Las estimaciones de los analistas, tanto del lado del oficialismo como de la oposición, fueron atinadas en la mayoría de los casos, como se comprobó luego del primer boletín del CNE. Pero del lado de los voceros del Gobierno, empezando por el Presidente, sólo se gritaron durante la campaña mentiras y exageraciones sobre la gran victoria que obtendría el PSUV en estos comicios regionales y municipales.
"Los vamos a pulverizar", chillaba a cada rato el Presidente refiriéndose a la oposición, y para risas y mamaderas de gallo de los venezolanos, apenas pudo pulverizar a sus antiguos aliados civiles y compinches militares. De manera que aquí cabe muy bien el refrán de que la culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. Y el garrote lo entregaba bien engrasado el propio Chávez.
Estas gobernaciones "rescatadas" de manos de los mentados "traidores al chavismo" no constituían ni habían constituido en el pasado territorios de la oposición, ni mucho menos. En todo caso, tanto Sucre como Aragua se trataba de dos gobernadores regionales cuyos liderazgos y mandatos eran anteriores a la llegada del chavismo al poder. Cuando Chávez inventó la trampa de "relegitimarse" para así prolongar indebidamente su tiempo en la presidencia, tuvo que permitir la reelección de todos los gobernadores, y así se hizo.
Desde ese momento se dio inicio a una alianza política que se mantuvo por años, y que sólo se rompió cuando Chávez les quiso pasar militarmente la aplanadora a la hora de escoger a sus dos candidatos. Ahí no hubo consulta alguna. Ni Didalco Bolívar ni Ramón Martínez aspiraban a la reelección, de manera que en Aragua y en Sucre ganaron los candidatos más apreciados por los votantes, como era lógico, y los venezolanos hoy deben respetar ese criterio mayoritario. Entonces, ¿quién pulverizó a quién? Quizás, a lo mejor, o tal vez, se pulverizaron entre ellos.
Pero el Presidente de la República no impidió que la oposición pulverizara a Diosdado Cabello, el hombre que le cargaba el maletín a Chávez y lo esperaba, pacientemente, en la parte de afuera de las reuniones mientras Chávez cuadraba alianzas con la oligarquía. Como para que no hubiera testigo militar de sus trapisondas. A su hombre de confianza no le bastó el paraguas presidencial y le llovieron tantos votos en contra que provocaron un deslave en el corazoncito de Hugo. Ojitos lindos se volvió ojitos feos.
Y en Petare ahora resulta que los votos de la clase media son venenosos, le hacen daño a la revolución bolivariana, no tienen el equivalente real e igualitario respecto a los otros votos de los venezolanos. Según el "demócrata" Hugo Chávez, sólo su gente "sabe votar", y el resto del país sufraga a tientas y a locas, guiado por las malas influencias de los medios de comunicación, de la CIA o de la oligarquía y los terratenientes. ¿Y cuantos terratenientes hay en Petare? ¿Y cuantos ladrones y corruptos hay en el PSUV y en Pdvsa? Sería bueno saberlo.
"Los vamos a pulverizar", chillaba a cada rato el Presidente refiriéndose a la oposición, y para risas y mamaderas de gallo de los venezolanos, apenas pudo pulverizar a sus antiguos aliados civiles y compinches militares. De manera que aquí cabe muy bien el refrán de que la culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. Y el garrote lo entregaba bien engrasado el propio Chávez.
Estas gobernaciones "rescatadas" de manos de los mentados "traidores al chavismo" no constituían ni habían constituido en el pasado territorios de la oposición, ni mucho menos. En todo caso, tanto Sucre como Aragua se trataba de dos gobernadores regionales cuyos liderazgos y mandatos eran anteriores a la llegada del chavismo al poder. Cuando Chávez inventó la trampa de "relegitimarse" para así prolongar indebidamente su tiempo en la presidencia, tuvo que permitir la reelección de todos los gobernadores, y así se hizo.
Desde ese momento se dio inicio a una alianza política que se mantuvo por años, y que sólo se rompió cuando Chávez les quiso pasar militarmente la aplanadora a la hora de escoger a sus dos candidatos. Ahí no hubo consulta alguna. Ni Didalco Bolívar ni Ramón Martínez aspiraban a la reelección, de manera que en Aragua y en Sucre ganaron los candidatos más apreciados por los votantes, como era lógico, y los venezolanos hoy deben respetar ese criterio mayoritario. Entonces, ¿quién pulverizó a quién? Quizás, a lo mejor, o tal vez, se pulverizaron entre ellos.
Pero el Presidente de la República no impidió que la oposición pulverizara a Diosdado Cabello, el hombre que le cargaba el maletín a Chávez y lo esperaba, pacientemente, en la parte de afuera de las reuniones mientras Chávez cuadraba alianzas con la oligarquía. Como para que no hubiera testigo militar de sus trapisondas. A su hombre de confianza no le bastó el paraguas presidencial y le llovieron tantos votos en contra que provocaron un deslave en el corazoncito de Hugo. Ojitos lindos se volvió ojitos feos.
Y en Petare ahora resulta que los votos de la clase media son venenosos, le hacen daño a la revolución bolivariana, no tienen el equivalente real e igualitario respecto a los otros votos de los venezolanos. Según el "demócrata" Hugo Chávez, sólo su gente "sabe votar", y el resto del país sufraga a tientas y a locas, guiado por las malas influencias de los medios de comunicación, de la CIA o de la oligarquía y los terratenientes. ¿Y cuantos terratenientes hay en Petare? ¿Y cuantos ladrones y corruptos hay en el PSUV y en Pdvsa? Sería bueno saberlo.