"Los de EL PAÍS necesitáis redimir vuestra alma. ¿Tiempo? No, no hay tiempo, tiene que ser ahora mismo". Oliver Stone afirmaba estar sufriendo un severísimo jet lag, pero eso no fue excusa para señalar a este periódico como uno de los siete pecados capitales por lo que él considera un "tratamiento injusto" al presidente venezolano, Hugo Chávez: "Aún estáis a tiempo de cambiar, créeme, ya sé que eres periodista pero no tienes que creerte lo que dice la prensa".
"Los de EL PAÍS necesitáis redimir vuestra alma. ¿Tiempo? No, no hay tiempo, tiene que ser ahora mismo". Oliver Stone afirmaba estar sufriendo un severísimo jet lag, pero eso no fue excusa para señalar a este periódico como uno de los siete pecados capitales por lo que él considera un "tratamiento injusto" al presidente venezolano, Hugo Chávez: "Aún estáis a tiempo de cambiar, créeme, ya sé que eres periodista pero no tienes que creerte lo que dice la prensa". La entrevista acababa de terminar y Stone, entre sonrisas, llamó al periodista a consulta mientras un fotógrafo le hacía unos retratos sentado en una especie de trono: "Aznar era muy malo y ayudó a planificar el golpe de estado en Venezuela, y vuestro rey debería callarse y escuchar más a Chávez... ¿Que si puedes citarme con esas palabras textuales? Por supuesto que sí".
Todo había empezado media hora antes, cuando los periodistas presentes en la sala Visconti del Hotel Des Bains esperaban para entrevistar al realizador de Platoon o Wall Street y guionista de películas como El precio del poder o Conan el Bárbaro. El escritor británico-paquistaní Tariq Ali, colaborador habitual de publicaciones como The Guardian y guionista de South of the border, el documental de Stone que se presentó ayer oficialmente en Venecia, abrió el fuego tras las presentaciones de rigor, afirmando: "No deberías haberme dicho dónde trabajabas, el vuestro es el periódico de España con más negatividad ante Chávez, mucho más que cualquier otro... y todo es cuestión de intereses". Stone tomaba luego el relevo: "Eso que me dices son chorradas, ¿que censura a la prensa? Di a tus colegas que vayan a esos países: a Argentina, a Nicaragua, a Venezuela, y que luego lo cuenten. No te creas lo que leas en la prensa, ni en la europea ni en la estadounidense". Por si no había quedado suficientemente claro, el productor Fernando Sulichin remató el asunto: "Esas veintipico emisoras venezolanas de que me hablas y que han sido clausuradas son un asunto que no tiene nada que ver con la censura, fueron cerradas por un simple problema: no tenían sus papeles en regla".
South of the border explora los cambios en América Latina desde que Hugo Chávez asumiera el poder en 1999, utilizando al propio Stone como narrador y a los presidentes de Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina como catalizadores de su particular discurso, que incluye una teoría que pronostica el auge de la izquierda en Estados Unidos a través del flujo migratorio de la comunidad hispana hacía aquel país.
Para Stone, "Chávez es un hombre extraordinario que ha conseguido reducir a la mitad la pobreza de su país. Estoy harto de que la prensa de mi país le llame dictador, porque no lo es". Cuando se le pregunta por la posibilidad de que el presidente venezolano también posea un lado más oscuro, el realizador estadounidense lo tiene claro. "Pues claro, todos tenemos un lado oscuro, pero ¿por qué debería interesarme si está haciendo tantas cosas bien?".
Pero Stone no venía solo a hablar de política y de EL PAÍS, sino que dedicó buena parte de su tiempo a hablar de otras cosas y personas. De Michael Moore, por ejemplo: "Vi ayer su documental para asegurarme de que no hablábamos de lo mismo, es un tipo ejemplar que lleva luchando desde hace muchísimos años"; o de Obama: "No estoy muy seguro de si va a ser capaz de llevar a cabo los cambios que prometió, en el interior de su propio gobierno tiene colaboradores que no están de acuerdo con lo que hace"; y, sobre todo, de la secuela de su filme Wall Street, Money never sleeps (El dinero nunca duerme), que el realizador empieza a rodar este mismo lunes: "Estoy impaciente por reencontrarme con Gekko
[el personaje de Michael Douglas en el original, y que éste retoma en la secuela] y ponernos a trabajar. Voy a contar todo lo que está sucediendo, y de hecho he estado hablando con un montón de banqueros para que me explicaran mejor lo que había ocurrido con el sistema financiero. Lo que me asustó es que algunos de ellos esperan un colapso financiero aún mayor en un futuro próximo... algo que me parece aterrador".
Pero por si la presencia de Stone no hubiera causado suficiente revuelo mediático en el Lido de Venecia, a media mañana se confirmaban los rumores que afirmaban que el mismísimo presidente de Venezuela se presentaría en La Mostra para acompañar al cineasta en el estreno. "Quedaos por aquí, no os separéis mucho. Él está a punto de llegar", repetía uno de los productores. Finalmente, la guardia que tres docenas de periodistas habían montado en el hotel de Stone ante la eventual aparición del líder venezolano se quedó en agua de borrajas cuando, en una maniobra digna de Bienvenido Mr. Marshall, la comitiva presidencial pasó de largo ante las narices de los periodistas. El jefe del dispositivo de seguridad, que había pasado media tarde arengando a la prensa sobre "lo bonito que es trabajar para el presidente de la República Bolivariana de Venezuela", despachó el tema con un lacónico: "Se ha ido".
Chávez apareció cinco minutos después en el Palazzo del Cinema, proclamó su "amor por el pueblo italiano" y departió con algunos periodistas. También con una pareja de Valencia que pasaba por allí: "Nos dijo que ya no tenía problemas con España y que pronto iba a venir a tomar café con Zapatero y con el Rey".
(El País, Madrid)