Es un hecho que las encuestas fallaron en la medición del voto para el 18 de enero. Sobre todo las encuestas hechas por las universidades, y sobre todo en cuanto a la carrera entre la doctora Violeta Menjívar del FMLN y el doctor Norman Quijano de ARENA por la alcaldía de San Salvador.
Las diferentes encuestas le dieron una ventaja entre 4 y 17 puntos de diferencia (o sea, entre 5 mil y 20 mil votos) a Violeta Menjívar, y al final ella perdió con 5 mil votos de diferencia.
En vez de reconocer que las encuestas fallaron, buscan defender lo indefendible. Dan dos explicaciones para salvar las encuestas: una, que en San Salvador se produjo un cambio en los últimos días. Que las encuestas tenían razón en medir una gran ventaje de Violeta Menjívar, pero que ‘algo’ pasó en la recta final que hizo que la intención de voto cambiara a favor de Quijano. Y la otra explicación es que hubo fraude.
Ambas justificaciones son absurdas.
Es cierto, en la recta final de una carrera electoral puede pasar algo que cambie la correlación de fuerzas. Pero que yo sepa, en enero del 2009 no hubo terremoto ni huracán ni ataque terrorista; tampoco descubrieron, en los últimos días, un gran escándalo de corrupción que involucrara a la alcaldesa; tampoco la agarraron bailando chulona...
En el lapso entre las últimas encuestas y el día de la verdad no pasó absolutamente nada que pudo haber impactado tanto para cambiar el rumbo de la elección.
“Ahh. pero Norman Quijano sacó el MetroBus faltando días para la elección...”
“Ahh, pero Norman hizo ‘trabajo de hormigas’ hasta el último día...”
“Ahh, pero la alcaldesa ya no apareció en los medios durante los últimos días...”
Como si fuera trampa que un candidato termine bien su campaña. Y como si no fuera evidente que la alcaldesa dejó de participar en foros televisivos porque entendió que con cada debate se confirmaba lo que ya era obvio desde antes: que la gente no tenía confianza en su capacidad y sus propuestas.
Explicar con el MetroBus que Violeta haya perdido la supuesta ventaja de 15 puntos en las encuestas, es absurdo. La tal ventaja nunca existió. La carrera estaba cerrada desde el principio, y al final ganó la mejor propuesta. Así de simple. No hay que buscarle una quinta pata al gato.
Queda el alegato del fraude. O, como dicen Mauricio Funes y los dirigentes del FMLN, que Quijano ganó debido a ‘prácticas ilegítimas’, como la movilización de votantes y el uso de vigilantes de urna e integrantes de juntas que residen fuera del municipio. El FMLN sigue usando las grandes ventajas que le dieron las encuestas universitarias a Violeta Menjívar como prueba que ahí hubo fraude. Según ellos, la ventaja se deshizo con el fraude a favor de ARENA.
Si las encuestas fueran ciertas, ARENA tendría que haber tenido la capacidad de movilizar unos 25 mil votantes más que el FMLN para ganar en San Salvador. ¿Es probable esto? No. El FMLN tiene la misma capacidad y experiencia de llevar votantes del resto del área metropolitana a San Salvador. El FMLN tiene la misma capacidad y experiencia de comprar (o pedir ’prestados’) a otros partidos sus credenciales de vigilantes e integrantes de juntas, para poner activistas de otros municipios a votar en San Salvador.
La migración de votos (tanto vía cambio de residencia como vía vigilantes y juntas de urna) es un vacío legal que hay que resolver. Pero es un vacío que no define elecciones, porque los dos partidos mayoritarios (más el PCN) lo usan con igual habilidad y frialdad.
Resumen: ni el fraude ni la recta final de la campaña explican la diferencia abismal entre encuestas y resultados reales. Las casas encuestadoras, si quieren recuperar su credibilidad, tienen que reconocer que se equivocaron. Y tienen que revisar sus métodos.
El FMLN, para recuperar su credibilidad, tampoco le conviene seguir haciendo campaña con las supuestas ventajes que le certifican las encuestas hechas antes del 18 de enero.
Y ARENA, de paso sea dicho, no tiene ninguna razón de desatender a todos los llamados de atención que emanan de una lectura humilde y crítica de las encuestas. Sólo porque se equivocaron con Norman, todo lo que han dicho las encuestas sobre las deficiencias del gobierno y de la campaña de ARENA no se convierte en mentira. Sobre todo cuando las encuestas coinciden con el sentido común, más vale hacerles caso.
