Reproducimos la transcripción publicada en el sitiuo de la estación radial La Primerisima:
Introducción: Hola y bienvenidos a una edición especial de "Frost over the World" desde Washington. Más tarde en el programa voy a estar hablando con la mega estrella de Hollywood, Robert De Niro, en una muy rara entrevista. Y con el ex candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, quien acaba de regresar del Medio Oriente. Pero primero a lo que llaman el patio trasero de los EEUU: Centro América. Hace 30 años, la dictadura de Somoza en Nicaragua fue derrocada. Y el líder sandinista Daniel Ortega llegó a ser presidente.
El gobierno de izquierda era, por decirlo suavemente, mal visto aquí en Washington. Y el presidente Ronald Reagan y los primeros neoconservadores hicieron todo lo que pudieron para apoyar a la insurgencia, la "Contra", en su lucha contra los sandinistas. Al final, fueron los votantes, no los rebeldes, los que sacaron a Daniel Ortega del poder, en 1990. Pero hace 2 años, veinte años después, regresó, siendo reelecto con un escaso 38 por ciento de los votos. Pero el nuevo gobierno de Ortega no carece de críticos, algunos sus viejos aliados, quienes lo acusan de querer llevar al país hacia una nueva dictadura. A inicios de la semana volé Managua para reunirme con el presidente Daniel Ortega.
Sir David Frost: ¿Qué edad tenía usted cuando pensó por la primera vez que la política y la revolución podían ser su vida? ¿Qué tan joven era?
Daniel Ortega: La verdad es que era un niño, tendría siete u ocho años de edad la primera vez que escuché a mi padre hablar de sus experiencias, el había luchado con Sandino, y escuché a mi madre contar sus experiencias cuando había sido detenida por los Somozas y la experiencia de mi padre cuando también estuvo preso por los Somoza. Me interesé en política bastante joven...
David Frost: Cuando se acercaba la revolución, además de hablar y todo eso, ¿le tocó también combatir? ¿recibió ese tipo de entrenamiento en Cuba? ¿era, por decirlo de alguna manera, asunto de matar o morir?
Daniel Ortega: Si. En 1978 yo estaba al frente de un destacamento guerrillero en la insurrección en el norte de Nicaragua y estábamos combatiendo contra la Guardia Nacional. Y en combate uno no está seguro: uno dispara, ellos disparan, las balas están por todos lados y uno no puede estar realmente seguro de si está matando a este enemigo o a este otro. Éramos dos enemigos disparándose y al final del combate encontramos varios guardias muertos. Uno de sus oficiales estaba muerto. Y uno de los nuestros había sido herido. Así que no puedo decir a cuantos maté, pero sí, estuve en una situación de matar o morir, y esa era una situación de mucha tensión...
También tuve otras experiencias, por ejemplo, estaba el peor esbirro que tenía Somoza, un especialista en tortura, que me había torturado a mí y a mucha otra gente. Entonces, el Frente Sandinista de Liberación Nacional decidió ejecutarlo en una operación en la que yo participé. Fuimos con subametralladoras, él intentó pelear, pero éramos muchos más, así que logramos matarlo. Yo participé en la ejecución.
David Frost: Durante los años 80 usted y los sandinistas estaban en los titulares de todo el mundo. Cuándo perdió la elección con la señora Chamorro, en 1990, eso debe haber sido una sorpresa mayor para usted, que para el resto del mundo...
Daniel Ortega: Pienso que la pérdida electoral era inevitable. En ese entonces Nicaragua contaba con una población de tres millones y medio de habitantes, y teníamos una guerra con la contra que había dejado más de treinta y cinco mil bajas. Todos los días aquí se enterraban muchachos que habían muerto en la guerra. La situación económica era muy difícil y nuestros programas sociales eran un blanco de la contrarrevolución. Atacaban a los maestros, los centros de salud, los proyectos de carreteras, los doctores...
Había un desgaste de la gente, de manera que la elección se convirtió en un plebiscito entre la guerra y la paz. Además no hay que olvidar que la candidata de la oposición contaba con el apoyo de George Bush Padre. El mensaje de los Estados Unidos era: si quieren paz, quieren ayuda de los EEUU, tienen que votar por la señora Chamorro. Entonces fue un referéndum. El resultado indiscutiblemente no lo esperábamos. Nosotros queríamos ganar, nosotros pensábamos ganar, y no fue fácil para nosotros asimilar el resultado. Es decir, nos costaba creerlo. Pero no titubeamos en reconocer los resultados.
