Todavía nadie sabe cómo se llama usted: Salvador Sánchez Cerén o Norman Quijano. El resultado del 9 de marzo fue tan estrecho que ambos se proclamaron ganadores. Lo único que sabemos a ciencia cierta es: El próximo presidente no tendrá la mayoría sólida que se necesita para transformar un país. A usted le tocará gobernar con una mayoría electoral muy estrecha, ni siquiera con una mayoría de la ciudadanía, y con una oposición igual de fuerte que su partido de gobierno.
Es importante que usted tenga conciencia
de esto, y que no se meta en la cabeza querer transformar la política, la
Constitución o el sistema económico-social del país. Para esto se necesita construir
una mayoría amplia y plural, basada en confianza y concertaciones, que
cualquiera de ustedes está lejos de tener. Al presidente que al fin saldrá de
la revisión de los resultados electorales del respeto irrestricto a la
institucionalidad no le han dado un mandato de cambio, sino solamente el
mandato a hacer lo que Mauricio Funes nunca hizo: administrar bien las
diferencias que obviamente existen sobre el futuro del país, identificar las
coincidencias, y construir sobre
ellas políticas públicas transparentes y bien ejecutadas.
Si usted al fin se llama Salvador Sánchez
Cerén, no se olvide que si el presidente Funes no hubiera puesto a todo su
gobierno en función de su campaña electoral, incluyendo con actividades
ilegales, usted no hubiera ganado. No se olvide que si el gobierno al final no
hubiera parado la emisión de DUIs para ciudadanos que decidieron a hacer uso de
su derecho al voto, ARENA hubiera podido ganar 7 mil votos más y ganado. No se
olvide que si no hubieran podido usar sus empresas ALBA como instrumento
electoral, comprando voluntados y haciendo campaña hasta el mismo día de las
votaciones, fácilmente el FMLN hubiera tenido unos miles de votos menos y
perdido. Si usted gobierna con la misma soberbia que Mauricio Funes,
olvidándose de que ganó por un pelito, en el 2015 provocaría un victoria de la
oposición que le quitaría la gobernabilidad para el resto de su mandato.
Si usted al fin se llama Norman Quijano,
no se olvide que los 400 mil votos que se sumaron a ARENA en la segunda ronda,
en su mayoría votaron por usted a pesar de su mala campaña y movido por
movimientos bastante críticos a la manera de hacer política de su partido. Si
usted se olvida de quienes se sumaron a su campaña, a pesar de los errores
cometidos por usted y su partido, muy poco respaldo tendrá para su gobierno. O
sea, si usted no se pone a la cabeza de una apertura y renovación de su partido
y de su gobierno, la factura en el 2015 sería tan fatal que usted se quedaría
sin gobernabilidad.
No importa si se llama Norman o Salvador,
usted no tiene otra opción que gobernar con humildad, apertura, tolerancia y
diálogo. Por lo menos este resultado electoral es absolutamente claro. El país
ya no aguanta otro gobernante arrogante, arbitrario y divisivo como el que
entregará el poder el 1 de junio.
No sé como se llama a usted, pero le digo
ahora, antes de convertirse en presidente electo: Muchos daremos la mano y
nuestro aporte a un presidente de apertura, del partido y de la ideología que
sea. En una sociedad democrática y plural, las diferencias políticas no tienen
que convertirnos en enemigos. Pero sin esta apertura, usted confrontará una
oposición muy amplia y mucho más peligrosa que la del partido adversario.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)