viernes, 15 de junio de 2012

Columna transversal: El dilema del Frente

Es obvio: El FMLN, al igual que ARENA, no dispone de un mecanismo confiable para definir el candidato presidencial para el 2014. Veamos en esta columna el dilema de la izquierda, en una anterior ya se analizó el de ARENA.

El Frente, en el proceso de su gradual transformación de un partido de tendencias a un partido "unificado", con línea única y sin pluralismo interno, también abandonó las primarias. La última primaria importante en el FMLN, cuando Oscar Ortiz exitosamente disputó a Schafik Handal la candidatura presidencial del 2004, terminó con un trauma. Pero no por el exceso de democracia, sino por el hecho de que la dirección tuvo que desconocer el triunfo de Oscar Ortiz. Los resultados: pérdida abismal de Schafik contra Tony Saca; una nueva división con el nacimiento del FDR, y el triunfo final del modelo leninista dentro del partido.

En este modelo ya no caben ni primarias, ni debate interno, ni la existencia de corrientes. El Consejo Nacional e incluso la Comisión Política son mesas igual de falsas que el COENA de ARENA. En el Frente decide un grupo de 3-6 dirigentes históricos.

Asustados por los traumas de las divisiones, los militantes del FMLN aceptaron esta receta de unidad. Para defender la unidad, abrazaron el modelo de un partido "unificado". Los disidentes o salieron del partido, o se replegaron a una especie de exilio interno. Oscar Ortiz se replegó a Santa Tecla.
Cuando el partido buscaba candidato para el 2009, nadie realmente discutió la decisión de la cúpula de lanzar a Mauricio Funes. Nadie tenía idea del precio que iban a pagar por este pacto con el diablo, negociado con el criterio de repartición de cuotas de poder y sin un proyecto político consensuado.
Hoy, el desencanto de la gran mayoría de las bases del Frente no sólo es con Funes, sino con la dirección del partido que hizo este pacto. Hoy, muchos dentro del Frente se dan cuenta que el modelo centralizado de partido les quitó toda posibilidad de corregir la línea del partido o de influir en el rumbo del Gobierno.


Ahora sería el momento para abrir en el FMLN --y en toda la izquierda-- el gran debate sobre el rumbo de país y el proyecto político de la izquierda. Sólo que las estructuras del partido ya no lo permiten. Sin embargo, la estructura partidaria puede evitar que haya un debate organizado, abierto y constructivo, pero no puede evitar que surja de manera espontánea, informal y, si no tienen mucho cuidado, destructiva.

La centralización del partido y su sujeción a una dirección inamovible han logrado crear un partido en el cual las diferentes corrientes de pensamiento ya no se expresan y ya no tienen representación en las instancias de dirección, pero no han podido erradicar la existencia de estas corrientes. Sigue habiendo socialdemócratas, socialcristianos y librepensadores en el FMLN, a la par de los comunistas y chavistas. Los hay en todas partes, menos la dirección. No se expresan organizadamente, porque el partido no lo permite, pero se expresan en el enorme malestar con la corrupción en el Gobierno y en la cúpula del partido.

Donde no hay debate, hay confusión. Muchos aceptan la movida de la cúpula de lanzar como candidato a Salvador Sánchez Cerén, como antítesis a Mauricio Funes. Es más fácil aceptar que el presidente ha traicionado al partido que asumir que la propia dirección ha pervertido al partido y al gobierno.

Pero otros empiezan a ver que el cambio que necesita el FMLN no es de Funes a Sánchez Cerén, que ambos son parte del mismo problema. Por esto surge, contra toda la probabilidad de prosperar, un movimiento pro Oscar Ortiz. Hay una sed de liderazgo confiable, y hay muy pocos dirigentes que la pueden satisfacer. O que se atreven a abrir el debate, rompiendo con el modelo autoritario de partido.
Es obvio que un FMLN conducido por figuras como Oscar Ortiz, Hugo Martínez, Gerson Martínez y Fabio Castillo, podría convertirse en un proyecto político de reforma incluyente, plural y amplio. Así como están las cosas en el FMLN, no creo que esto es viable para el 2014. Pero pase lo que pase en el 2014, el país va a necesitar una izquierda renovada como una de las fuerzas para sostener la alternabilidad.

Esperemos que esta vez sea la última que los dinosaurios de ambos partidos grandes decidan de manera paternalista sobre el rumbo de sus partidos.
(El Diario de Hoy)