Hoy cumple dos años el gobierno de Sánchez Cerén. Aunque no me
gustan los cumpleaños de los gobiernos, voy a hacer un balance. Prometo
no escribir sobre seguridad, sobre la militarización de la PNC o sobre
mano dura – es más que conocida mi crítica en estos puntos. Veo este
capítulo mucho más negativo que Salvador Samayoa, quien lo analizó en
este mismo espacio. Yo diría: Muchas sombras y pocas lucecitas…
El de Salvador Sánchez Cerén es el gobierno que más recursos ha tenido para resolver los problemas de los ciudadanos. Es beneficiario de las diferentes reformas tributarias, cobra más impuestos que cualquier otro gobierno y ha tenido acceso a préstamos como ningún otro gobierno. Lamentablemente, esto no se refleja en mejores servicios del Estado a sus ciudadanos. Los servicios básicos -educación, salud, agua potable, seguridad- son más deficientes ahora que cuando asumió este segundo gobierno del FMLN. El Estado ha crecido en burócratas y presupuestos, pero no en servicios.
Y a pesar de esta desproporción entre recursos obtenidos y servicios prestados, la situación fiscal del gobierno es más crítica hoy que hace dos años. Tan crítica que el gobierno ha llegado al descaro de proponer, en vez de una reforma de pensiones que garantice la sostenibilidad del sistema previsional, una expropiación de las cuentas de ahorro que los cotizantes tienen en las AFP.
Hagamos un balance de los megaproyectos de infraestructura de este gobierno: han pasado dos años más sin que se haya puesto en funcionamiento el puerto de La Unión. Ya ni hablan de esta ruina de desarrollo. Han pasado siete años y no han ni siquiera empezado con la necesaria ampliación y modernización del aeropuerto internacional. Lo único que han hecho es cambiarle de nombre. Otros megaproyectos, como la presa del Chaparral y la ampliación de la 5 de noviembre, están hundidos en escándalos de corrupción e ineptitud. Y lo peor: al terminarlos, resultarán tan caros que su aporte a la producción energética no sería nada rentable. El más rentable, eficiente y sostenible recurso energético del país, la producción geotérmica, está estancado y ni el gobierno de Funes ni el actual ha podido ampliarlo. Un proyecto de generación solar, que tiene financiamiento de Alemania, a esta altura tendría que estar ya produciendo energía y ni siquiera se han terminado las licitaciones.
En el otro megaproyecto del SITRAMSS, el gobierno en dos años no ha podido ni siquiera terminar la fase I. Es más, el gobierno sigue planificando implementar la fase II, sin haber tenido la capacidad ni la voluntad de corregir los errores del la fase I.
El balance de dos años de gobierno de Salvador Sánchez Cerén en cuanto a inversión en infraestructura es sumamente negativo, exceptuando algunas construcciones del MOP, que parecen haber avanzado bien, pero que todavía tienen que comprobar su capacidad de resolver los serios problemas de movilidad en el Gran San Salvador.
El gran logro que publicita el gobierno es la concertación. Pero hay que preguntarse: ¿De qué sirven los múltiples Consejos Nacionales (de Seguridad Ciudadana, de Educación, de Medio Ambiente, de Crecimiento Económico) si en dos años no han producido resultados tangibles? Más bien da la sensación de que estos Consejos sirven para comprometer a la oposición política y al sector empresarial con los fracasos de las políticas públicas del gobierno.
En cuanto al otro gran reto del país, de generar un crecimiento económico que permitiría resolver las necesidades fiscales del Estado sin endeudarlo más, el balance es igualmente negativo. Un gobierno con la obsesión ideológica antiempresarial que caracteriza al FMLN no va a poder atraer inversiones por más generosamente que el hermano grande del norte le eche la mano. Parece que es como en la fábula del alacrán y la rana: al final se hunden los dos porque la naturaleza obliga al alacrán a hacer uso de su veneno.
¿Pueden las recientes reuniones entre gobierno y ANEP cambiar esta historia? Ojalá, aunque sea para resolver un par de los problemas más urgentes del país. Pero lo dudo.
