martes, 28 de abril de 2009

Desde Chalatenango: “hoy no nos pueden quedar mal”

Hace unos días me encontré con un señor que me ha hecho confirmar lo que pienso sobre el país. Don Gregorio (pongamos que se llama así) vive en Arcatao (pero pudiera vivir en cualquier parte de El Salvador rural), tiene 76 años. Pasó por la guerra con Honduras, la guerra civil, la paz, el primer alcalde de Arcatao, la reconciliación, las promesas, la esperanza y la victoria del partido político FMLN. Un poco me platicó de todo, pero no me olvidará su primera frase al preguntarle que esperaba del siguiente gobierno: “que no me decepcione”.

Don Gregorio pasó por mucho y tuvo cinco hijos, dos murieron en la guerra. Crió a dos nietos, pero tiene 15 en total. Nunca tubo educación formal pero él reconoce que lee mucho, todo lo que le ha caído en sus manos en todos estos años. Ahora le cuesta leer mucho, sus pesados lentes estilo setentas no le ayudan mucho. Don Gregorio siempre estuvo del lado de los “muchachos”, “cuando podía les pasaba mensajes y les vendía víveres, bueno antes de que nos mandaran al exilio, en Honduras estuvimos viviendo. Cuando regresamos siempre les ayudé. Yo ya no me animaba ha andar por los montes, pero tres de mis hijos si se fueron con ellos, otro es militar”. Tiene mil y una historias sobre los montes, se los conoce todos y sabe todos los nombres de los árboles y animales. Cuenta historias de seres mitológicos e historias de héroes de leyenda.

De los gobiernos de ARENA no tiene un mal recuerdo: “miré como voy a tener un mal recuerdo, si no hicieron nada por mi”. Y es que lo dice en comparación de los que antes traban de ayudarlos mandándoles militares. Se siente feliz en el abandono y la incomunicación de su pueblo. “Donde llevan carreteras se meten los mañosos”, esa fue su opinión cuando le hablé de la Longitudinal del Norte. Esa misma preocupación tiene muchos habitantes de la zona, escuchan irresponsabilidades en muchas partes, desde los responsables de gobierno que les hablan de los empleos y el desarrollo que tendrán. “Ya me han prometido eso tantas veces” dice Don Gregorio y luego se queja: “Y a fin de cuentas, qué es el mentado desarrollo pues”. También los han visitado innumerables veces los irresponsables de las ONGs, que les hablan de los beneficios del desarrollo sostenible y les cuentas historias de los demonios que les llegaran a robar todo, TODO. Don Gregorio me cuenta que una vez, él no, porque él ya sabe, que esas historias no pueden ser ciertas. Dos personas se encerraron en su casa porque el gigante de las transnacionales se los podía comer. Después de una reunión con una ONG ellos se imaginaron literalmente al gigante que comía hombres.

Historias como esa tiene a miles Don Gregorio. Por eso él ya no cree en el gobierno y en las ONG porque engañan, siempre. De naturaleza desconfiada le cuesta mucho contar los nombres reales de los personajes de sus historias, pero habla de coroneles y comandantes. Habla de la vez que pasó por ahí un candidato a Presidente y le regaló una gaseosa en bolsa: “viera que agradecido estaba el don”. Pero no hubo manera que me contara cual fue. Me contó que él siempre ha tratado de votar, unas veces lo ha logrado otras no. También hay muchas historias al respecto. Él voto con toda la ilusión por Duarte y fue una de sus mayores decepciones. Él pensaba que la reforma agraria traería beneficios “y miré solo cooperativas quebradas hay por todas partes, lo bueno es que aquí en Chalate siempre hemos sido pequeño propietarios y toda la vida nos hemos puesto de acuerdo, pero miré los ingenios ahí en el embalse, ninguno sirve”.

Siempre ha querido lo mejor para El Salvador y esta vez, como en las últimas cuatro elecciones votó por el FMLN, “y para donde más pues”. Le pregunté si le ilusionaba que ganara el Frente: “miré con Zamora era la primera vez, yo no tenía ilusiones, pero con Facundo ahí si, si miré “Esteban” vivía a dos casas de la mía antes de que se fuera y ese muchacho iba a ser mi presidente, como no me iba a ilusionar. Ah, con Schafik la cosa se puso sería, miré los muchachos de por acá me decían que no había que votar por él, porque era de los comunistas, pero yo lo vi pasar por acá con las botas puestas”. Hasta ahí Don Gregorio me parecía interesante, pero su análisis de Schafik me deslumbró.

Luego de eso le tenía que pedir su impresión de Mauricio Funes. “Miré el salía mucho en televisión, pero por acá, yo nunca he tenido, me dicen que siempre ha estado de nuestro lado, yo nunca lo vi”. Esas fueron las primeras palabras para describir al presidente electo. Le pregunté que si no le gustaba: “claro que me gusta es el candidato del Frente, no lo conozco, pero si me gusta”. Y no vino a Arcatao le pregunté. “Pues se que hizo una fiesta en Chalate” No lo noto muy convencido de los resultados le tuve que decir. “No, no es eso es que Mauricio quien sabe, al rato es o no es, lo que si se yo es que es que el compañero Leonel no nos va a defraudar, Don Mauricio al final, ni se entera que uno existe, pero el compañero Leonel no nos puede fallar, hemos pasado por tanto para que llegara acá, miré ganó un partido, pero yo se que no es lo mismo que el Frente de antes, pero ganó la izquierda y hoy no nos pueden defraudar, hoy no puede salir mal, hoy después de tantos desastres no pueden quedar mal con nosotros, miré si ya comienzan a decir que no los van a dejar a hacer nada… no señor hoy no nos pueden quedar mal”

Y es que con la esperanza de la gente no se puede jugar. Que responsabilidad tiene el nuevo gobierno, de ser un gobierno que no juegue con la esperanza de la gente. No hay nada peor que un pueblo sin esperanza, sin la alegría de que su vida puede ser mejor. Cuando el pueblo se transforma en sínico, el país recibe una estocada moral que puede catapultarnos a las peores situaciones. Ahora el Frente tiene la responsabilidad de escuchar a Don Gregorio y estar haciendo jueguitos de si socialismos del siglo XXI o si don Mauricio lo aprueba o no. Esta es la hora de que demuestren su opción preferencial por los pobres, comenzando por escucharlos, no por ideologizarlos. Señores del Frente ustedes tienen que aprender del pueblo, no ellos de ustedes.