jueves, 5 de julio de 2012

En el banco pensando en la Corte.

La angustia de diputados que no cumplen las sentencias de la corte me invade. Pienso en mis amigos en otros países que han visto caer sus instituciones y ahora luchan para volver a tener el imperfecto sistema donde estaban. De repente el sonido de un parlante interrumpe mis pensamientos “618 en la ventanilla número 5”. Miré el número que tengo en mi mano N-15. La verdadera función de los bancos estos días es entretenerlo a uno, tratando de descifrar cuanto tiempo te falta para pasar. Muchos me dicen olvídate de los bancos, guarda todo debajo del colchón, pero la verdad es que a mí me gustan. He pasado tantos ratos memorables aquí. Es un tiempo para estar rodeado de extraños todos con distintas preocupaciones y sin embargo hay una camaradería que rodea a todos los que esperan.

Sigo pensando sí Sigfrido y compañía lograrán darle vuelta a las sentencias de la corte. La verdad es que esta corte tiene que haber estado hacienda bien las cosas, tenía enojados a los medios de comunicación, al FMLN, a GANA y hasta ARENA no se tragaba a esos abogados de la UCA. “619 a la ventanilla 3” por fin pasó uno más. Ahora ARENA defiende a la sala de lo constitucional, pero estoy seguro que los magistrados no les gustan, ni muchas de sus sentencias les han gustado, pero les parece peor que los quiten. “451 a la ventanilla 3”, por favor y ahora vamos para atrás, es imposible entender el sistema de los bancos. Estábamos en los seiscientos y ahora cuatrocientos y yo tengo… no se que será más difícil entender la forma de hacer política en El Salvador o el sistema de atención al cliente de los bancos.

Ya la gente se ha comenzado a impacientar. En los bancos, todo tiene sus señales claves, los tan odiados de la carpeta, ya sabes que si tenés uno de esos enfrente es de alguna empresa y se tardará mil años. O las señoras que gritan yo soy de la tercera edad, se vuelven y dicen: “joven es que ya ha esta edad el único privilegio que me queda es no hacer cola”. El típico joven ejecutivo, que se cree el rey del mundo porque tiene un carro nuevo o porque ya tiene su membrecía del club “X”. “620 a la ventanilla 3” increíble los únicos que pasan son los de la ventanilla tres, los otros cajeros seguro están en huelga, como que fueran de Hacienda. Y justo hablando de los ejecutivos tipo polo y zapatitos nuevos y dos se encuentran, mientras los demás esperamos ellos se ponen a hablar y no le dan indicaciones a la cajera. “Chavo ya viste el nave que compré” “Disculpe señor, que desea que haga con este cheque”

Estos hablando del “nave” y yo pensando en la Sala de lo Constitucional, será que mejor no complicarse la vida y seguir lo que estos dos hacen, o es que vale la pena pronunciarse y decir que existimos  ciudadanos que pensamos que tener instituciones más o menos sanas es uno de las mejores herencias que nos dieron los acuerdos de paz. “621 a la ventanilla 5”. Yo entiendo la frustración y la tentación de las democracias directas, cuando las asambleas políticas y los partidos están tan corrompidos, existe una gran tentación de poder saltarse a los representantes que no expresan la voluntad popular. “624 a la ventanilla 3” Y entonces escucho lo inesperado, alguien se levanta en el banco y grita “¡NO PUEDO MÁS! Que alguien por favor me explique en qué momento voy a pasar, yo he hecho todo lo correcto, yo he respetado la ley, he tomado mi número, he participado cuando me lo han pedido, le he creído al cajero tres porque lo he visto eficiente, pero la verdad es que igual que los otros se saltan número yo soy el 623 y nunca me llamaron” En eso llegan dos personas y el guardia de seguridad  y le dicen: “señor aquí me va disculpar pero las cosas se hacen como el banco decide, si nosotros queremos que el 623 vaya después del 624 así será, no nos importa porque nosotros hacemos las leyes, si no le parece puede ir con nuestro juez de cajeros” Y con mayor desesperación y hasta lagrimas en los ojos mi buen y estimado revolucionario de la cola del banco dice “cómo es posible que el tal juez que tendrá que resolver entre ustedes y yo sea uno que ustedes le pagan, ustedes lo controlan, que garantía tengo yo que resolverá de una manera imparcial”

En ese momento suena el parlante: “634 a la ventanilla D”, se desata el caos, no hay ventanilla D, en ese momento yo también entiendo mí número es el N-15, no soy ni de los seiscientos ni de los cuatrocientos que están pasando. El casos se desata, unos deciden irse del banco, otros protestan en la calle, otros dicen tener el número 634 y encuentran una ventanilla D, “sí el parlante lo dice es que en realidad existe” reflexiona los fieles seguidores.

Ante mi incredulidad y el caos no me queda más que seguir pensando que si tuviéramos un árbitro imparcial, con honorabilidad y con verdadero apego a la ley; nada de esto estaría pasando. Por último mientras veo mi papel me siento en el banco y pienso en la Corte.