Dr. Leonel Flores:
Siempre dormí tranquilo, con la confianza que todo lo relacionado a la medicación (el tipo de medicamento y la dosis adecuada) está (y siempre estará) en manos de mi médico. La sola idea de que esta decisión esté en manos de unos burócratas es una pesadilla.
Pero el otro día me visitó un señor de unos 70 años, que se me presentó de esta manera: "Soy un ciudadano común y corriente, pensionado con el ISSS y asiduo lector de sus columnas...". Me contó que padece de una enfermedad crónica y que, desde hace varios años, está en tratamiento en el Seguro Social. Cada vez que va a la consulta, su médico le prescribe su medicina: una pastilla por día. Lo han tratado con un poco más y con un poco menos, para al fin llegar a esta dosis: una pastilla al día. Y cada vez le despacharon en el Seguro su provisión pastillas.
Pero en la penúltima consulta, el médico le dijo: "Mire, hoy sólo le voy a prescribir la mitad de sus pastillas. Tómeselas como siempre, cada día, sólo que media pastilla". El señor, sorprendido y contento, le preguntó al médico: "¿He mejorado, entonces, doctor?". La respuesta del médico: "No, señor, usted está igual. Sólo que nosotros tenemos instrucciones de la Dirección de reducir la dosis de ciertos medicamentos. Esta vez tengo que reducirla a la mitad, y la próxima vez la voy reducir al 25 por ciento. Me siento mucho, pero así son las instrucciones. Dicen que es para ahorrar".
El señor comenzó a aplicarse la nueva dosis: media pastilla diaria. Pero a los días comenzó a sentirse mal. Fue a la farmacia y compró el complemento de su medicación.
En la siguiente cita, el médico, así como había advertido, le redujo nuevamente la dosis. El paciente le contó que la reducción del medicamento le había afectado, y el doctor le dijo: "Yo sé, es lógico. No es la dosis adecuada para usted". Estaba tan apenado que le enseñó a su paciente el memo de la Dirección General. Y ahí decía: "Por razones de ahorro...".
El pensionado sigue pagando de su bolsa las tres tercios de su medicamentos, ya que sólo recibe la cuarta parte. Dice que él lo puede costear, aunque haciendo otros sacrificios. Pero pregunta: "Y los que no pueden gastar en medicina, ¿qué hacen?".
El razonamiento de este señor es convincente: "Yo ya pagué todo esto. No estoy pidiendo limosnas. Pagué durante toda mi vida laboral para estas medicinas que necesito ahora, ¡y viene un Director General y me cambia la dosis!".
Entonces, doctor Flores, explíqueme: ¿Es cierto que ahora son contadores y burócratas quienes deciden la dosis de medicamentos vitales para la salud de los pacientes? Usted me va a decir: Pero yo soy médico. Cierto, pero la ética dice que es el médico que trata al paciente, que lo conoce y lo diagnostica, quien determina la medicación, no un médico convertido en burócrata y político que nunca ha visto al paciente...
¿O nunca le dieron clase de ética profesional adonde sea que usted estudió?, le pregunta
(Más!/EDH)