Las últimas encuestas publicadas revelan que la mayoría de los capitalinos le ve más capacidad y mejores propuestas a Norman Quijano. Sin embargo, contestando la pregunta clave por la intención de voto, sigue habiendo una mayoría que dice que votará por la alcaldesa actual, Violeta Menjívar.
Entonces, hay un sector (pequeño, pero posiblemente con capacidad de definir las elecciones) que tiene la intención de votar por la candidata menos capaz y por las propuestas menos convincentes. Concientemente.
No estamos hablando de los sectores ideológicamente cegados. Estos ni siquiera son capaces de reconocerle capacidad y propuestas correctas a sus adversarios. No estamos hablando del voto duro que vota por cualquier candidato, por más incapaz que sea, por el color de su bandera.
Estamos hablando de votantes que concientemente deciden votar en contra de cierto partido, aunque saben que tiene el mejor candidato y las mejores soluciones para la alcaldía capitalina. Quieren castigar al partido en el gobierno. Por más absurdo que parezca: En vez de castigar al FMLN, que es responsable por la pésima gestión de su alcaldesa, están dispuestos de aguantarla por tres años más, con tal de expresar su desacuerdo con el gobierno central de Tony Saca.
Por lo menos es un voto razonado. Aunque el razonamiento es absurdo. Siendo razonada la intención de voto, deja espacio para reflexión. No es un voto duro que da su apoyo ciegamente.
Los capitalinos que están dispuestos a votar por la propuesta que ellos mismos califican como la menos calificada, tienen dos semanas para reflexionar. Es importante que tengan en cuenta la importancia que tienen las elecciones municipales. Son mucho más que la primera ronda de las elecciones presidenciales. Quien quiere castigar a Tony Saca tiene cómo hacerlo en las elecciones de marzo, cuando de elegir presidente se trata. Hoy en enero está en juego el futuro de nuestras ciudades. Quien tiene la mayor capacidad para solucionar los inmensos problemas de la ciudad y las mejores propuestas, debería ser electo alcalde.
Cada voto --para alcaldes, para diputados, para presidente-- debería tener su razonamiento propio. Nadie está obligado a dar sus tres votos al mismo partido.
Resentimiento es el peor consejero para un voto razonado. Otra cosa es el castigo. No hay nada malo con usar el voto para castigar a los malos gobernantes. Lo que es absurdo es votar por malos alcaldes para castigar al presidente. Si votamos por malos alcaldes, los únicos castigados seremos nosotros.
Los candidatos para las elecciones municipales y tienen dos semanas más para convencer a los votantes que las elecciones del 18 de enero son para elegir alcaldes. Tienen la ventaja que para los ciudadanos es mucho más fácil medir la capacidad de sus alcaldes y de los candidatos a alcalde que en el caso de diputados y presidente. Para los ciudadanos es mucho más fácil distinguir entre propuestas viables y mentiras cuando se trata de solucionar los problemas de su municipio o barrio.
Hasta ahora, los votantes salvadoreños han tenido la sabiduría de reelegir a los buenos alcaldes, siempre y cuando hayan probado que representan a su municipio más que a su partido. También han tenido la sabiduría de deshacerse de los malos alcaldes, independiente de su afiliación. En esta tradición, Orlando Mena no debería tener problemas de lograr su reelección, ya que la mayoría de los ciudadanos de Santa Ana lo califica como es más calificado. Y por otra parte, los capitalinos no deberían votar por Violeta Menjívar, ya que conceden más capacidad a su contrincante Norman Quijano.
Ya que resulta poco probable --gane quien gane en marzo-- que tengamos un buen gobierno, por lo menos aseguremos que tengamos buenos alcaldes.
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)
Entonces, hay un sector (pequeño, pero posiblemente con capacidad de definir las elecciones) que tiene la intención de votar por la candidata menos capaz y por las propuestas menos convincentes. Concientemente.
No estamos hablando de los sectores ideológicamente cegados. Estos ni siquiera son capaces de reconocerle capacidad y propuestas correctas a sus adversarios. No estamos hablando del voto duro que vota por cualquier candidato, por más incapaz que sea, por el color de su bandera.
Estamos hablando de votantes que concientemente deciden votar en contra de cierto partido, aunque saben que tiene el mejor candidato y las mejores soluciones para la alcaldía capitalina. Quieren castigar al partido en el gobierno. Por más absurdo que parezca: En vez de castigar al FMLN, que es responsable por la pésima gestión de su alcaldesa, están dispuestos de aguantarla por tres años más, con tal de expresar su desacuerdo con el gobierno central de Tony Saca.
Por lo menos es un voto razonado. Aunque el razonamiento es absurdo. Siendo razonada la intención de voto, deja espacio para reflexión. No es un voto duro que da su apoyo ciegamente.
Los capitalinos que están dispuestos a votar por la propuesta que ellos mismos califican como la menos calificada, tienen dos semanas para reflexionar. Es importante que tengan en cuenta la importancia que tienen las elecciones municipales. Son mucho más que la primera ronda de las elecciones presidenciales. Quien quiere castigar a Tony Saca tiene cómo hacerlo en las elecciones de marzo, cuando de elegir presidente se trata. Hoy en enero está en juego el futuro de nuestras ciudades. Quien tiene la mayor capacidad para solucionar los inmensos problemas de la ciudad y las mejores propuestas, debería ser electo alcalde.
Cada voto --para alcaldes, para diputados, para presidente-- debería tener su razonamiento propio. Nadie está obligado a dar sus tres votos al mismo partido.
Resentimiento es el peor consejero para un voto razonado. Otra cosa es el castigo. No hay nada malo con usar el voto para castigar a los malos gobernantes. Lo que es absurdo es votar por malos alcaldes para castigar al presidente. Si votamos por malos alcaldes, los únicos castigados seremos nosotros.
Los candidatos para las elecciones municipales y tienen dos semanas más para convencer a los votantes que las elecciones del 18 de enero son para elegir alcaldes. Tienen la ventaja que para los ciudadanos es mucho más fácil medir la capacidad de sus alcaldes y de los candidatos a alcalde que en el caso de diputados y presidente. Para los ciudadanos es mucho más fácil distinguir entre propuestas viables y mentiras cuando se trata de solucionar los problemas de su municipio o barrio.
Hasta ahora, los votantes salvadoreños han tenido la sabiduría de reelegir a los buenos alcaldes, siempre y cuando hayan probado que representan a su municipio más que a su partido. También han tenido la sabiduría de deshacerse de los malos alcaldes, independiente de su afiliación. En esta tradición, Orlando Mena no debería tener problemas de lograr su reelección, ya que la mayoría de los ciudadanos de Santa Ana lo califica como es más calificado. Y por otra parte, los capitalinos no deberían votar por Violeta Menjívar, ya que conceden más capacidad a su contrincante Norman Quijano.
Ya que resulta poco probable --gane quien gane en marzo-- que tengamos un buen gobierno, por lo menos aseguremos que tengamos buenos alcaldes.
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)