te felicito. Te estás casando con una mujer hermosa e inteligente. ¿So what? Todos los días se casan jóvenes guapos, algunos ricos y famosos como ustedes, otros terrestres. No big deal.
Me da risa que los medios, incluso medios de grandes tradiciones republicanas como The New York Times, CNN y El Diario de Hoy, tratan tu boda como si fuera algo trascendente.
Aparte de risa (por lo cursi), también me da un poco de tristeza. Pensaba que la gente ya no pedía esta cobertura de la vida y de los amores de la realeza. Pensaba (y sigo pensando) que en las sociedades democráticas y republicanas la gente ya no tiene necesidad de identificarse con príncipes y princesas, porque hay con quienes identificarse por su mérito, por lo que han logrado en deporte, cultura, economía, ciencias, entretenimiento.
Es mil veces más democrático y sano que nuestros ídolos sean Shakira, Messi, Steve Jobs de Apple, Sebastian Vettel o Mario Vargas Llosa – porque ellos sí han trabajado, han sufrido, han luchado para convertirse en lo que son. Me cae mal que los medios andan detrás de cada amorío y cada deslice de Beckham, Nadal o Lady Gaga, pero lo puedo entender. Sus vidas despiertan interés, por lo que han hecho, por sus méritos, por su obra, su rendimiento. ¿Pero la tuya, a título de qué?
Vos, William, ¿qué has hecho para convertirte en ídolo de la juventud? Una carrera militar de piloto de rescate. Okay, vale. Un master en artes. Simpático. Y durante un voluntariado en Chile incluso limpiaste baños, dicen. Todo muy honorable, pero nada que te convierta en héroe o estrella.
Con el riesgo de caer mal a mis lectores, pero yo detesto el concepto de la monarquía. La mera idea de la aristocracia, de la cual te están convirtiendo en símbolo, es aberrante. ¿Qué pasó con la revolución francesa y la americana?
Disculpe que te lo diga el día de tu boda.
Be happy, Mr. Wiliam Wales, te lo desea Paolo Lüers
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