Colegas:
Esto va a los colegas que este lunes estaban en la histórica conferencia de prensa conjunta de Barack Obama y Raúl Castro en La Habana. Y los que se callaron el pico cuando Raul Castro dijo, literalmente: "Si hay presos políticos, dame la lista para soltarlos. Dime el nombre o los nombres para soltarlos. Si hay presos políticos a la noche los suelto."
Esto va a los colegas que este lunes estaban en la histórica conferencia de prensa conjunta de Barack Obama y Raúl Castro en La Habana. Y los que se callaron el pico cuando Raul Castro dijo, literalmente: "Si hay presos políticos, dame la lista para soltarlos. Dime el nombre o los nombres para soltarlos. Si hay presos políticos a la noche los suelto."
Nadie dijo nada, y ver esta escena y
escuchar este silencio ha sido uno de los pocos momentos que me da pena ser
periodista.
¡Que banda de cobardes y oportunistas!
Todos en esta sala, sin excepción, si no tenían a la mano la lista completa de
presos políticos en Cuba (que la debieron tener si son periodistas de verdad),
se sabían los nombres de los más prominentes disidentes presos. Y todos se
callaron, cuando era el momento histórico de hablar y poner a prueba las
palabras del presidente cubano…
Obviamente no estoy hablando de los periodistas
cubanos que estaban en esta sala. Cualquiera de ellos que abre el pico por lo
menos pierde su trabajo. Esto va con los periodistas estrella que tienen el
privilegio de acompañar al presidente Obama en su Air Force One; los que ahora
andan con él en Cuba, aprovechando el Día Mundial de la Poesía para escribir
poemas sobre el fin de la guerra fría.
Nadie de ellos habló. ¡Que silencio tan
elocuente! Todos tienen la información sobre los presos políticos (y si uno de
ellos no la tiene, fue un error de mandarlo a Cuba); todos hubieran podido
aprovechar la situación para gritar por lo menos un nombre. ¿Hubieran corrido
un riesgo? Me imagino que sí. El riesgo de no volver a conseguir visa de
periodista para trabajar en Cuba. Riesgo tal vez incluso de ya no ser invitado
al pool de periodistas que viaja con el presidente de Estados Unidos.
Tal vez sí, tal vez no. Pero cualquiera
que se hubiera animado a desafiar a Castro y ponerlo en la situación de tener
que explicar porque no cumplía su promesa, hubiera salido de esta sala, tal vez
no como héroe, pero como periodista decente.
No corrían riesgo de perder su trabajo.
Mucho menos de ir preso, como cualquiera de sus colegas cubanos. Ustedes son
los periodistas mejor pagados del mundo, representando a los medios más
poderosos del mundo – y se acobardan ante un presidente Castro, porque por más
que ahora haya apertura entre estados Unidos y Cuba, este autócrata todavía
puede decidir si ustedes serán parte de esta historia tan atractiva para el
periodismo… Y esto, me da mucha pena decirlo, es suficiente para callar a todo
el famoso press corps de la Casa Blanca.
¿O estaban ustedes esperando que Barack Obama
sacara de la manga la lista de los presos políticos cubanos y se la diera a
Castro?
Obama ha abierto una puerta,
¡enhorabuena!, pero de nada sirve si los periodistas no pasan por ella - y si
no nosotros no nos quedamos parados en la puerta para que nadie la pueda volver
a cerrar, y para que al final los cubanos pueden pasar por ella.
¿No se dan cuenta ustedes que en esta
historia fascinante de la apertura entre Cuba y Estados Unidos nosotros, los
periodistas y los medios, no solo somos observadores. Somos protagonistas,
ocupando el espacio que se abre.
No
nos hagan pasar vergüenza, colegas.
(Mas!/El Diario de Hoy)