteriza promovería que él como distinguido funcionario público debe de
andar en un carro nuevo, pero no necesita que sea un todo terreno, blindado y
con todas las extras habidas y por haber, que un sedan es más que suficiente,
para que todo ese dinero pueda ser invertido en obras sociales porque yo al
revés de otro les voy a dar pan, pero mucho pan, no bolillo como siempre les
han dado. Aunque ahora ni a bolillo llegamos.