Hoy te entregas a las autoridades que te andan buscando en toda Venezuela, por revoltoso. Convocaste a los estudiantes, que de todos modos tienen días de estar protestando en las calles, y a toda la oposición a acompañarte. Vi el llamado que hiciste en los redes sociales, ya que los medios están callados o al punto de ser callados por la censura del gobierno chavista. Llamaste a los venezolanos que quieren recuperar su democracia y su economía: “Acompáñenme hasta cierto punto en el camino al Ministerio de Seguridad. Entréguenme todas las exigencias que ustedes tienen al Estado: que liberen a los presos políticos, que desarmen a los grupos paramilitares, que garanticen libertad de expresión y movilización... Y luego yo caminaré solo para encarar al gobierno que me quiere enjuiciar por haber apoyado sus protestas...”
Leopoldo, tengo que decirte en buen
salvadoreño: ¡Tienes huevos! Pero esto no es nada nuevo para mi. ¿Te recuerdas
de la primera vez que te entrevisté, en el 2008, tú todavía siendo alcalde de
Chacao? Llegué a la alcaldía para la cita, y me dijeron que me subiera a un
carro de tu seguridad, me iban a llevar adónde te habías ido, en tu moto,
sólito, para responder al pedido de solidaridad de los trabajadores del
Hospital de Coche.
Cuando llegamos al hospital, había un
gran tumulto. En la entrada los doctores las enfermeras y otros trabajadores
que estaban en huelga, porque no tenían con qué recursos dar atención a sus
pacientes. Tú, el alcalde de otro municipio y líder opositor, en medio de
ellos, discutiendo con los sindicalistas. Y todo este grupo rodeado por una
multitud roja que los chavistas habían movilizado contra los huelguistas.
Para llegar adónde estabas, primero tuve
que pasar por el cerco de los vestidos de rojo y escuchar todas los insultos y
las amenazas, por cierto extensivos a mi como periodista. Al fin llegué al
centro del anillo, donde estuviste dando un discurso inyectando ánimo a los
trabajadores de salud. Tuviste que gritar por encima de los gritos de odio de
unos mil activistas. Los sindicalistas formaron un anillo de defensa para sus
dirigentes y para protegerte a ti (y a mi, que fui el único periodista, porque
esto no fue un evento mediático, sino la vida real de Caracas...).
Cuando al fon pudimos hablar, te
pregunté: ¿Leopoldo, no es peligroso andar así? Tu respuesta: Bueno, ya ves,
con escolta no me puede meter aquí, así que mejor voy asolo, en mi moto, y me
va a tener que defender la gente...
Y lo hicieron. Nos sacaron de este
hospital sin ningún problema de seguridad, mientras la turba quedó gritando y
amenazando afuera por varias horas más...
Hoy te van a tener que defender
nuevamente, Leopoldo, y no tengo duda que lo harán. Pero de todos modos, al
final vas a estar solo, encarando a un gobierno en defensiva. Y ambos sabemos,
Leopoldo, que un gobierno autoritario en defensiva es lo más peligroso.
Te deseo mucha suerte, Leopoldo, en esta
nueva aventura. Paolo Lüers
(Más!/EDH)