Mis conocimientos jurídicos, extraordinariamente escasos, me impiden dilucidar cuál es el momento exacto en que dejo de ser presidente electo para transformarme en presidente a secas.
No se si es ahora, o si es dentro de un rato, cuando reciba los símbolos del mando de manos de mi antecesor.
Por mi parte, desearía que el título de "electo" no desapareciera de mi vida de un día para otro. Tiene la virtud de recordarme a cada rato que soy presidente sólo por la voluntad de los electores.
"Electo" me advierte que no me distraiga y recuerde que estoy mandatado para la tarea. No en vano, el otro sobrenombre de los presidentes es "mandatario".
Primer mandatario, si se quiere, pero mandado por otros, no por sí mismo.
(Lea el discurso completo de inauguración de Pepe Mojica en El Pais/Uruguay)