jueves, 1 de septiembre de 2011

Carta a los directores de nuestras escuelas

Estimados amigos:
 
Dejen de hablar de estudiantes asesinados. Dejen de hablar de la inseguridad en sus escuelas y sus entornos. No se distraigan con estos temas triviales. Dejen esto al gabinete de seguridad…
Entramos a septiembre, el mes patriótico, y el tema es cuántos centímetros de piernas desnudas pueden exhibir las cachiporristas en los desfiles. 

Ya recibieron la circular del ministerio de Educación, que pone en manos de ustedes, los directores, la decisión de permitir o no desfiles de cachiporristas y cómo saldrán vestidas. Lo que sí exige el ministerio es que los trajes de las señoritas sean ‘conservadores’ y ‘moderados’…

Para no meter la pata, pongan mucha atención a las palabras del ministro y vicepresidente de la República: “Cuando hablamos de cambio, hablamos de formar ese hombre integral, esa salvadoreña integral con una sensibilidad espiritual para estar situado como factor de cambio dentro de la sociedad.”

No se equivoquen, señores educadores: Aunque pasen el mayor tiempo en cuestiones de uniformes y zapatos y ahora además de policía de moda, midiendo la distancia entre donde las botas terminan y la falda empieza (esta distancia desnuda que tanto molesta a la primera dama) - su verdadera misión es crear el ‘hombre nuevo’.

Nada menos el miércoles 31 de agosto los periódicos citan al máximo educador y forjador del salvadoreño y de la salvadoreña integral, explicando porque han abandonado la postura radical del año pasado, cuando decretaron prohibir las cachiporristas: “ No podemos romper con las tradiciones de la noche a la mañana, sino que vamos imponiendo una nueva cultura…”

Tómenlo en cuenta cuando tomen sus decisiones y agarren la regla para medir las faldas: el hombre nuevo, en su versión femenina, se viste de manera ‘moderada’ y ‘conservador’…

¡Qué avance! Hasta ahora nadie podía adivinar que diablos será esta ‘mujer nueva’, de la cual hablan tanto los jerarcas de Educación, parecía una paja ideológica. Ahora por lo menos sabemos cómo va vestida.
Así que, estimados educadores, ármense de reglas, midan bien las piernas, para que en ninguna pirueta salgan a la vista las nalguitas tan típicas de esta mujer vieja y desintegral que ya no cabe en la ‘nueva cultura’ a la cual nos está guiando el gran educador…

Ojala que entre lidiar con telas, faldas, pantalones y zapatos les quede algún tiempo para dedicarse a la educación.

Saludos, Paolo

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