Las diferentes encuestas le dieron una ventaja entre 4 y 17 puntos de diferencia (o sea, entre 5 mil y 20 mil votos) a Violeta Menjívar, y al final ella perdió con 5 mil votos de diferencia.
En vez de reconocer que las encuestas fallaron, buscan defender lo indefendible. Dan dos explicaciones para salvar las encuestas: una, que en San Salvador se produjo un cambio en los últimos días. Que las encuestas tenían razón en medir una gran ventaje de Violeta Menjívar, pero que ‘algo’ pasó en la recta final que hizo que la intención de voto cambiara a favor de Quijano. Y la otra explicación es que hubo fraude.
Ambas justificaciones son absurdas.
Es cierto, en la recta final de una carrera electoral puede pasar algo que cambie la correlación de fuerzas. Pero que yo sepa, en enero del 2009 no hubo terremoto ni huracán ni ataque terrorista; tampoco descubrieron, en los últimos días, un gran escándalo de corrupción que involucrara a la alcaldesa; tampoco la agarraron bailando chulona...
En el lapso entre las últimas encuestas y el día de la verdad no pasó absolutamente nada que pudo haber impactado tanto para cambiar el rumbo de la elección.
“Ahh. pero Norman Quijano sacó el MetroBus faltando días para la elección...”
“Ahh, pero Norman hizo ‘trabajo de hormigas’ hasta el último día...”
“Ahh, pero la alcaldesa ya no apareció en los medios durante los últimos días...”
Como si fuera trampa que un candidato termine bien su campaña. Y como si no fuera evidente que la alcaldesa dejó de participar en foros televisivos porque entendió que con cada debate se confirmaba lo que ya era obvio desde antes: que la gente no tenía confianza en su capacidad y sus propuestas.
Explicar con el MetroBus que Violeta haya perdido la supuesta ventaja de 15 puntos en las encuestas, es absurdo. La tal ventaja nunca existió. La carrera estaba cerrada desde el principio, y al final ganó la mejor propuesta. Así de simple. No hay que buscarle una quinta pata al gato.
Queda el alegato del fraude. O, como dicen Mauricio Funes y los dirigentes del FMLN, que Quijano ganó debido a ‘prácticas ilegítimas’, como la movilización de votantes y el uso de vigilantes de urna e integrantes de juntas que residen fuera del municipio. El FMLN sigue usando las grandes ventajas que le dieron las encuestas universitarias a Violeta Menjívar como prueba que ahí hubo fraude. Según ellos, la ventaja se deshizo con el fraude a favor de ARENA.
Si las encuestas fueran ciertas, ARENA tendría que haber tenido la capacidad de movilizar unos 25 mil votantes más que el FMLN para ganar en San Salvador. ¿Es probable esto? No. El FMLN tiene la misma capacidad y experiencia de llevar votantes del resto del área metropolitana a San Salvador. El FMLN tiene la misma capacidad y experiencia de comprar (o pedir ’prestados’) a otros partidos sus credenciales de vigilantes e integrantes de juntas, para poner activistas de otros municipios a votar en San Salvador.
La migración de votos (tanto vía cambio de residencia como vía vigilantes y juntas de urna) es un vacío legal que hay que resolver. Pero es un vacío que no define elecciones, porque los dos partidos mayoritarios (más el PCN) lo usan con igual habilidad y frialdad.
Resumen: ni el fraude ni la recta final de la campaña explican la diferencia abismal entre encuestas y resultados reales. Las casas encuestadoras, si quieren recuperar su credibilidad, tienen que reconocer que se equivocaron. Y tienen que revisar sus métodos.
El FMLN, para recuperar su credibilidad, tampoco le conviene seguir haciendo campaña con las supuestas ventajes que le certifican las encuestas hechas antes del 18 de enero.
Y ARENA, de paso sea dicho, no tiene ninguna razón de desatender a todos los llamados de atención que emanan de una lectura humilde y crítica de las encuestas. Sólo porque se equivocaron con Norman, todo lo que han dicho las encuestas sobre las deficiencias del gobierno y de la campaña de ARENA no se convierte en mentira. Sobre todo cuando las encuestas coinciden con el sentido común, más vale hacerles caso.
(Publicado en El Diario de Hoy, Observador Electoral)