El presidente venezolano celebrará el domingo 10 años en el poder, en medio de una ardua campaña electoral a la que él y su Administración se han entregado por entero. El referéndum popular del 15 de febrero, argumenta el oficialismo, vale el esfuerzo: ese día se decidirá si se reforma o no la Constitución para que, en 2012, Chávez pueda optar a un tercer mandato consecutivo de seis años.
Todas las tardes, a veces durante cuatro horas, el canal del Estado se conecta en directo con los actos políticos que convoca el presidente. Los diputados de la Asamblea Nacional, alcaldes y gobernadores -en su mayoría, chavistas- se han tomado un mes de vacaciones para recorrer el país promocionando la enmienda. En cada estación de metro de Caracas, funcionarios públicos y militantes del PSUV reparten el decálogo chavista, que apela, una vez más, al "amor" por el comandante. Incluso Diego Armando Maradona, el seleccionador de fútbol argentino, viajó esta semana a Venezuela para unirse a la campaña y celebrar el aniversario de Chávez.
Además del amor, la guerra es un leit motiv en la propaganda oficial. "Si la oposición llega al poder, habrá una guerra; por eso es necesario garantizar la continuidad del proceso revolucionario democrático bolivariano y ahí está la propuesta de la enmienda constitucional", proclamó Chávez el martes. "Mientras yo gobierne, el pueblo venezolano tiene garantizada la paz", dijo también el pasado 23 de enero.
Ambos mensajes, sumados al uso de la maquinaria del Estado, han surtido efectos favorables a la causa del presidente. A pesar de que una reforma constitucional similar ya fue rechazada por los venezolanos en el referéndum del 2 de diciembre de 2007 -con el 51% de los votos en contra y el 49% a favor-, en los últimos tres meses la nueva propuesta de enmienda ha ido ganando terreno en las encuestas. Un estudio nacional de la firma privada Datanálisis reveló esta semana que la opción del sí cuenta con el 51,1% de la intención de voto de los venezolanos y la del no, con el 48,1%; esto implica un descenso de cuatro puntos para el no, que se ubicaba en el 52% en diciembre de 2008. Otras encuestadoras, como el Instituto Venezolano de Análisis de Datos (Ivad), le otorgan un 48,7% de apoyo a la enmienda y un 42,1% de rechazo.
Chávez, que tras 10 años de Gobierno mantiene rangos de entre el 57% y el 60% de popularidad, se ha fijado como meta recuperar los votos perdidos en 2007. En su última elección como presidente, Chávez fue respaldado por más de siete millones de electores, mientras que en el referéndum de 2007 -que él mismo promocionó como un pleisbicito- obtuvo cuatro millones y medio. El pueblo humilde, beneficiario de las misiones (programas sociales) que ha puesto en marcha desde 2003, sigue siendo su objetivo electoral.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, entre 1999 y 2007 el Gobierno de Chávez logró reducir la pobreza en los hogares venezolanos del 29,3% al 23,3%. También ha mejorado el acceso a la atención médica primaria y a la educación. Otros números, menos alentadores, señalan que durante su gestión Venezuela ha padecido la inflación más alta de los últimos 12 años (30,9%, al cierre de 2008) y que los índices de inseguridad del país se cuentan entre los más altos del mundo (14.000 ciudadanos fueron asesinados en 2008, según el Observatorio Venezolano de la Violencia).
La consulta electoral del 15 de febrero se produce, además, en medio de un clima de incertidumbre económica generado por la caída en más del 70% de los precios del crudo, principal fuente de financiación del presupuesto nacional. Aunque Chávez asegura que Venezuela cuenta con reservas suficientes para no caer en recesión, las cuentas nacionales parecen indicar lo contrario: el coste de la comida sube al mismo ritmo en que baja el del petróleo.
(El País, Madrid)