Al fin alguien tomó el partido en sus manos. Y no cualquiera, sino Freddy Cristiani. Al mismo hombre que ya condujo exitosamente una difícil transformación de ARENA (de partido paramilitar en partido civil, de oposición radical en partido de gobierno; de fuerza beligerante en administradora del proceso de paz), ahora le toca nuevamente transformar su partido. Esta vez de partido de gobierno en fuerza de oposición.
Esta vez la misión que encargaron a Cristani es más difícil, por el desgaste, las deformaciones y los abusos que se han acumulado en 20 años de funcionar como partido oficial. Hoy se trata de construir un partido motor de la reforma democrática sobre el cascarón de una organización que no tiene vida democrática, ni siquiera vida partidaria, sino que es una maquinaria electoral y de repartición de beneficios estatales.
Tamaño bulto que se ha echado encima Freddy Cristiani. Quiere valor.
Pero no había de otra: Esta transformación requiere de un liderazgo extraordinario. Habrá que ver con qué liderazgo nuevo Don Freddy hará equipo para enfrentar este reto. No conocemos el nuevo Coena.
Pero una cosa es clara: Cristiani solamente puede tener éxito apostando por un liderazgo nuevo, audaz, y comprometido con la democracia interna y las reformas del estado. Porque por muy atinado que es la decisión de ARENA de delegar la dirección a un hombre emblemático de su historia, esta función tiene que ser transitoria.
La tarea de Cristiani es de partera: en momentos de crisis garantizar el nacimiento de un liderazgo nuevo y fuerte; instalarlo en el poder; cubrirle las espaldas contra cualquier tipo de francotiradores (que no faltarán) - y entregar a otra generación el partido y la misión de reformar al país.
En este sentido da mucha confianza el hecho que toma el poder en el partido el hombre que menos lo ha buscado.
Habrá voces -críticas como entusiastas- que interpretan el regreso de Cristiani como el regreso de ARENA a su pasado. Nada menos cierto: El único camino abierto para ARENA es hacia adelante, hacía más democracia, más reformas, más apertura.
El hecho que para encontrar este camino llamen a Freddy Cristiani significa que están claros de los obstáculos y de los riesgos. Por eso recurren al tal vez único hombre que en esta situación de crisis interna de ARENA sabrá unir al partido y al mismo tiempo limpiarlo.
En este cambio de mando en ARENA no se trata de que un grupo sustituya a otro para gobernar de igual forma, sino de usar el poder para redefinir el carácter de la alianza y sus fundamentos ideológicos. Para esa tarea se necesita mucha autoridad, sin ser autoritario. También en este sentido, Freddy Cristiani parece el más indicado para dirigir el complejo proceso de renovación de ARENA.
Como suele a pasar con todos los golpes del estado, hay que estar muy claro cómo y cuando volver a la institucionalidad. ARENA necesitaba un golpe de estado, pero no necesita un régimen autoritario. Necesita una autoridad fuerte que construya institucionalidad, legitimidad, democracia interna.
Si ARENA se equivoca en esta crisis y no se enrumba hacia la construcción de un partido democrático de ciudadanos, ni siquiera la figura de Freddy Cristiani lo puede salvar de la suerte de convertirse en minoritario y obsoleto.
Tamaño bulto que se ha echado encima Freddy Cristiani. Quiere valor.
Pero no había de otra: Esta transformación requiere de un liderazgo extraordinario. Habrá que ver con qué liderazgo nuevo Don Freddy hará equipo para enfrentar este reto. No conocemos el nuevo Coena.
Pero una cosa es clara: Cristiani solamente puede tener éxito apostando por un liderazgo nuevo, audaz, y comprometido con la democracia interna y las reformas del estado. Porque por muy atinado que es la decisión de ARENA de delegar la dirección a un hombre emblemático de su historia, esta función tiene que ser transitoria.
La tarea de Cristiani es de partera: en momentos de crisis garantizar el nacimiento de un liderazgo nuevo y fuerte; instalarlo en el poder; cubrirle las espaldas contra cualquier tipo de francotiradores (que no faltarán) - y entregar a otra generación el partido y la misión de reformar al país.
En este sentido da mucha confianza el hecho que toma el poder en el partido el hombre que menos lo ha buscado.
Habrá voces -críticas como entusiastas- que interpretan el regreso de Cristiani como el regreso de ARENA a su pasado. Nada menos cierto: El único camino abierto para ARENA es hacia adelante, hacía más democracia, más reformas, más apertura.
El hecho que para encontrar este camino llamen a Freddy Cristiani significa que están claros de los obstáculos y de los riesgos. Por eso recurren al tal vez único hombre que en esta situación de crisis interna de ARENA sabrá unir al partido y al mismo tiempo limpiarlo.
En este cambio de mando en ARENA no se trata de que un grupo sustituya a otro para gobernar de igual forma, sino de usar el poder para redefinir el carácter de la alianza y sus fundamentos ideológicos. Para esa tarea se necesita mucha autoridad, sin ser autoritario. También en este sentido, Freddy Cristiani parece el más indicado para dirigir el complejo proceso de renovación de ARENA.
Como suele a pasar con todos los golpes del estado, hay que estar muy claro cómo y cuando volver a la institucionalidad. ARENA necesitaba un golpe de estado, pero no necesita un régimen autoritario. Necesita una autoridad fuerte que construya institucionalidad, legitimidad, democracia interna.
Si ARENA se equivoca en esta crisis y no se enrumba hacia la construcción de un partido democrático de ciudadanos, ni siquiera la figura de Freddy Cristiani lo puede salvar de la suerte de convertirse en minoritario y obsoleto.
(El Diario de Hoy, Observador)