El partido no lo permitió, y por lo tanto, Héctor Silva ni siquiera llegó a ser candidato presidencial del FMLN, sino tuvo que salir para intentarlo fuera y en contra del FMLN.
Schafik Handal dijo: “Si el precio para llegar al poder con Héctor es convertirnos en partido socialdemócrata, mejor conservamos nuestra identidad revolucionaria y quedamos en la oposición”.
Tenía razón Handal: Héctor Silva y los renovadores no podían aspirar al gobierno sin antes transformar al FMLN en un partido apto para gobernar.Osea, tenían que transformar al FMLN de fuerza anti-sistema en una fuerza capaz de administrar y mejorar el sistema.
Precisamente esto no están dispuestos a permitir los que buscan no mejorar sino sustituir el sistema de la democracia representativa y de la economía social de mercado.
Lo dicen claramente los dirigentes comunistas, tanto Dagoberto Gutiérrez como José Luís Merino: No queremos el poder para administrar la crisis del capitalismo.
Están interesados en el poder estatal para provocar transformaciones, aunque sea a largo plazo.
La figura de Mauricio Funes no cambia nada en esta estrategia del FMLN. La única diferencia es que Héctor Silva no estaba dispuesto a asumir la candidatura sin tener certeza de la transformación del partido – mientras que Mauricio sí aceptó este papel.
Los dirigentes del partido le han dejado claro que no permiten que se meta en asuntos internos del partido, mucho menos que intente transformarlo en una fuerza socialdemócrata.
La diferencia es que Héctor Silva no aceptó una política de doble cara, mientras que Mauricio Funes la adoptó y la convirtió en un arte.
Héctor Silva y su propuesta reformista fueron la expresión de una tendencia dentro del FMLN con suficiente fuerza para asumir el control del partido e iniciar su trasformación y modernización. Para la ‘tendencia revolucionaria’ de Schafik y Salvador Sánchez Cerén era imposible aceptar a Héctor como presidente, porque desde el poder los renovadores iban a institucionalizar su liderazgo en el partido y reducir a los comunistas a una tendencia minoritaria e insignificante, como ya había pasado en el marco de las transformaciones de España y Chile.
Una vez concluido el proceso de “depuración” que dejó al Frente sin renovadores, sin pluralismo interno y sin disidencia, la estrategia de doble cara se volvió perfectamente factible para el FMLN. Podían a invitar a Mauricio Funes al papel de candidato moderado, sin correr peligro de que contamine al partido.
Esta es la diferencia entre el intento fallido de Héctor Silva de convertirse en candidato presidencial del FMLN y el actual proyecto Mauricio Funes: la estrategia de Silva tenía una condición que no podía aceptar el FMLN: que en el proceso de llegar al poder el partido se transforme de una fuerza anti-sistema en una fuerza socialdemócrata capaz y dispuesta a reformar, mejorar y administrar al sistema. El pacto entre el FMLN y Mauricio Funes, por más que hablen de “cambio”, no implica ninguna transformación del partido.
Por esto Mauricio Funes llegó a la candidatura presidencial del FMLN, mientras que Héctor Silva, por lo contrario, tuvo que salir del partido. Lo atacaron, lo aislaron, le expulsaron a sus principales aliados, lo censuraron cuando hizo el intento de mediar en el conflicto de la huelga médica, en vez de acatar la línea partidaria que era confrontación.
El que mejor podría explicar esta diferencia entre el proyecto Héctor Silva y el proyecto Mauricio Funes es el propio doctor Héctor Silva. Pero incluso si fuera cierto que prefiere no hablar, la verdad se impondrá, porque en esta historia había muchos protagonistas y no todos se ahuevaron.
(El Diario de Hoy,Observador Electoral)