No dije que ARENA perdió las elecciones,
sino que perdió la batalla por la presidencia. Un partido tiene que estar
preparado para ganar en las urnas,y también en las mesas. Si no se capacita
para ambas batallas, pierde. Esto es lo que pasó el 9 de marzo. Un partido que
no es capaz de movilizar el día de las elecciones un aparato electoral que
garantiza que no se pierda en la mesa del conteo ningún voto ganado en la urna,
no gana elecciones. Por lo menos no cuando el árbitro es tan parcial como
nuestro TSE y cuando el adversario a vencer es el FMLN.
El hecho que ahora ARENA esté llorando y
pataleando para que se abran las urnas y se revisen uno por uno los 19 mil
votos anulados y los 4 mil impugnados, se debe a un hecho constatable que vale
la pena resaltar: ARENA ya no es la maquina electoral invencible de antes. Esta
vez se enfrentaron dos maquinas electorales muy disparejas: la del FMLN,
super-organizada, altamente motivada, y en la cual cada miembro de junta
receptora de votos, cada vigilante de urna, cada supervisor estaba entrenado
para lograr anular el máximo de votos de ARENA. Y esta maquina se enfrentó a la
de ARENA, en su mayoría compuesta por voluntarios con poca experiencia, sin
disciplina partidaria - bien motivada, pero poco entrenada.
Resulta que los vigilantes e integrantes
de mesa del FMLN sistemáticamente y en todas las urnas usaron todo tipo de
argumentos, hostigamientos y tácticas de desgaste para anular o impugnar votos
emitidos para ARENA. Obviamente todos habían recibido línea y entrenamiento
para este efecto. Y resulta que sus homólogos de ARENA no estaban preparados,
por nada, para esta batalla. Nadie les había enseñado cómo conseguir la
anulación de votos, y nadie los había preparado para resistir la presión, a la
cual los sujetaba la maquinaria del FMLN, para anular voto de ARENA.
He entrevistado a docenas de personas que
cuidaron urnas para ARENA. Al interrogarlos en detalle, todos dijeron que luego
de rebatir múltiples intentos de anular votos, al fin dejaron pasar 1 ó 2.
Algunos salieron de esta batalla con la satisfacción de haber frustrado 10
intentos de robarles votos y que “solo me metieron dos goles”. No querían ser
exageradamente necios, y de todas formas nunca se imaginaban que el resultado
iba a ser tan reñido que literalmente cada voto contaba.
Hasta después, cuando vieron el
escrutinio nacional, se dieron cuenta que estos 1 ó dos votos nulos que dejaron
pasar en su conteo, multiplicados por los más de 10 mil urnas, podrían haber
definido las elecciones...
También la dirección del partido se dio
hasta después se dio cuenta del fenómeno de las anulaciones masivas. Y cuando
ARENA empezó a exigir a gritos que abran las urnas para revisar, inmediatamente
el FMLN le restregó en la cara: ¿Y ustedes desconfían de su propia gente, que
firmó todas las actas, incluida la constancia de anulaciones e impugnaciones?
La culpa no es de los voluntarios de
ARENA. En su gran mayoría son ciudadanos queriendo cumplir un deber cívico. No
tienen la malicia de los aparatos electorales profesionales que saben que a
veces las elecciones no se ganan o pierden en las urnas, sino en las mesas. Un
partido que no es capaz de organizar, motivar, entrenar y supervisar un aparto
electoral que en las meses no pierde ningún voto ganado en las urnas, pierde
las elecciones. Es parte de la tarea, igual que convencer y movilizar a los
votantes.
Si para distraer de este fracaso, de esta
misión no cumplida, ARENA inventa otras denuncias de fraude, como las del voto
doble de los activistas del FMLN y el voto de los privados de libertad, corre
el peligro de perder algo mucho más valioso que una elección: credibilidad.
Norman Quijano no merece esto.
Es cierto: Hay que cobrarle al TSE, al
presidente de la República y al FMLN todas las irregularidades y violaciones a
la ley electoral que cometieron. Ni Funes ni el TSE pueden salir en caballo
blanco de estas elecciones viciadas. Pero no reconocer el resultado, cuando se
ha perdido por no cumplir las tareas que correspondieron al partido, es un
error fatal. Y peor error aun es meter en este lío y exponer a incalculables
riegos a la Sala de lo Constitucional, que bien puede ser la última línea de
defensa de la institucionalidad democrática. Además, con su recurso Norman
Quijano se obliga a mantener, aunque ya peligrosamente aislado, la posición
dura de no reconocer a un gobierno, que ante el pueblo y el mundo ya se está
constituyendo – por lo menos para las semanas que necesita la Sala para
sentenciar. Lo mejor para Norman Quijano y ARENA sería retirar la demanda,
felicitar al gobierno entrante y dedicarse a ponerse en forma para la tercera
ronda electoral en marzo del 2015. Pasando por la renovación de su liderazgo,
su ideario y su funcionamiento.
(El Diario de Hoy)