Uno no tiene que ser jurista para saber que el decreto de aumentar las penas máximas para delincuentes juveniles no es inconstitucional. Basta tener razón común para ver que el presidente se equivocó con su veto, basándolo en inconstitucionalidad.
El doctor Chico Bertrand Galindo, en su manera magistral de  explicar asuntos de derecho, le dio una gran lección al presidente,  explicándole en El Diario de Hoy que puede vetar una ley basándose en  dos diferentes razones: por inconstitucionalidad o por inconveniencia  política. O sea, para vetar no hay que inventar inconstitucionalidad.
         
          Simplemente puede decir: No estoy de acuerdo. Y la Asamblea  decidirá si le acepta el argumento de la conveniencia política o, para  llamarlo de manera más prepotente, de la razón del Estado.
         
          Funes y sus asesores (¿a saber quiénes le redactan los  decretos y las argumentaciones jurídicas?) se equivocaron. Pensando que  así estaban dando más peso a su veto, se fueron por la  inconstitucionalidad para vetar la reforma a la ley penal juvenil.
         
          El problema que no previeron: Ahora a los diputados, al llegar  a la conclusión obvia que no existe inconstitucionalidad, no les queda  otra que superar el veto. Incluso los diputados que están dispuestos a  tomar en cuenta los argumentos políticos del presidente, no lo pueden  hacer, porque el presidente se fue por la vía de la argumentación  jurídica, la cual no tiene sustento.
         
          Si el presidente hubiera vetado la reforma argumentando que  está en contradicción con las políticas públicas que está implementando  el gobierno, les hubiera salido mucho mas fácil a los diputados aceptar  el veto.
         
          Se hubiera armado un debate político, donde el presidente  hubiera tenido buenas posibilidades de imponer su voluntad, dada la  composición actual de la Asamblea y el carácter vacilante de varios  partidos.
         
          De hecho, la disposición de los diputados de PCN, PDC, GANA y  CD de acatar el veto del presidente, no es basada en dudas en la  constitucionalidad del decreto vetado, sino en consideraciones  políticas. No quieren minar la posición del presidente. Y quieren  ofrecerse a Casa Presidencial como potenciales aliados, o por lo menos  como 'oposición constructiva'...
         
          Hoy los diputados vacilantes actúan y argumentan como si el  presidente hubiera observado, no vetado, la reforma a la ley penal  juvenil. Hoy discuten como 'mejorar' su propio decreto.
         
          Eso es precisamente el problema de los diputados vacilantes:  Como el presidente armó berrinche y vetó, en vez de observar, y como el  veto se hizo en base de inconstitucionalidad, sólo en base de  inconstitucionalidad pueden cambiar su voto original y negarse a apoyar a  ARENA y FMLN en su intento de superar el veto.
         
          La votación en la Asamblea no puede ser si hacer caso o no al  presidente en su argumentación política. Esto queda descartado desde  Casa Presidencial se fue por la ruta equivocada de la  inconstitucionalidad. La única votación razonable y basada en principios  es sobre la constitucionalidad del decreto en cuestión. Caso perdido.  Autogol de Casa Presidencial.
(El Diario de Hoy)
