jueves, 11 de junio de 2015

Carta a las familias de la finca El Espino

Estimados amigos:
Me alegra que la Sala haya parado el desalojo de ustedes. No se puede simplemente trasplantar familias enteras, que durante décadas han vivido en El Espino, a Mejicanos. Mucho menos por la fuerza. Que suerte que tenemos una Sala de lo Constitucional que para esta locura. Y qué ironía: A ustedes les protegen unos magistrados que según el partido que dice defender los pobres acusa de ser agentes de la oligarquía…

Yo no sé cuál es la situación legal de la finca donde viven, luego de tantos años de pleito. No me voy a meter en argumentos legales. Pero la justicia tiene que responder a la razón común. Y la razón común me dice: Debe haber una solución a este problema que no afecta a sus familias y tampoco a los dueños de la finca. Y esta solución no puede ser el desalojo, y tampoco que les manden al otro lado de la ciudad.


La razón común también me dice: El Espino es suficiente grande para que todos quepan. Siempre dicen que acabaron El Espino, pero el otro día subí al volcán, y desde uno de los miradores vi el mar inmenso de verde que todavía es el Espino. Hicieron los centros comerciales, hicieron la Diego Holguín, hicieron la Cancillería, hicieron las nuevas urbanizaciones, hicieron el parque Bicentenario - pero todavía ahí está una enorme extensión de finca, de verde, de tierra. No puede ser que dentro del Espino, donde han nacido sus hijos y quieren morir sus abuelos, no haya espacio para 87 familias y sus casas.

En este lío tiene responsabilidad el Estado igual que los inversionistas y los dueños de los terrenos. Y ustedes. Bueno, que todos se dejen de pajas, que se pongan de acuerdo, que cada uno asuma su parte de responsabilidad social – y que les den un pedacito de esta finca, en medio o a la orilla del Espino. Nadie saldrá lastimado, todos ganarán: Construir armonía social y convertirse en buenos vecinos siempre es ganancia, para todos.

No sé si la Sala puede plantear una solución de este tipo. A lo mejor no, porque no es un problema jurídico. Es un problema político: de convivencia, de voluntad, de paz social. Toca a los políticos y los empresarios, no a la Corte. Y también a ustedes. No pueden exigir milagros ni pedir limosnas. Tienen que ser parte de la solución, parte del vecindario Espino, que ya no es el mismo, donde hay nuevos vecinos que no son enemigos, sino más bien representan nuevas oportunidades.

Esto no es un pleito entre ricos y pobres, terratenientes y colonos - por lo menos no debería quedarse en este plano obsoleto. Esto es un problema de desarrollo compartido. El desarrollo del Espino no puede pasar por el desalojo de los que siempre han vivido ahí. Y el derecho de ustedes de seguir viviendo en El Espino no puede lograrse vetando el desarrollo.

Tiene que haber una solución que combina las dos cosas y lleve desarrollo para todos. Saludos,
(Mas!/El Diario de Hoy)