A mi también me hubiera gustado que la constitución del bloque opositor ARENA-PCN-PDC se hay manifestado en un hecho más agradable que la elección de Ciro Cruz Zepeda como presidente de la nueva Asamblea Legislativa - un hecho capaz de marcar la pauta de una agenda propositiva de la oposición y de poner en manifiesto su vocación de reforma. Por ejemplo que hubieran impulsado, conjuntamente y como iniciativa emblemática de la oposición, la reforma electoral integral.
Pero, primeras cosas primero. Hubo necesidad de ratificar la unidad de la oposición en la primera sesión de la nueva Asamblea, el 1 de mayo - y en esta plenaria inaugural lo que está en la agenda es la constitución de la Junta Directiva, nada más. Las reformas vienen después – y ojala sin perder tiempo.
¿Por qué la necesidad de usar esta primera sesión de la Asamblea y la elección de su presidente para ratificar la unidad de los partidos de oposición? Porque había que cortar en seco el intento del FMLN y de ciertos prominentes Amigos de Mauricio de dividir la oposición, con los métodos que ellos han criticado durante décadas: compra de diputados, chantaje, promesas de beneficios por parte del futuro ejecutivo...
El encachimbamiento del Frente con la elección del presidente de la Asamblea no se debe en nada a la falta de idoneidad de Ciro Cruz Zepeda, tampoco a la “oportunidad perdida de una concertación entre los dos partidos grandes”. Sobre esa paja derraman lágrimas en público. Pero su ira se debe a qué a la hora de las horas todos los 47 diputados del PDC, del PCN y de ARENA votaron en bloque, incluyendo los diputados que habían sido sujeto de presión, ofertas, y enamoramientos por parte del FMLN, del CD y de los Amigotes. Todo un despliegue de ‘reclutamiento’ y al final sólo un nuevo diputado para la bancada de ‘el cambio’, Orlando Arevalo.
Es en este momento de frustración que llamaron a sus brigadas móviles a tomarse la Asamblea. Es en este momento en que empezaron a arremeter contra ‘el bloque de derecha’, que según ellos es muestra de ‘falta de voluntad de concertar’ y atenta contra ‘la voluntad de un pueblo’ que --según ellos-- ha votado por ‘el cambio’.
Pero cuidado, el electorado votó por el cambio del ejecutivo – y nadie lo está boicoteando, por lo contrario. El electorado no votó por una mayoría de la izquierda en la Asamblea, por lo contrario. Hoy argumentan como si el pueblo hubiera votado por un presidente de la Asamblea y una maniobra oscura de los tres partidos de oposición les hubiera robado esta victoria poniendo a don Ciro...
El electorado votó por un cambio en el ejecutivo y puso como contrapeso una Asamblea Legislativa con mayoría de los partidos de oposición. Punto. Esa voluntad popular se expresó en la elección de la Junta Directiva y su presidente. Nos guste o no la figura de Ciro Cruz Zepeda o el hecho que el votante le volvió a dar al PCN la clave de la mayoría parlamentaria, esa es la realidad que emana de las elecciones del 18 de enero. Todo lo demás son sueños mojados.
Se entiende que al FMLN y al presidente electo les hubiera gustado una división de los partidos minoritarios. O el plan B --dejar al PCN afuera, repartiendo el pastel entre ARENA y FMLN-- para después jalarlo a una nueva edición de alianza azulgrana. Cualquier cosa para conseguirle mayoría simple al gobierno entrante, al precio que sea.
Después de fracasar rotundamente los planes A (comprar diputados) y B (convencer a ARENA a abandonar a sus aliados y repartir el pastel entre los grandes), dirigentes del FMLN como Lorenzana todavía hablan abiertamente de la posibilidad de cambiar la correlación en la Asamblea. No se sabe si piensan aumentar las ofertas o aumentar las amenazas. O si simplemente piensan que pueden ganar esta batalla en la opinión pública, deslegitimando la unidad de la oposición y creando presión popular a que ‘el cambio’ se aplique en la Asamblea. Y después en la Corte...
Pero la gente no es tan dunda que piensan. La gente sabe que ‘el cambio’ no es la nueva ideología oficial del Estado, sino la consigna de un partido que logró ganar el poder ejecutivo. En Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia los partidos del Socialismo del Siglo 21 han logrado crear esta confusión: de repente el estado es declarado ‘bolivariano’, ‘revolucionario’, ‘socialista’. Ideologías impuestas por el partido de gobierno a toda la sociedad, y en nombre de esta nueva identidad nacional reclaman que la Fuerza Armada, las cortes, las instituciones todas apoyen al gobierno y su ideología.
Para que esto no pase, ni en grande ni en chiquito, está la unidad de la oposición. Y eso de ninguna manera atenta contra la necesidad de concertación. Habrá que concertar muchas cosas, empezando con las elecciones de fiscal general y magistrados, y luego para viabilizar las reformas políticas necesarias. Pero no será una concertación entre dos partidos, sino una concertación entre gobierno (y los partidos y grupos que lo apoyan) y una oposición unida.
Claro que le encantaría a Funes a sentarse a concertar con una oposición dividida, reducida por la deserción de diputados y debilitada por conflictos internos. Con la recomposición de la dirección de ARENA, con el cese de hostilidades dentro de ARENA y con la constitución exitosa del bloque opositor, parece que va a tener que sentarse a concertar con una oposición fuerte. Por más que este le disguste, es mejor para una concertación exitosa. El sistema, para poderse fortalecer y reformar, necesita que ambos –gobierno y oposición- sean fuertes y vitales.