David Frost: En lo que respecta a este período de gobierno, usted en realidad ha tenido más críticos que la primera vez. Después de su pelea con el Señor (Ernesto) Cardenal, sesenta intelectuales protestaron por la falta de transparencia, su estilo autoritario, comportamiento inescrupuloso y la falta de ética que usted habría mostrado desde su regreso al poder. También se quejan de un fraude en las elecciones municipales de Noviembre, etc. Esas críticas ¿le tocan el corazón o piensa Usted que no son relevantes?
Daniel Ortega: Yo lo entiendo perfectamente. Lo entiendo como parte de la crisis que les causo a los intelectuales la caída de Europa del Este. Cuando Europa del Este cayó, los intelectuales en América Latina y en otras partes del mundo empezaron a renegar, a quejarse. Los mismos intelectuales que habían estado identificados con la revolución socialista, con el campo socialista, que se habían sentido honrados estando en Moscú, bajo órdenes de Moscú... Cuando la revolución Sandinista deja el gobierno, entonces viene la critica. Entonces, se vuelven críticos de la revolución.
David Frost: Su amigo (Hugo) Chávez acaba de ganar una votación que le va permitir lanzarse para la reelección, todas las veces que quiera, por el tiempo que quiera. En el caso de Nicaragua, ¿desea usted cambiar la ley para poder también lanzar su candidatura a una reelección continua y no tener que esperar un período de cinco años antes de poder relanzar su candidatura? ¿quiere cambiar la ley aquí?
Daniel Ortega: En la Constitución del 87 no había ninguna limitación para la reelección continua. Fue en el año 1995 que la constitución fue reformada por un gobierno de la derecha para evitar eso. En parte fue en parte para quitarle el pueblo el derecho de elegir a sus autoridades como ellos quisieran. Desde 1996 sentimos que hay una necesidad en Nicaragua de cambiar esto de nuevo, para establecer lo que nosotros llamamos "democracia directa". Eso quiere decir que los ciudadanos de nuestros países puedan ejercer democracia directa. Y nosotros sentimos fuertemente la necesidad de acabar con el sistema presidencialista y dar paso a un sistema parlamentarista que no tenga estas limitaciones para elecciones sucesivas, uno en el que no hay inhibición para que se pueda estar dando la reelección de autoridades.
David Frost: Obviamente, usted va a estar en campaña por el resto de su vida. Pero no me quedó claro, por lo que me dijo antes, si va a buscar ser reelecto inmediatamente al final de este período o si le gustaría hacer las de Putin, y ser Primer Ministro por cinco años mientras alguien más es Presidente. ¿Quiere hacer las de Putin?
Daniel Ortega: Yo comparto el principio que la gente tiene el derecho de elegir a sus candidatos... o no. Si el candidato representa sus intereses, lo van a elegir. Si el candidato no representa sus deseos, no lo van a elegir. Creo que eso fue lo que estaba en juego en el reciente referéndum en Venezuela, el referéndum que Hugo Chávez tuvo en Venezuela. Y yo apoyo completamente esa posición que la gente tiene derecho a elegir al candidato de su gusto, que estos obstáculos no deben existir para negarles ese derecho. Ahora que estamos de regreso en el gobierno, si las condiciones lo permiten, sí, volvería a correr para presidente, y si no están presentes, entonces estaría bien actuando como Primer Ministro y luego volver a correr para Presidente.
David Frost: Usted dijo antes "si Dios me da vida"... Yo he leído en los periódicos que hay gente que dice que usted tiene leucemia o algo así. Pero usted se ve muy bien esta tarde, está tan vigoroso como cuando empezamos. Asumo que esos rumores son infundados y que va a vivir hasta los 100 años, ¿o no?
Daniel Ortega: Mi madre vivió noventa y siete años. Y yo espero poder vivir el tiempo suficiente para contribuir a esta nueva etapa de desarrollo de la revolución. Estos son tiempos excitantes, pero hay una guerra psicológica en contra de nosotros. Por ejemplo, Ernesto Cardenal ha dicho que yo no puedo recibir o estar en el sol, que yo padezco de una enfermedad que no puedo exponerme a la luz del sol, y que por eso es que mi esposa Rosario juega un papel tan significativo. Eso es parte de la guerra psicológica para crear imágenes que están nada más en la cabeza de gente que está interesada en hacer daño.
