Me quedé en casa para ver su discurso de los dos años de su gobierno. Mejor hubiera ido a trabajar...
Su discurso me hizo pensar en el viejo dicho que “los árboles nos impiden ver el bosque”: muchos detalles, bastantes números, un plan para cada gusto, ¿pero el rumbo del país?
Este semana el sector privado –los dirigentes de 45 gremiales empresariales- le hicieron el reto público: ¡Hagamos entre todos un pacto para el empleo y la inversión! Deje de estar amenazando con impuestos para los ricos (o sea, a la inversión), deje de subir el gasto público... y hagamos un pacto general, donde nos ponemos de acuerdo sobre gasto público, impuestos, eficiencia del estado, incentivos para inversiones.
¿Y esto lo que escuchamos hoy es todo que les tiene que constar como presidente? Me cuesta creerlo.
Tal vez usted prefiere contestarles a su propuesta en privado, en las reuniones con el sector privado que arma en Casa Presidencial. Ojala. Pero que sea más claro y concreto que hoy en el discurso que otra vez parecía más un discurso de promesas que un discurso que marca rumbo.
En algún momento nos tiene que decir (y no en privado, sino poniendo la cara a todos, incluso a su partido) si el presidente de la República está con los empresarios defendiendo la libertad empresarial, o si está con los radicales que sueñan con un capitalismo del Estado, con un gobierno que fija precios...
En algún momento nos tiene que decir en público, brinque o no el ala ortodoxa del FMLN, si es en serio este discurso incendiario suyo que tilda a los empresarios opuestas aun impuesto nuevo como gente acostumbrada a privilegios que no quieren aportar al desarrollo del país. O si este discurso radical es, como usted explica en privado, “para la gente” y que no hay que tomarlo en serio.
¿Cuál de los dos discursos suyos, señor presidente, hay que tomarlo en serio? ¿El de unidad o el de ricos y pobres?
Saludos de Paolo Lüers
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