Pero, primeras cosas primero. Hubo necesidad de ratificar la unidad de la oposición en la primera sesión de la nueva Asamblea, el 1 de mayo - y en esta plenaria inaugural lo que está en la agenda es la constitución de la Junta Directiva, nada más. Las reformas vienen después – y ojala sin perder tiempo.
¿Por qué la necesidad de usar esta primera sesión de la Asamblea y la elección de su presidente para ratificar la unidad de los partidos de oposición? Porque había que cortar en seco el intento del FMLN y de ciertos prominentes Amigos de Mauricio de dividir la oposición, con los métodos que ellos han criticado durante décadas: compra de diputados, chantaje, promesas de beneficios por parte del futuro ejecutivo...
El encachimbamiento del Frente con la elección del presidente de la Asamblea no se debe en nada a la falta de idoneidad de Ciro Cruz Zepeda, tampoco a la “oportunidad perdida de una concertación entre los dos partidos grandes”. Sobre esa paja derraman lágrimas en público. Pero su ira se debe a qué a la hora de las horas todos los 47 diputados del PDC, del PCN y de ARENA votaron en bloque, incluyendo los diputados que habían sido sujeto de presión, ofertas, y enamoramientos por parte del FMLN, del CD y de los Amigotes. Todo un despliegue de ‘reclutamiento’ y al final sólo un nuevo diputado para la bancada de ‘el cambio’, Orlando Arevalo.
Es en este momento de frustración que llamaron a sus brigadas móviles a tomarse la Asamblea. Es en este momento en que empezaron a arremeter contra ‘el bloque de derecha’, que según ellos es muestra de ‘falta de voluntad de concertar’ y atenta contra ‘la voluntad de un pueblo’ que --según ellos-- ha votado por ‘el cambio’.
Pero cuidado, el electorado votó por el cambio del ejecutivo – y nadie lo está boicoteando, por lo contrario. El electorado no votó por una mayoría de la izquierda en la Asamblea, por lo contrario. Hoy argumentan como si el pueblo hubiera votado por un presidente de la Asamblea y una maniobra oscura de los tres partidos de oposición les hubiera robado esta victoria poniendo a don Ciro...
El electorado votó por un cambio en el ejecutivo y puso como contrapeso una Asamblea Legislativa con mayoría de los partidos de oposición. Punto. Esa voluntad popular se expresó en la elección de la Junta Directiva y su presidente. Nos guste o no la figura de Ciro Cruz Zepeda o el hecho que el votante le volvió a dar al PCN la clave de la mayoría parlamentaria, esa es la realidad que emana de las elecciones del 18 de enero. Todo lo demás son sueños mojados.
Se entiende que al FMLN y al presidente electo les hubiera gustado una división de los partidos minoritarios. O el plan B --dejar al PCN afuera, repartiendo el pastel entre ARENA y FMLN-- para después jalarlo a una nueva edición de alianza azulgrana. Cualquier cosa para conseguirle mayoría simple al gobierno entrante, al precio que sea.
Después de fracasar rotundamente los planes A (comprar diputados) y B (convencer a ARENA a abandonar a sus aliados y repartir el pastel entre los grandes), dirigentes del FMLN como Lorenzana todavía hablan abiertamente de la posibilidad de cambiar la correlación en la Asamblea. No se sabe si piensan aumentar las ofertas o aumentar las amenazas. O si simplemente piensan que pueden ganar esta batalla en la opinión pública, deslegitimando la unidad de la oposición y creando presión popular a que ‘el cambio’ se aplique en la Asamblea. Y después en la Corte...
Pero la gente no es tan dunda que piensan. La gente sabe que ‘el cambio’ no es la nueva ideología oficial del Estado, sino la consigna de un partido que logró ganar el poder ejecutivo. En Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia los partidos del Socialismo del Siglo 21 han logrado crear esta confusión: de repente el estado es declarado ‘bolivariano’, ‘revolucionario’, ‘socialista’. Ideologías impuestas por el partido de gobierno a toda la sociedad, y en nombre de esta nueva identidad nacional reclaman que la Fuerza Armada, las cortes, las instituciones todas apoyen al gobierno y su ideología.
Para que esto no pase, ni en grande ni en chiquito, está la unidad de la oposición. Y eso de ninguna manera atenta contra la necesidad de concertación. Habrá que concertar muchas cosas, empezando con las elecciones de fiscal general y magistrados, y luego para viabilizar las reformas políticas necesarias. Pero no será una concertación entre dos partidos, sino una concertación entre gobierno (y los partidos y grupos que lo apoyan) y una oposición unida.
Claro que le encantaría a Funes a sentarse a concertar con una oposición dividida, reducida por la deserción de diputados y debilitada por conflictos internos. Con la recomposición de la dirección de ARENA, con el cese de hostilidades dentro de ARENA y con la constitución exitosa del bloque opositor, parece que va a tener que sentarse a concertar con una oposición fuerte. Por más que este le disguste, es mejor para una concertación exitosa. El sistema, para poderse fortalecer y reformar, necesita que ambos –gobierno y oposición- sean fuertes y vitales.
(EL DIARIO DE HOY, Observador)