Nunca me imaginé una situación en la cual tuviera que apoyar a un jefe de gobierno alemán proveniente de la democracia cristiana. No que la señora Angela Merkel necesite que la defiendan, yo sólo tomo la palabra porque son tan raras veces que yo me siento orgulloso de un canciller alemán. Sólo acuerdo dos veces: La primera cuando Willy Brandt tuvo la valentía de arrodillarse frente a un monumento a las víctimas que el nazismo alemán causó en Polonia. Le segunda cuando Angela Merkel pone en su lugar a Hugo Chávez.
Ella se defiende solita y con gran dignidad, dejando nuevamente como bruto a Hugo Chávez, el teniente coronel venezolano convertido en “comandante de la revolución”. Hay que esperar la cumbre de Lima para ver si Angela Merkel logre lo que no pudo el rey Juan Carlos: callar a Hugo Chávez. Ya dijo, a raíz del intercambio con la jefa del gobierno alemán, que estaba considerando mejor no participar en la cumbre de Lima, para evitar decir algo que podría enojarla. Sería una lástima, porque realmente me gustaría ver a este macho vencido por las armas de una mujer como Angela Merkel: humildad, dignidad, humor y, sobre todo, su capacidad de trascender barreras ideológicas.
¿Que ha hecho Angela Merkel, una mujer muy poco confrontativa, más bien conciliadora, para enojar tanto al teniente coronel para que dijera, en su homilía dominical Aló Presidente, “Señora cancillera... vaya usted... como es una dama no digo más nada... pero vaya usted?”
Angela Merkel hizo dos cosas para encender la mecha corta de Chávez: Cuando este solicitó a los países de Europa de dejar de considerar y tratar a las FARC de Colombia como fuerza terrorista, ella públicamente vetó cualquier moción de este tipo. Y antes de viajar a Lima, dio una entrevista a la agencia alemana de noticias DPA diciendo que “Un único país no puede dañar por mucho tiempo las relaciones entre la Unión Europea y América Latina. El presidente Chávez no habla por Latinoamérica”.
Eso es grave para un hombre que se cree la reencarnación de Simón Bolívar y, por lo tanto, el vocero natural de América Latina.
Sólo así se explica que Chávez ni siquiera se contentó con mandar al diablo a su colega alemana, sino de compararla con Adolf Hitler, diciendo que la Democracia Cristiana alemana, el partido que preside Angela Merkel, es “la misma derecha que apoyó a Hitler, al fascismo".
Aunque ya estamos acostumbrados a los exabruptos de este militar con antecedentes golpistas, estas son palabras mayores entre jefes de Estado. Es admirable cómo la canciller alemana reacciona a este insulto que, de otra manera, podría convertirse en un problema diplomático serio y en un obstáculo pesado para la cumbre de Lima. Lo toma no como asunto entre Estados, sin como muestra de ignorancia, malacrianza y amargura de un hombre desesperado porque ya ha perdido el apoyo popular para sus aventuras del ‘Socialismo del Siglo 21’.
Angela Merkel toma todo esto con calma, precisamente porque sabe que Hugo Chávez quiere estropear la cumbre de Lima. Chávez no está interesado en buenas relaciones, ni mucho menos en estrategias compartidas, entre la Unión Europea y América Latina. Por lo contrario, esto sería una competencia fatal ara su liderazgo y para sus proyectos geopolíticos alternos de carácter anti-capitalista, anti-americano y anti-europeo.
O, como mejor lo resume un editorial del periódico alemán Ostsee-Zeitung: ”Europa y América Latina dependen una de la otra. Merkel lo sabe. Chávez no.”
Ella se defiende solita y con gran dignidad, dejando nuevamente como bruto a Hugo Chávez, el teniente coronel venezolano convertido en “comandante de la revolución”. Hay que esperar la cumbre de Lima para ver si Angela Merkel logre lo que no pudo el rey Juan Carlos: callar a Hugo Chávez. Ya dijo, a raíz del intercambio con la jefa del gobierno alemán, que estaba considerando mejor no participar en la cumbre de Lima, para evitar decir algo que podría enojarla. Sería una lástima, porque realmente me gustaría ver a este macho vencido por las armas de una mujer como Angela Merkel: humildad, dignidad, humor y, sobre todo, su capacidad de trascender barreras ideológicas.
¿Que ha hecho Angela Merkel, una mujer muy poco confrontativa, más bien conciliadora, para enojar tanto al teniente coronel para que dijera, en su homilía dominical Aló Presidente, “Señora cancillera... vaya usted... como es una dama no digo más nada... pero vaya usted?”
Angela Merkel hizo dos cosas para encender la mecha corta de Chávez: Cuando este solicitó a los países de Europa de dejar de considerar y tratar a las FARC de Colombia como fuerza terrorista, ella públicamente vetó cualquier moción de este tipo. Y antes de viajar a Lima, dio una entrevista a la agencia alemana de noticias DPA diciendo que “Un único país no puede dañar por mucho tiempo las relaciones entre la Unión Europea y América Latina. El presidente Chávez no habla por Latinoamérica”.
Eso es grave para un hombre que se cree la reencarnación de Simón Bolívar y, por lo tanto, el vocero natural de América Latina.
Sólo así se explica que Chávez ni siquiera se contentó con mandar al diablo a su colega alemana, sino de compararla con Adolf Hitler, diciendo que la Democracia Cristiana alemana, el partido que preside Angela Merkel, es “la misma derecha que apoyó a Hitler, al fascismo".
Aunque ya estamos acostumbrados a los exabruptos de este militar con antecedentes golpistas, estas son palabras mayores entre jefes de Estado. Es admirable cómo la canciller alemana reacciona a este insulto que, de otra manera, podría convertirse en un problema diplomático serio y en un obstáculo pesado para la cumbre de Lima. Lo toma no como asunto entre Estados, sin como muestra de ignorancia, malacrianza y amargura de un hombre desesperado porque ya ha perdido el apoyo popular para sus aventuras del ‘Socialismo del Siglo 21’.
Angela Merkel toma todo esto con calma, precisamente porque sabe que Hugo Chávez quiere estropear la cumbre de Lima. Chávez no está interesado en buenas relaciones, ni mucho menos en estrategias compartidas, entre la Unión Europea y América Latina. Por lo contrario, esto sería una competencia fatal ara su liderazgo y para sus proyectos geopolíticos alternos de carácter anti-capitalista, anti-americano y anti-europeo.
O, como mejor lo resume un editorial del periódico alemán Ostsee-Zeitung: ”Europa y América Latina dependen una de la otra. Merkel lo sabe. Chávez no.”