El gobierno de izquierda era, por decirlo suavemente, mal visto aquí en Washington. Y el presidente Ronald Reagan y los primeros neoconservadores hicieron todo lo que pudieron para apoyar a la insurgencia, la "Contra", en su lucha contra los sandinistas. Al final, fueron los votantes, no los rebeldes, los que sacaron a Daniel Ortega del poder, en 1990. Pero hace 2 años, veinte años después, regresó, siendo reelecto con un escaso 38 por ciento de los votos. Pero el nuevo gobierno de Ortega no carece de críticos, algunos sus viejos aliados, quienes lo acusan de querer llevar al país hacia una nueva dictadura. A inicios de la semana volé Managua para reunirme con el presidente Daniel Ortega.
Sir David Frost: ¿Qué edad tenía usted cuando pensó por la primera vez que la política y la revolución podían ser su vida? ¿Qué tan joven era?
Daniel Ortega: La verdad es que era un niño, tendría siete u ocho años de edad la primera vez que escuché a mi padre hablar de sus experiencias, el había luchado con Sandino, y escuché a mi madre contar sus experiencias cuando había sido detenida por los Somozas y la experiencia de mi padre cuando también estuvo preso por los Somoza. Me interesé en política bastante joven...
David Frost: Cuando se acercaba la revolución, además de hablar y todo eso, ¿le tocó también combatir? ¿recibió ese tipo de entrenamiento en Cuba? ¿era, por decirlo de alguna manera, asunto de matar o morir?
Daniel Ortega: Si. En 1978 yo estaba al frente de un destacamento guerrillero en la insurrección en el norte de Nicaragua y estábamos combatiendo contra la Guardia Nacional. Y en combate uno no está seguro: uno dispara, ellos disparan, las balas están por todos lados y uno no puede estar realmente seguro de si está matando a este enemigo o a este otro. Éramos dos enemigos disparándose y al final del combate encontramos varios guardias muertos. Uno de sus oficiales estaba muerto. Y uno de los nuestros había sido herido. Así que no puedo decir a cuantos maté, pero sí, estuve en una situación de matar o morir, y esa era una situación de mucha tensión...
También tuve otras experiencias, por ejemplo, estaba el peor esbirro que tenía Somoza, un especialista en tortura, que me había torturado a mí y a mucha otra gente. Entonces, el Frente Sandinista de Liberación Nacional decidió ejecutarlo en una operación en la que yo participé. Fuimos con subametralladoras, él intentó pelear, pero éramos muchos más, así que logramos matarlo. Yo participé en la ejecución.
David Frost: Durante los años 80 usted y los sandinistas estaban en los titulares de todo el mundo. Cuándo perdió la elección con la señora Chamorro, en 1990, eso debe haber sido una sorpresa mayor para usted, que para el resto del mundo...
Daniel Ortega: Pienso que la pérdida electoral era inevitable. En ese entonces Nicaragua contaba con una población de tres millones y medio de habitantes, y teníamos una guerra con la contra que había dejado más de treinta y cinco mil bajas. Todos los días aquí se enterraban muchachos que habían muerto en la guerra. La situación económica era muy difícil y nuestros programas sociales eran un blanco de la contrarrevolución. Atacaban a los maestros, los centros de salud, los proyectos de carreteras, los doctores...
Había un desgaste de la gente, de manera que la elección se convirtió en un plebiscito entre la guerra y la paz. Además no hay que olvidar que la candidata de la oposición contaba con el apoyo de George Bush Padre. El mensaje de los Estados Unidos era: si quieren paz, quieren ayuda de los EEUU, tienen que votar por la señora Chamorro. Entonces fue un referéndum. El resultado indiscutiblemente no lo esperábamos. Nosotros queríamos ganar, nosotros pensábamos ganar, y no fue fácil para nosotros asimilar el resultado. Es decir, nos costaba creerlo. Pero no titubeamos en reconocer los resultados.
