Hay un solo Teodoro Petkoff. El hombre que se sienta en la mesa del almuerzo se parece al dibujito que aparece al lado de su editorial en el diario Tal Cual. Los bigotes y las gafas dibujan el movimiento de su rostro juvenil. Tiene 76 años y no hay un reportero que pase por Venezuela sin hablar con él, pues es la cara, la voz y aún más -para hablar con referencias al pasado- la pluma de la oposición al presidente Hugo Chávez Frías.
A su manera el diario Tal Cual es un caso en la prensa del siglo XXI. Un diario que pide pago, y lo consigue, por entrar al santuario de su sitio: la reproducción de las páginas con el editorial de Teodoro Petkoff. Un texto insustituible, pues no hay en la oferta de los medios venezolanos algo que se puede comparar con la mezcla de autoridad, desafío y comentarios que propone cada día el columnista en la portada de su vespertino. Ese poder del texto impreso sobre papel es lo que me interesa. Petkoff come rápido, aparta su plato vacío y habla de las próximas elecciones municipales, de la dificultad para conseguir la unidad de una oposición castigada por unas medidas de inhabilitación que impiden el acceso a la candidatura a personas que podrían ganar. Es la lucha de siempre entre chavistas y el otro bando en Venezuela. Pero lo de Petkoff como editorialista va más allá de Venezuela. Cuando se hace siempre la pregunta ¿van a desaparecer los periódicos de papel?, la actividad de Petkoff responde: no, si son imprescindibles para sus lectores.
"No hay otro soporte comparable para mantener una influencia política, reconoce Petkoff. Sin el diario, para mí habría sido imposible seguir haciendo oposición a Chávez." Su visión del líder venezolano es la de un hombre cuya posición ya pasó por su posición más alta. "Baja, dice Petkoff, no es una caída y se puede detener, pero es una dinámica que no va a conocer una marcha atrás: Chávez pierde fuerza por razones internas e internacionales". Siguen una serie de anécdotas, de bromas, de pequeñas informaciones y de fórmulas que me dan la sensación de que Petkoff utiliza la mesa del almuerzo para preparar su próximo editorial. Todos los que comen con nosotros le ayudan a arreglar su borrador. Al día siguiente, puedo comprobar que es cierto: el editorial de Petkoff es la versión editada de su intervención en nuestro almuerzo. Aún más: tengo en el sitio la versión vídeo, pues Petkoff lee su editorial. Pero del texto escrito, nada; en línea, sin pagar, no se consigue una sola palabra. El problema de la prensa escrita no es una supuesta competencia de los medios digitales. Es su relación con sus lectores. Es de imprimir algo que procura tanto placer y sorpresa que es imprescindible para sus lectores. Lo que hace Petkoff al escribir como un editorialista en la época de la tipografía en plomo.
(Publicado en el blog http://www.elboomeran.com/blog/5/jean-francois-fogel/)