Pasé nuevamente dos semanas en Venezuela. La tercera vez en dos años. Pasé otras tres semanas pensando, repensando y escribiendo sobre Venezuela. ¿Por qué tanto esfuerzo por entender y explicar lo que pasa en un país lejano, en vez de concentrarse en los problemas nuestros?, me preguntaron muchos, algunos de ellos en tono de reclamo.
Primero tengo que decir: Las dos cosas no son excluyentes. Por lo contrario. Por estar en Venezuela y luego escribiendo sobre Venezuela no he dejado de pensar y escribir sobre El Salvador. Es más, viendo el proceso político venezolano me ha dado nuevos puntos de vista para entender lo que nos pasa a nosotros. A veces, para apreciar bien un cuadro, hay que buscar distancia y nuevos ángulos...
En Venezuela está librándose, de manera más clara y madura que en otras latitudes, la batalla entre dos concepciones de la izquierda: por un lado la izquierda comprometida con un Estado centralizado, todopoderoso, sin “desviaciones burguesas de división de poderes”, que además se adueña de los medios de producción y comunicación; por el otro lado, una izquierda democrática, plural, deliberante, reformista, comprometida con las libertades individuales y con una economía social de mercado.
Para Teodoro Petkoff, el entrevistado de hoy, esta batalla viene de los años 60, cuando todos eran revolucionarios, pero no todos eran demócratas. Su famoso libro “Dos Izquierdas” no sólo es válido para Venezuela. Le cambias los apellidos y las fechas y estás leyendo la historia de la izquierda salvadoreña, unida en la guerra contra un régimen militar, pero una unión imposible a la hora de construir país.
Cuando hace dos años regresé de mi primer viaje a Venezuela, publiqué una tesis, en aquel entonces aún un tanto atrevida: “En Venezuela, la decisión no es entre derecha e izquierda, sino entre izquierda democrática e izquierda autoritaria”.
Hoy queda más que comprobada esta tesis. La oposición venezolana es exitosa en la medida que logre construir una propuesta reformista, en el fondo socialdemócrata. Los venezolanos se resisten mucho en ponerse etiquetas, pero todos en el fondo hablan de la misma visión: renovación y reforma social, en vez de restauración. A los venezolanos se les ha agotado su sueño revolucionario, su confianza en un líder mesiánico, su paciencia con la corrupción y la demagogia populista, pero no su sueño de alcanzar, aprovechando su riqueza petrolera, una sociedad sin pobreza. Esto es obvio para quien camine por las calles de Caracas, los barrios de Petare o las caminos del Barlovento.
Los personajes retratados en esta serie de mi expedición periodística y política por Venezuela tienen diferentes historias y visiones, pero todos comparten este sueño: hacer compatible las conquistas sociales con las libertades políticas. El general Baduel en su prisión militar lo define en otras palabras que Bony, la esposa de otro preso político, o Andreina, la hija de un preso político que pronto será diputado. Pero todos son parte de esta nueva izquierda plural, renovadora, tolerante. Los dirigentes opositores como el joven gobernador Henrique Capriles y el ex alcalde Leopoldo López tal vez todavía no están compartiendo estrategia con Henri Falcón, el gobernador de Lara, quien recién renunció al partido de Chávez, o con José Albornoz, quien recién fue removido de su cargo de vicepresidente de la Asamblea por desafiar a Chávez. Pero todos ellos están hablando precisamente de lo mismo: rescatar la democracia y seguir construyendo justicia social.
Y personajes claves en todo este proceso de definiciones y convergencias, como el jurista Pedro Nikken y el escritor y economista Teodoro Petkoff, están hablando con todos ellos, pacientemente tejiendo el proyecto político opositor en el cual todos podrán converger. Y en el fondo, aunque nadie se apresura a ponerle nombre, es el viejo proyecto de la izquierda democrática, basado en pluralidad, defensa de la democracia representativa y de las libertades ciudadanas, economía social de mercado, poderes descentralizados, libertad sindical. Todos elementos que en Venezuela están bajo ataque sistemático de la izquierda autoritaria que gobierno en contubernio con los militares. Y todos elementos que -¡no nos demos paja!- están siendo cuestionados -y algunos ya atacados- por muchos dirigentes del FMLN.
Ha sido una experiencia política y personal importante conocer de cerca a todos estos personajes arriba mencionados. No tengo duda de que de este rompecabezas de personajes, historias y visiones se va a armar una izquierda democrática con suficiente empuje para rescatar las tradiciones republicanas y democráticas de Venezuela. Y para rescatar también a la izquierda secuestrada temporalmente por ideologías obsoletas y caudillos autoritarios. No sólo en Venezuela.
