En repetidas veces rechacé, en público, cuando tus adversarios te querían descalificar por tu participación en la guerrilla. Como si en este país fuera pecado haber sido guerrillero. Como si los que fuimos guerrilleros no tuviéramos derecho de optar por cargos públicos. Como si no hubiéramos suscrito los Acuerdos de Paz para asegurar que todos, sin exclusión política o ideológica ninguna, seamos parte de la reconstrucción del país y de la vida democrática...
Por esto, cuando salió la señora Maritza
Herrera Rebollo con sus anuncios cuestionando tu derecho de postularte para la
presidencia, yo escribí en mi carta del 31 de octubre 2013: “Me indigna que
ARENA, que igual que el FMLN tiene su origen en la época de la violencia
política y la guerra, utiliza la trágica historia de su familia como argumento
electoral.”
¿Por qué? Por esto: “La incorporación de
la izquierda alzada en armas era igual objetivo central de los Acuerdos de Paz
que el desmontaje de los escuadrones de la muerte y de los cuerpos de seguridad
represivos.”
Yo no votaré por ti, Salvador. Pero no es
por tu pasado. Es por el futuro que nos prometes. Incluso tu pecado principal
(las masacres de San Vicente, cometidos contra nuestros propios compañeros,
cometidas bajo tu liderazgo o negligencia) para mi no es razón de no poder
darte mi voto - si estuviera viendo que has aprendido de la historia y los
errores de la izquierda. Lamentablemente veo lo contrario.
Cuando digo: no votaré por ti, no por tu
pasado, sino por el futuro que nos prometes, me refiero al menosprecio que
ustedes siguen teniendo para lo que la izquierda marxista siempre ha llamado,
casi con asco, la “democracia burguesa”, con sus reglas como el respeto a las
minorías, la alternancia en el poder y la independencia de las instituciones
creadas para controlar al poder (Corte Suprema, Sala de lo Constitucional,
fiscalía, Corte de Cuentas, Tribunal Electoral, etc.)
Si tú y tus camaradas en la dirección del
FMLN hubieran superado este menosprecio a la democracia liberal y sus reglas,
no podrían mantener como referentes las revoluciones de Cuba, Venezuela y
Nicaragua. Si tuviéramos aun dudas sobre tu vocación democrática o autoritaria,
se nos quitan ahora cuando en Venezuela salan estudiantes a la calle – y la
“revolución bolivariana” les da palo y plomo. Y tú defiendes esta barbaridad.
No te causa asco el hecho que tu amigo Maduro está reprimiendo a los
estudiantes.
Yo podría votar por personas que en el
pasado han cometido errores, incluso violaciones a los derechos humanos, porque
todos hemos actuado dentro del esquema de una guerra civil: o me matas o te
mato. Estas deudas mutuas las saldamos con los Acuerdos de Paz – y con nuestro
compromiso de construir un país donde nunca más el Estado reprime a sus
ciudadanos.
El problema es que nunca cambiaste. En el
fondo sigues convencido que la izquierda debe construir un estado
revolucionario, como en Venezuela, donde ya no caben la huelga, la protesta,
las manifestaciones de estudiantes – a menos que sean “contrarrevolucionarios” o
“fascistas”. Y a estos se puede reprimir, torturar, matar – a nombre de la
revolución. Como en aquel entonces en San Vicente. Como hoy en Venezuela.
Repito, Salvador: Tu problema no es tu
pasado, sino el hecho que este pasado sigue siendo presente. Y si te conviertes
en presidente, amenaza nuestro futuro.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)