Todo lo que dice Maite Rico en su nota sobre cables de la embajada de los Estados Unidos en El Salvador es exacto. Y es exacto porque la fuente, el encargado de negocios Robert Blau, a diferencia de diplomáticos estadounidenses en otros países, tiene un conocimiento bastante fino de la realidad polìtica salvadoreña y se expresa siempre con mucha prudencia, producto de su temperamento y de su veteranía.
A mediados del presente año, a pocas semanas del primer aniversario del gobierno de Funes, la situación de desencuentro del presidente con el FMLN era realmente grave. La desconfianza era grande y las recriminaciones eran frecuentes y agrias, tanto las que se hacìan en privado como las que se hacìan en público. Hasta se podía pensar que la relación estaba a punto de ruptura, lo que significaba, entre otras cosas, remoción de muy altos funcionarios del gobierno que también eran militantes del Frente, comenzando por los de seguridad e inteligencia. En ese momento, el presidente se dedicaba, tras bambalinas, a formar un movimiento político -"ciudadanos por el cambio"- para asegurar gobernabilidad ante el eventual deterioro de su pacto con el FMLN.
La situación, sin embargo, cambió en los últimos meses. Las contradicciones se redujeron y se administraron con mejor criterio político. El viaje de Funes a Cuba tranquilizó al Frente y consolidó, ya sin ambages, el matrimonio de conveniencia, en la medida en que ambas partes renunciaron a sus antiguas aspiraciones de mutua confianza e identidad ideológico-política. Ahora se le ve muy cómodo al presidente con el partido y al partido con el presidente. Funes ha aprendido ya su lección de realismo, y tal vez también algo de cinismo. Los problemas volverán, porque en el Frente poca gente quiere al presidente. Lo utilizan, pero no lo estiman. Cuando pasen las elecciones legislativas y municipales de 2012 recrudecerá la discordia y todo el cuadro dibujado por Robert Blau en sus cables volverá a tener candente actualidad.
Publicado en El País.