Todavía no hemos hablado de la crisis del café, de los exabruptos en política exterior, de los gastos exagerados de la burocracia…
¿Es duro este balance crítico de la gestión gubernamental? Sí, pero coincide con la evaluación que la ciudadanía ha expresado en todas las encuestas. El país ha avanzado en transparencia, en independencia de los poderes y en investigación de casos de corrupción, pero estos son logros más de la ciudadanía que del gobierno.
El de Salvador Sánchez Cerén es el gobierno que más recursos ha tenido para resolver los problemas de los ciudadanos. Es beneficiario de las diferentes reformas tributarias, cobra más impuestos que cualquier otro gobierno y ha tenido acceso a préstamos como ningún otro gobierno. Lamentablemente, esto no se refleja en mejores servicios del Estado a sus ciudadanos. Los servicios básicos -educación, salud, agua potable, seguridad- son más deficientes ahora que cuando asumió este segundo gobierno del FMLN. El Estado ha crecido en burócratas y presupuestos, pero no en servicios.
Y a pesar de esta desproporción entre recursos obtenidos y servicios prestados, la situación fiscal del gobierno es más crítica hoy que hace dos años. Tan crítica que el gobierno ha llegado al descaro de proponer, en vez de una reforma de pensiones que garantice la sostenibilidad del sistema previsional, una expropiación de las cuentas de ahorro que los cotizantes tienen en las AFP.
Hagamos un balance de los megaproyectos de infraestructura de este gobierno: han pasado dos años más sin que se haya puesto en funcionamiento el puerto de La Unión. Ya ni hablan de esta ruina de desarrollo. Han pasado siete años y no han ni siquiera empezado con la necesaria ampliación y modernización del aeropuerto internacional. Lo único que han hecho es cambiarle de nombre. Otros megaproyectos, como la presa del Chaparral y la ampliación de la 5 de noviembre, están hundidos en escándalos de corrupción e ineptitud. Y lo peor: al terminarlos, resultarán tan caros que su aporte a la producción energética no sería nada rentable. El más rentable, eficiente y sostenible recurso energético del país, la producción geotérmica, está estancado y ni el gobierno de Funes ni el actual ha podido ampliarlo. Un proyecto de generación solar, que tiene financiamiento de Alemania, a esta altura tendría que estar ya produciendo energía y ni siquiera se han terminado las licitaciones.
En el otro megaproyecto del SITRAMSS, el gobierno en dos años no ha podido ni siquiera terminar la fase I. Es más, el gobierno sigue planificando implementar la fase II, sin haber tenido la capacidad ni la voluntad de corregir los errores del la fase I.
El balance de dos años de gobierno de Salvador Sánchez Cerén en cuanto a inversión en infraestructura es sumamente negativo, exceptuando algunas construcciones del MOP, que parecen haber avanzado bien, pero que todavía tienen que comprobar su capacidad de resolver los serios problemas de movilidad en el Gran San Salvador.
El gran logro que publicita el gobierno es la concertación. Pero hay que preguntarse: ¿De qué sirven los múltiples Consejos Nacionales (de Seguridad Ciudadana, de Educación, de Medio Ambiente, de Crecimiento Económico) si en dos años no han producido resultados tangibles? Más bien da la sensación de que estos Consejos sirven para comprometer a la oposición política y al sector empresarial con los fracasos de las políticas públicas del gobierno.
En cuanto al otro gran reto del país, de generar un crecimiento económico que permitiría resolver las necesidades fiscales del Estado sin endeudarlo más, el balance es igualmente negativo. Un gobierno con la obsesión ideológica antiempresarial que caracteriza al FMLN no va a poder atraer inversiones por más generosamente que el hermano grande del norte le eche la mano. Parece que es como en la fábula del alacrán y la rana: al final se hunden los dos porque la naturaleza obliga al alacrán a hacer uso de su veneno.
¿Pueden las recientes reuniones entre gobierno y ANEP cambiar esta historia? Ojalá, aunque sea para resolver un par de los problemas más urgentes del país. Pero lo dudo.
Todavía no hemos hablado de la crisis del café, de los exabruptos en política exterior, de los gastos exagerados de la burocracia…
¿Es duro este balance crítico de la gestión gubernamental? Sí, pero coincide con la evaluación que la ciudadanía ha expresado en todas las encuestas. El país ha avanzado en transparencia, en independencia de los poderes y en investigación de casos de corrupción, pero estos son logros más de la ciudadanía que del gobierno.
(El Diario de Hoy)