David Frost: En lo que respecta a este período de gobierno, usted en realidad ha tenido más críticos que la primera vez. Después de su pelea con el Señor (Ernesto) Cardenal, sesenta intelectuales protestaron por la falta de transparencia, su estilo autoritario, comportamiento inescrupuloso y la falta de ética que usted habría mostrado desde su regreso al poder. También se quejan de un fraude en las elecciones municipales de Noviembre, etc. Esas críticas ¿le tocan el corazón o piensa Usted que no son relevantes?
Daniel Ortega: Yo lo entiendo perfectamente. Lo entiendo como parte de la crisis que les causo a los intelectuales la caída de Europa del Este. Cuando Europa del Este cayó, los intelectuales en América Latina y en otras partes del mundo empezaron a renegar, a quejarse. Los mismos intelectuales que habían estado identificados con la revolución socialista, con el campo socialista, que se habían sentido honrados estando en Moscú, bajo órdenes de Moscú... Cuando la revolución Sandinista deja el gobierno, entonces viene la critica. Entonces, se vuelven críticos de la revolución.
David Frost: Su amigo (Hugo) Chávez acaba de ganar una votación que le va permitir lanzarse para la reelección, todas las veces que quiera, por el tiempo que quiera. En el caso de Nicaragua, ¿desea usted cambiar la ley para poder también lanzar su candidatura a una reelección continua y no tener que esperar un período de cinco años antes de poder relanzar su candidatura? ¿quiere cambiar la ley aquí?
Daniel Ortega: En la Constitución del 87 no había ninguna limitación para la reelección continua. Fue en el año 1995 que la constitución fue reformada por un gobierno de la derecha para evitar eso. En parte fue en parte para quitarle el pueblo el derecho de elegir a sus autoridades como ellos quisieran. Desde 1996 sentimos que hay una necesidad en Nicaragua de cambiar esto de nuevo, para establecer lo que nosotros llamamos "democracia directa". Eso quiere decir que los ciudadanos de nuestros países puedan ejercer democracia directa. Y nosotros sentimos fuertemente la necesidad de acabar con el sistema presidencialista y dar paso a un sistema parlamentarista que no tenga estas limitaciones para elecciones sucesivas, uno en el que no hay inhibición para que se pueda estar dando la reelección de autoridades.
David Frost: Obviamente, usted va a estar en campaña por el resto de su vida. Pero no me quedó claro, por lo que me dijo antes, si va a buscar ser reelecto inmediatamente al final de este período o si le gustaría hacer las de Putin, y ser Primer Ministro por cinco años mientras alguien más es Presidente. ¿Quiere hacer las de Putin?
Daniel Ortega: Yo comparto el principio que la gente tiene el derecho de elegir a sus candidatos... o no. Si el candidato representa sus intereses, lo van a elegir. Si el candidato no representa sus deseos, no lo van a elegir. Creo que eso fue lo que estaba en juego en el reciente referéndum en Venezuela, el referéndum que Hugo Chávez tuvo en Venezuela. Y yo apoyo completamente esa posición que la gente tiene derecho a elegir al candidato de su gusto, que estos obstáculos no deben existir para negarles ese derecho. Ahora que estamos de regreso en el gobierno, si las condiciones lo permiten, sí, volvería a correr para presidente, y si no están presentes, entonces estaría bien actuando como Primer Ministro y luego volver a correr para Presidente.
David Frost: Usted dijo antes "si Dios me da vida"... Yo he leído en los periódicos que hay gente que dice que usted tiene leucemia o algo así. Pero usted se ve muy bien esta tarde, está tan vigoroso como cuando empezamos. Asumo que esos rumores son infundados y que va a vivir hasta los 100 años, ¿o no?
Daniel Ortega: Mi madre vivió noventa y siete años. Y yo espero poder vivir el tiempo suficiente para contribuir a esta nueva etapa de desarrollo de la revolución. Estos son tiempos excitantes, pero hay una guerra psicológica en contra de nosotros. Por ejemplo, Ernesto Cardenal ha dicho que yo no puedo recibir o estar en el sol, que yo padezco de una enfermedad que no puedo exponerme a la luz del sol, y que por eso es que mi esposa Rosario juega un papel tan significativo. Eso es parte de la guerra psicológica para crear imágenes que están nada más en la cabeza de gente que está interesada en hacer daño.