Cuando usted anunció las medidas de austeridad que piensa implementar al sólo llegar a Casa Presidencial, muchos se quedaron incrédulos.
¿Realmente Norman Quijano va a poner la
casona en la Masferrer (la del semáforo privado) al servicio de alguna obra
social y quedarse viviendo en su casa?
¿Realmente Norman Quijano va a dejar de
hacer uso de los símbolos del poder arrogante que Mauricio Funes llevó al
absurdo: las “caravanas de la muerte”, la flota de carros de lujo que mueven al
presidente, sus familiares y sus amistades?
¿Realmente tendremos a un presidente que
se quedará con la mitad del Batallón Presidencial para asegurar su seguridad, y
que destina la otra mitad a reforzar la seguridad de la ciudadanía?
Muchos reaccionaron con escepticismo.
Demasiadas veces nos han mentido.
Como era de esperar, Mauricio Funes se
declaró ofendido. Cuando hablan de los excesivos lujos y símbolos de
prepotencia que él exhibe, el presidente lo (re)siente como crítica personal. Y
lo es. Entonces, agarra los micrófonos y se le echa encima a usted: ¿Cómo se
atreve Quijano a hacer este tipo de propuestas, cuando como candidato ocupa
todo un dispositivo de seguridad de la PNC, con 15 efectivos y cuatro
oficiales?, grita el señor presidente, visiblemente agitado y encachimbado...
Pero con este exabrupto, el presidente de
la República le tiró un pase divino para que usted le meta gol. Sólo hubiera
tenido que envolver en papel de regalo a los policías, los oficiales y demás
recursos del gobierno asignados a su seguridad – ya mandarlos al presidente con
una nota: Señor, tiene razón, no necesito que el gobierno me cuide.
Y para rematar, usted hubiera mandado de
una sola vez de regreso a su labores normales a todos los agentes del CAM
asignados a su seguridad. Se hubiera quedado con su propia seguridad, pagada
por su partido y su campaña. Hubiera dejado ahuevado a Funes, y a la vez
mostrado que sus planes de austeridad no son pajas, sino hechos.
Sin embargo, en vez de agarrar esta
pelota que torpemente le pasó el presidente, jugarla y meterla, usted se va a
la defensiva y comienza a justificar: que esta escolta policial le corresponde
por ley; que todos los candidatos la andan; que no son 15 sino menos; que no
los ocupa todos los días, sino sólo el fin de semana...
Al mismo tiempo, los diputados de ARENA,
un poco ahuevados y casi a escondidas, dan su voto para recetarse un bono
navideño de 4 mil dólares. Otra oportunidad perdida de mostrar con hechos que
la oposición va en serio con su discurso contra el despilfarro.
¿O será que estoy equivocado? Tal vez el
cálculo ARENA era: Si no agarramos el bono, este dinero queda en la caja chica
de Sigfrido Reyes y lo gastará en a saber qué barbaridad. Mejor cobremos los
bonos, los juntamos, $4000 x 28= $112,000, y mandemos un cheque de este monto a
un asilo de ancianos o huérfanos, para que celebren navidad.
Tal vez usted y su partido nos
sorprenderán. Mientras tanto, me quedo escéptico, como el resto del país.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)