martes, 17 de marzo de 2009

Hemos puesto fin a la guerra

Quisiera compartir con ustedes las percepciones, sensaciones, sentimientos y primeras reflexiones de lo que significo el gane de Mauricio Funes y el FMLN el pasado 15 de marzo.

En lo personal, el hecho más destacable de la elección del pasado 15 de marzo, no fue la proclamación de Mauricio Funes como presidente a eso de las nueve de la noche, con una diferencia a favor del 2.5 % frente a su adversario, el suceso histórico, se produjo al filo de la medianoche, el partido del bloque de derecha, ARENA, acepto públicamente su derrota en las urnas y asumió ser oposición en democracia, esto no pasaba desde hace ochenta años en El Salvador.

Los acuerdos de paz, hace 17 años, pararon la guerra civil, terminamos sin vencedores ni vencidos, con 300,000 muertos detrás de las espaldas de los que quedamos vivos, miles de lisiados, dos millones de refugiados y una economía a niveles de la década de los 70´s, pero estos acuerdos, sin menospreciar sus avances para los salvadoreños, a mi juicio, no terminaron la guerra políticamente hablando, los dos bloques históricos, parodiando a Clausewitz, continuaron jugando a hacer política como continuación de la guerra por otros medios y durante este periodo, los moderados, negociadores de un El Salvador posible, fueron desplazados, expulsados y marginados en ambos bloques, lo cual permitió entre otras cosas, que en las tres subsiguientes elecciones presidenciales (1994 -1999-2004) continuara la derecha, al moverse esta hacia el centro, sin abandonar su slogan que “El Salvador será la tumba donde los rojos caerán”.

Hoy la historia reivindica a aquellos que desde la izquierda ya en las primeras elecciones de la paz armada del 94, plantearon que para cerrar el conflicto, había que establecer un gobierno de unidad nacional, llevar un candidato outsider y realizar la mayor correlación de fuerzas posibles para dar lo que los salvadoreños demandaban: justicia, libertad y oportunidades de desarrollo en igualdad de condiciones. La vida enseña que no siempre se está en tiempo de hacer valer las razones, por muy justas que sean, pero que esta razón, si es verdadera y trasciende a los deseos personales o de grupo, le llegara su tiempo de demostrarse a plenitud con poder, hoy parece ser posible, esa es la idea que se ha legado, hoy otros, pese a las adversidades a las que se enfrentan en su mismo seno, están intentando hacer realidad la máxima de que la política es el arte de lo posible y se les debe reconocer el esfuerzo.

Una paradoja del electorado salvadoreño en estas elecciones, fue que un mismo grupo de votantes en enero fueron de derechas y en marzo de izquierdas o viceversa, esto a mi juicio, refleja la entrada a la madurez ciudadana de la sociedad salvadoreña, que repartió el poder entre unos y otros, no hubo apuestas populistas totales o de voto de castigo irracional, en un primer ejemplo a nivel municipal, la derecha perdió su símbolo histórico, Izalco, un pequeño poblado donde derrotaron la insurrección de 1932, que siempre fue escogido para el inicio de sus campañas electorales, por ser la tumba donde los rojos cayeron, y en enero, los rojos revivieron ganando la municipalidad este año, pero en las presidenciales, en marzo, esta misma población prefirió a la derecha con un 56 % de los votos.

El segundo ejemplo de esta paradoja fue la capital, siempre un bastión de la izquierda y de la oposición, la pierde el FMLN y la gana ARENA, pero en las presidenciales, cambia nuevamente la correlación ganando el FMLN con un 51 %, hoy el Presidente de izquierdas y la derecha misma tendrán que enfrentar esta paradoja, ¿podrá el ejecutivo negociar con el bloque de derecha, podrá la derecha que tiene 48 de 84 diputados, negociar con el ejecutivo, podrá el ejecutivo negociar y pactar en el ámbito municipal?, que de 262 municipios, la mayoría (167) serán gobernados por el bloque de derechas en los próximos tres años, estos son los retos a los que se enfrenta ya la cúpula conservadora del FMLN y un Presidente de izquierdas.

El lunes 16 de marzo, un día después, amanecimos en normalidad, la gente salió a sus trabajos o a rebuscarse la vida como siempre, los que tenemos el privilegio de haber sobrevivido a la guerra, aun recordamos las elecciones de los 70`s, que terminaban con tanquetas en la calle, cientos de muertos y heridos, lideres exiliados, estados de sitio y una mayoría burlada en su decisión soberana, razones suficientes para alzarse en armas, durante los 80´s en medio de la guerra, dos elecciones contra insurgentes, en medio de tiros, esta vez de ambos lados, hasta que se agotaron las energías de la sociedad para seguir poniendo los muertos de ambos bandos y negociamos la paz armada en 1992.

Hoy parece extraño amanecer sin conflicto, con incertidumbre de que pasara en el futuro, igual que en aquella medianoche del 31 de diciembre del 1991, cuando nos informaban en el frente de guerra que los negociadores en New York, habían firmado la paz, contentos pero con miedos, cansados pero con ánimos, serenos porque la gente, la de a pie, la no militante, el soberano, nos había exigido que cerráramos el conflicto.

Hoy los políticos de ambos signos, 17 años después, deberían entender este mensaje con claridad: nadie tiene la mayoría absoluta, nadie está dispuesto a dar cheques en blanco, queremos pasar de una sociedad dividida a una sociedad integrada, desde CECADE, sin apegarnos a signos partidarios, la labor militante por una democracia incluyente, la defensa de lo público y de una ciudadanía en libertad, que hemos impulsado en estos últimos 15 años, nos satisfacen por haber aportado a esta causa, porque hoy ganamos todos y por hoy hemos puesto fin a la guerra, nuestra esperanza y esfuerzo, es que continuemos así.

Gracias a todas y todos los que nos acompañaron en esta larga jornada de construir un mundo mejor y mis deseos que continuemos juntos en este nuevo ciclo de esperanza.

(El autor es director de la ONG Cecade)