Goethe decía: “Se tiende a poner palabras allí donde faltan las ideas”. Las palabras que estos días salen de Costa Rica, me parecen faltas de ideas, son dolorosas, expresan una gran frustración y cansancio. Tienen razón, escuchar a Ortega inventar un problema internacional, un conflicto que tiene toda la pinta de ser oportunismo electorero, cansa. Pero tanto no se merece el pueblo nicaragüense a Ortega como tampoco las ofensas que estos días les lanzan desde Costa Rica. Es vergonzoso que un pueblo tan culto, tan amante de la paz y la ciencia; desperdicie horas en escribir insultos a sus vecinos centroamericanos.
El Ortega de estos años es una de las mayores ofensas que le ha pasado a Nicaragua, pero no por eso tienen que condenar a un pueblo entero. Nicaragua de increíbles riquezas naturales, de gente alegre y sincera. Cuna de músicos y poetas. No como la pintan estos días desde Costa Rica como un pueblo inculto, aprovechado y oportunista.
Los ticos tienen la razón, el gobierno Nicaragüense está haciendo uso ilegitimo del Río San Juan, están dragando y depositando los sedimentos en tierras Costarricenses, han incursionado soldados a tierras ticas, han puesto la peores excusas, como: “la frontera así está en Google Maps”, han obstruido hasta donde pudieron la resolución de la OEA y están haciendo todo lo posible para que cualquier persona se suba por las paredes.
Los ticos están sufriendo en carne propia la inoperancia de la OEA, la incapacidad de los organismos internacional en dar un pronunciamiento. Algo que a todas luces se debería de resolver a favor de Costa Rica. Los únicos que apoyan a Nicaragua lo hacen por afinidad ideológica no porque tengan el respaldo cartográfico y científico necesario.
Ante este escenario entiendo la frustración de muchos ticos. Pero sus comentarios xenófobos, intolerantes y escandalosos no aportan nada a solucionar el tema. Las palabras no caen en espacios vacios, caen en la susceptibilidad de los pueblos latinoamericanos y hacen que la legítima defensa de su territorio sea incomprendida y aunque tengan la razón científica de su lado, alejen la posibilidad de apoyarlos. Así, el bloque de gobiernos simpatizantes de Ortega, lo seguirán apoyando, es más encontrarán más aliados.
Los ticos necesitan enfocar su enfado en entender que Costa Rica no es una isla, que si importa lo que pasa a su alrededor. La cultura de paz y democracia tienen la obligación de promulgarla y expandirla más allá de sus fronteras. Queda claro también que organismos como la OEA deben de ser reformados para poder alcanzar soluciones que le sean útiles a los países miembros. En el caso de Honduras tampoco lograron mayor solución.
Nicaragua no se merece el gobierno que tiene, pero tampoco se merece los insultos de los ticos. Que de presidentes corruptos también han tenido su colección. Todos queremos una mejor Nicaragua, pero los insultos y las agresiones solo fortalecen a Ortega, solo consolidan su poder. Solo generando los cambios necesarios dentro de Nicaragua y en los organismos internacionales es que podemos fortalecer nuestros pueblos, nuestros países y nuestras democracias.