miércoles, 22 de octubre de 2008

En vez de miedo provocan lástima

Hay un malentendido común: Las campañas negras no son detestables porque sean duras, sino por que son sucias.

Me gustaría que las campañas, los discursos de los candidatos, los debates entres los partidos fueran más duras, más claras, más explícitas en sus críticas.

Las campañas negras -por ejemplo los spots que publican organizaciones fantasma diciendo que el FMLN está vendiendo el país y que pone en peligro las remesas; por ejemplo los insultos difundidos en los blogs afines al Frente- no son duras, sino son estúpidas.

Son ofensivas, pero no por críticas y duras, sino por burdas. Ofenden a la inteligencia de los ciudadanos más que al adversario.

Lo preocupante de estas campañas no es que sean conflictivos, sino que sustituyen los análisis duros y las críticas muy agresivas que habría que discutir de cara a las elecciones.

Discutir, con toda franqueza y sin tregua, las consecuencias fatales sobre la economía del país que tendrían intervenciones técnicamente mal concebidas del gobierno en el mercado, no es campaña sucia. Confrontar a cada uno de los candidatos, sin tapujos, con su historial, señalando incongruencias o incluso muertos enterrados en el sótano, no es campaña sucia.

Claro que Rodrigo Ávila tiene que rendir cuenta sobre su participación en unidades paramilitares, y Salvador Sánchez Cerén sobre su responsabilidad, como comandante, de los crímenes de guerra de San Vicente.

Claro que el candidato a la presidencia del FMLN y el candidato a la vicepresidencia de ARENA tienen que responder a cuestionamientos duros sobre contradicciones de sus discursos con su propio pasado y con sus partidos.

Quisiera que todos los candidatos fueran sometidos a entrevistas tan duras e incómodas como la que hizo El Faro a Arturo Zablah. Es loable la cortesía con la cual se están tratando los dirigentes partidarios en la ronda dominical de Nacho Castillo, pero todos nos moriremos de a aburrimiento si no sacan al aire los temas espinosos, las críticas sin misericordia.

Golpear duro y precisamente a los puntos débiles del adversario político, donde más le duele, no es campaña sucia, es un deber ante una ciudadanía sedienta de transparencia y claridad.

El hecho que en el sitio www.simpatizantesfmln.org me llamen Paolo Hitler Lüers, me denuncien como agente de la CIA y recomiendan a la Seguridad de Estado de Venezuela estar pendiente de mis movimientos, me tiene sin cuidado. Es campaña negra, porque quiere desautorizar las críticas que un periodista está haciendo.

Es campaña sucia, pero al final es inofensivo por inefectivo. Igual las tonterías que el Foro Permanente de la Libertad escupe de insultos contra los candidatos del FMLN. Inofensivos por inefectivos y por falta de credibilidad. Esta y otras fachadas que piensan hacerle un favor a ARENA, en realidad están haciendo lo contrario. Son tiros por la culata.

Ni vale la pena denunciar y llevar a juicios éticos estas estupideces. Tampoco se trata de firmar pactos de caballeros. Hay que ir al grano, con claridad, transparencia y mostrando la cara. Hay que tocar los puntos sensibles.

Exponerlos a análisis y crítica. Por ejemplo, mis modestos esfuerzos periodísticos de desnudar las prácticas autoritarias en Venezuela y Nicaragua, y de dejar que hablen los protagonistas de las luchas que estos autoritarismos provocan, para algunos es campaña negra. Claro, estas radiografías son duras, tocan donde más duele, porque ahí hay putrefacción.

Este tipo de miradas críticas provocan respuestas medio violentas, como en órganos de campaña sucia tipo www.simpatizantesfmln.org , o como en los medios sandinistas en Nicaragua que conciben y denuncian un trabajo de investigación periodística como 'misión de inteligencia al servicio de la ultraderecha.'

Lo interesante es que incluso mi militancia, durante la guerra, con la insurgencia salvadoreña, en la óptica de los ex insurgentes aferrados al poder se convierte en 'trabajos de inteligencia.' Un verdadero fenómeno freudiano de proyectar las mañas propias a todo el mundo.

Para los que ven la política como un permanente operativo de inteligencia y guerra sicológica, instituciones como la crítica y el periodismo no existen, al no ser como fachadas.

Los partidos deberían simplemente ignorar las campañas negras, las supuestamente amigas como las enemigas, y dedicarse a la batalle de ideas, al ejercicio del debate crítico y duro. Dentro de cada partido, entre los partidos, y con la sociedad.

Tampoco entiendo los grandes lamentos sobre las 'campañas de miedo.' ¿Cuál miedo? Estas campañas dan risa, tal vez lástima, pero no con los atacados, sino con los inútiles que son los atacantes.

(Publicado en El Diario de Hoy, Observador Electoral)