La decencia les demanda que se separen de sus cargos como funcionarios públicos. Ya están en plena campaña: No pueden seguir aprovechándose de sus cargos estatales y de los respectivos presupuestos.
Si no pueden ser decentes, por lo menos sean prudentes: Por cada voto que aspiran ganar haciendo uso de los fondos públicos para su proyección como candidatos, estén seguros que perderán dos votos - la gente se comienza a encachimbar. Al final, el más vivo va perdiendo.
Norman y Óscar, los alcaldes de San Salvador y Santa Tecla, ustedes hubieran tenido que renunciar en el momento que se lanzaron de candidatos. Y el vicepresidente de la República, que no puede renunciar a su cargo, debería haber dejado de hacer viajes y de andar arriba y abajo inaugurando obras gubernamentales...
Lastimosamente nuestras leyes no regulan estos casos con claridad. Pero sí prohíben claramente el uso de fondos públicos para campañas partidarias.
Para mi criterio, la Constitución no debería permitir la candidatura presidencial de un vicepresidente. Por la simple razón que es un funcionario que no puede renunciar a su cargo. La Constitución obliga a los ministros, si quieren competir por la presidencia, renunciar un año antes del cambio de gobierno. ¿Por qué no exigimos lo mismo a un alcalde? ¿Y por qué toleramos que un vicepresidente goza de todos los privilegios de su cargo mientras se dedique a su campaña proselitista? Es patético cómo usted, profesor, cambia camisas: en la mañana la de la vicepresidencia para inaugurar un puente o una escuela; a mediodía la de ALBA para inaugurar una gasolinera; y en la tarde la del FMLN para presidir un meeting partidario.
Bueno, pero hay otras leyes. No son de la República, sino de la decencia y del sentido común. Estas leyes no las puede hacer cumplir un tribunal, pero sí el ciudadano votante.
No tenemos porqué tolerar que Salvador Sánchez Cerén siga usando los privilegios y recursos de la vicepresidencia. Podemos exigir a Norman Quijano y Óscar Ortiz que de inmediato depongan sus cargos de alcalde y que dejen de usar los presupuestos de sus municipios para su proyección como candidatos. Los dos partidos grandes no deberían ponerse a la altura (más bien, bajeza) de la otra candidatura que, de todos modos, haga lo que haga y diga lo que diga, es percibida por la gente como contraria a la decencia.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)