Le pido que mida sus palabras y su temperamento. En sus discursos en el reciente aniversario de la Academia Nacional de Seguridad Pública y del 15 de septiembre, usted intervino en el debate que, gracias a Dios, la tregua de las pandillas ha provocado en la opinión pública sobre las causas y las posibles soluciones del problema de la violencia en nuestro país.
Pero en vez de saludar, como jefe de Estado, que al fin se ha abierto este debate indispensable, usted aprovechó su investidura para tratar de aplastarlo antes de que se desarrolle al punto que todos nos veamos obligados a enfrentarlo y aportar a que produzca acuerdos y soluciones.
Usted en su discurso en Comalapa dijo sobre la tregua: “Yo no voy a justificar a ningún político, ni partido que, por más que esté en campaña electoral, desconozca este proceso que vivimos o lo que es peor, trabaje para abortarlo e impedir que se siga profundizando. Yo no puedo justificar a ningún dirigente político, a ningún partido y mucho menos a ningún candidato que diga que esta es una farsa. Pero menos lo justifico de parte de quienes se supone que son comentaristas o analistas de la realidad...” Y el 15 de septiembre habló en el mismo tono.
Todos los actores y observadores responsables de este proceso delicado de la tregua estamos de acuerdo que, para que este proceso abierto por la tregua pueda llevarnos a la paz social y la exitosa reinserción de los pandilleros a la sociedad, no hay que convertirlo en tema electoral ni populista.
¿No se da cuenta, presidente, que de esta manera usted está haciendo precisamente lo que había que evitar: exponer el delicado tema de la tregua y su posible conversión en un proceso exitoso de paz al fuego de las emociones electorales? Hasta ahora los partidos y sus candidatos han sido bastante prudentes y no han tratado de explotar el tema de la tregua – ni apelando a los resentimientos y dudas que tienen sectores amplios de la población, ni tampoco apelando a la esperanza que en otros sectores se ha despertado. Así tiene que ser, y el presidente debería hacer todo lo posible para que este proceso no se queme al calor del enfrentamiento electoral.
Tampoco es responsable que usted, como presidente, trata de “vender” los resultados positivos de la tregua (las vidas que ha salvador en seis meses) como “logros” de su gestión, cuando hasta ahora el gobierno como conjunto no ha presentado políticas públicas nuevas destinadas que pueden hacer sostenible la tregua.
No existe ninguna razón para apagar el debate sobre la tregua con expresiones de intolerancia como las que usted ha lanzado a los que expresan crítica y dudas. Claro que hay críticas y dudas – y tienen que expresarse y discutirse. Este debate no es sobre usted, presidente, ni sobre su gobierno, sino sobre algo mucho más importante: la oportunidad de resolver el problema de la violencia y delincuencia relacionadas con las pandillas.
Quien se enoja, pierde. Sólo que en este caso, perderíamos todos.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)