Primero tengo que decir: Las dos cosas no son excluyentes. Por lo contrario. Por estar en Venezuela y luego escribiendo sobre Venezuela no he dejado de pensar y escribir sobre El Salvador. Es más, viendo el proceso político venezolano me ha dado nuevos puntos de vista para entender lo que nos pasa a nosotros. A veces, para apreciar bien un cuadro, hay que buscar distancia y nuevos ángulos...
En Venezuela está librándose, de manera más clara y madura que en otras latitudes, la batalla entre dos concepciones de la izquierda: por un lado la izquierda comprometida con un Estado centralizado, todopoderoso, sin “desviaciones burguesas de división de poderes”, que además se adueña de los medios de producción y comunicación; por el otro lado, una izquierda democrática, plural, deliberante, reformista, comprometida con las libertades individuales y con una economía social de mercado.
Para Teodoro Petkoff, el entrevistado de hoy, esta batalla viene de los años 60, cuando todos eran revolucionarios, pero no todos eran demócratas. Su famoso libro “Dos Izquierdas” no sólo es válido para Venezuela. Le cambias los apellidos y las fechas y estás leyendo la historia de la izquierda salvadoreña, unida en la guerra contra un régimen militar, pero una unión imposible a la hora de construir país.
Cuando hace dos años regresé de mi primer viaje a Venezuela, publiqué una tesis, en aquel entonces aún un tanto atrevida: “En Venezuela, la decisión no es entre derecha e izquierda, sino entre izquierda democrática e izquierda autoritaria”.
Hoy queda más que comprobada esta tesis. La oposición venezolana es exitosa en la medida que logre construir una propuesta reformista, en el fondo socialdemócrata. Los venezolanos se resisten mucho en ponerse etiquetas, pero todos en el fondo hablan de la misma visión: renovación y reforma social, en vez de restauración. A los venezolanos se les ha agotado su sueño revolucionario, su confianza en un líder mesiánico, su paciencia con la corrupción y la demagogia populista, pero no su sueño de alcanzar, aprovechando su riqueza petrolera, una sociedad sin pobreza. Esto es obvio para quien camine por las calles de Caracas, los barrios de Petare o las caminos del Barlovento.
Los personajes retratados en esta serie de mi expedición periodística y política por Venezuela tienen diferentes historias y visiones, pero todos comparten este sueño: hacer compatible las conquistas sociales con las libertades políticas. El general Baduel en su prisión militar lo define en otras palabras que Bony, la esposa de otro preso político, o Andreina, la hija de un preso político que pronto será diputado. Pero todos son parte de esta nueva izquierda plural, renovadora, tolerante. Los dirigentes opositores como el joven gobernador Henrique Capriles y el ex alcalde Leopoldo López tal vez todavía no están compartiendo estrategia con Henri Falcón, el gobernador de Lara, quien recién renunció al partido de Chávez, o con José Albornoz, quien recién fue removido de su cargo de vicepresidente de la Asamblea por desafiar a Chávez. Pero todos ellos están hablando precisamente de lo mismo: rescatar la democracia y seguir construyendo justicia social.
Y personajes claves en todo este proceso de definiciones y convergencias, como el jurista Pedro Nikken y el escritor y economista Teodoro Petkoff, están hablando con todos ellos, pacientemente tejiendo el proyecto político opositor en el cual todos podrán converger. Y en el fondo, aunque nadie se apresura a ponerle nombre, es el viejo proyecto de la izquierda democrática, basado en pluralidad, defensa de la democracia representativa y de las libertades ciudadanas, economía social de mercado, poderes descentralizados, libertad sindical. Todos elementos que en Venezuela están bajo ataque sistemático de la izquierda autoritaria que gobierno en contubernio con los militares. Y todos elementos que -¡no nos demos paja!- están siendo cuestionados -y algunos ya atacados- por muchos dirigentes del FMLN.
Ha sido una experiencia política y personal importante conocer de cerca a todos estos personajes arriba mencionados. No tengo duda de que de este rompecabezas de personajes, historias y visiones se va a armar una izquierda democrática con suficiente empuje para rescatar las tradiciones republicanas y democráticas de Venezuela. Y para rescatar también a la izquierda secuestrada temporalmente por ideologías obsoletas y caudillos autoritarios. No sólo en Venezuela.
(El Diario de Hoy)