"Volver a prometer un milagro, luego de que fracasara aparatosamente la primera vez, lo vuelve mentiroso compulsivo al presidente."
En la voz del autor: Mentirosos.mp3
83 remodelaciones cada mes. 19 cada semana. 2.75 cada día...
A esta matemática presidencial nadie le paró bolas, ni los padres de familia, ni lo alumnos, ni los maestros, ni nadie en el Ministerio de Educación. Es la ligereza con que Bukele maneja números, pensaron todos, es un fanfarrón quien confunde propaganda con realidad...
Pero sí nos agarró de sorpresa el hombre cuando el pasado 21 de mayo salió en Cadena Nacional anunciando el “Programa dos escuelas al día”. O sea, prometió que en el resto de su mandato -cuatro años- va a remodelar 728 escuelas cada año, un total de 2,912 escuelas. Esta cifra es un poquito más modesta (2 escuelas al día, en vez de 2.75), pero igual es pura fantasía. A menos que remodelar una escuela se reduzca a una mano de pintura. Pero esto no correspondería a la realidad ni a las necesidades de nuestras escuelas...
Volver a prometer un milagro, luego de que fracasara aparatosamente la primera vez, lo vuelve mentiroso compulsivo al presidente. Algunos mentirosos compulsivos mienten por impulso, no pueden de otra manera. Otros mienten para construir una realidad paralela. Otros mienten por necesidad de engrandecerse. Ninguno de estos diferentes tipos de mentirosos compulsivos debería tener poder, mucho menos el poder tan total que nadie lo puede desafiar.
Dictadores como Hitler o Stalin vivían en un mundo paralelo en el cual era necesario y legítimo mandar a matar a millones de personas. Trump maneja datos y cifras a su antojo, sin relación con la realidad - y con esto está acercando al mundo a una fatal crisis financiera. Bukele, desde que era alcalde de Nuevo Cuscatlán, prometió cifras de inversión estrambóticas e irreales (mil millones de dólares para este pueblito), pero lo que realmente hizo es endeudarlo.
Hasta la fecha, mentir le ha dado rédito político, parece ser parte de su imagen de ‘cool’.
Es tiempo que le tomemos de sus palabras, cifras y promesas y las confrontemos con la realidad, con sus pobres resultados.
Adiós, vacaciones. En junio retomaré el ritmo normal de mis cartas. Promesa para unos, amenaza para otros...
Saludos,