jueves, 22 de mayo de 2008

Columna transversal: El país necesita que sus veteranos de guerra caminen con la frente en alto

El domingo pasado se reunieron en Perquín unos 70 ex guerrilleros para iniciar una nueva batalla. “Los veteranos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) nos organizamos para trabajar porque ningún hombre y ninguna mujer que ha participado de la guerra en nuestras filas viva avergonzado, marginado ni se conduzca con la cabeza baja, sino orgullosos de su aporte a la historia del país y participando del desarrollo político, social y económico que juntos hemos hecho posible,” reza en su declaración de principios.

El acta de constitución de la Asociación de Veteranos Rafael Arce Zablah lo firmaron campesinos de Morazán, cooperativistas de Usulután y profesionales de San Salvador, en representación de los miles de veteranos del ERP que participaron en distintos encuentros y asambleas preparatorias. Gente orgullosa de su participación en la organización guerrillera más combativa entre las cinco que formaron durante la guerra el FMLN. Gente que al firmar la paz regresó a la vida civil, reconstruyó sus familias, casas, fincas, negocios, carreras. Gente que ahora ejercen su liderazgo acumulado en todos los partidos políticos así como afuera de la política partidaria, en organizaciones sociales, en ONGs, en el sector empresarial, en la academia, en los medios de comunicación.

El ERP decidió disolverse casi inmediatamente después de firmar la paz, no sólo como estructura militar, sino también como organización política. Misión cumplida. Ya no necesitamos partido, ya nada de verticalismo, somos ciudadanos, somos independientes.

Después de 15 años de dispersión (y, en algunas ocasiones, de enfrentamientos, sospechas, acusaciones) los ex-integrantes del ERP (ex-guerrilleros, ex-cocineras, ex-activistas, ex-logísticos, ex-comandantes, ex-colaboradores, ex-propagandísticos...) reconvertidos en médicos, trabajadores, profesores, agricultores, contadores.... comenzaron a sentir un vacío. Un vacío emocional, una necesidad de volverse a encontrar, a volver a sentir la hermandad y la igualdad. Pero también un vacío político. ¿Qué se ha hecho este liderazgo político, esta iniciativa, esta creatividad, esta audacia, que convirtieron al ERP en una de las guerrillas más exitosas de América Latina? ¿Adónde está toda esta capacidad, que durante la guerra hizo la diferencia, ahora cuando el país más lo necesita para salir de la polarización estéril?

¿Y qué pasó qué en las versiones que tanto la derecha como el FMLN dan de la historia reciente del país los aportes del ERP quedan afuera o tergiversados?

Cientos de veteranos se comenzaron hacer estas preguntas. Y comenzaron a reencontrase. Volvieran a sentir que era mucho más lo que los unía que lo que los separaba. Que tenían una historia común – y también una responsabilidad compartida: cuidar este país, esta democracia, estas libertados que se lograron construir haciendo la guerra y haciendo la paz.

Todos coincidieron que ningún partido los representaba. Que necesitaban representarse ellos mismos.

Algunos propusieron refundar el ERP como partido. Pero la gran mayoría rechazaba esta idea. Eso sólo los iba a dividir. Cobró fuerza la idea de construir una asociación totalmente autónoma de veteranos sin fines partidarios, pero de un gran significado político. Una asociación donde la militancia política no es requisito, pero tampoco obstáculo, sea cual sea el partido. Donde la identidad compartida de haber participado, en la función que sea, de las luchas del ERP es más importante que nuestras actuales preferencias electorales.

Al primer encuentro nacional en Perquín en noviembre de 2006 llegaron más de tres mil veteranos del ERP, a pesar (o talvez a raíz) del boicot que había decretado la dirigencia del FMLN. Una fiesta de la unidad, de la independencia - y del compromiso con la paz. “Combatientes del ERP 1981-1991, contra la violencia del 2006” rezaban las camisetas que se pusieron los participantes.

En una columna en El Faro escribí sobre este encuentro histórico: “La gran sorpresa del 11 de noviembre en Perquín: Por muy dispersos que estén los veteranos del ERP, siguen siendo organizadores, militantes de causas progresistas, activistas, soñadores. De guerrilleros se han convertido en ciudadanos. Lo que el FMLN no ha podido hacer --de ‘vanguardia revolucionaria’ convertirse en expresión de la sociedad civil-- los veteranos del ERP lo han hecho, cada uno o en pequeños grupos, obligados por las exigencias de la sobrevivencia, combinados con las exigencias de su conciencia. El gran potencial de esta militancia histórica del ERP reside precisamente en esto: Son ciudadanos, no funcionan con lógica de partido, sino con lógica de sociedad, con lógica de país. (...) Y parece que todos siguen compartiendo el mismo ideario que los unió en la guerra: justicia, libertad, creatividad, pluralidad. Y sobre todo el compromiso de ser eficientes, no quedarse en teorías, no darse pajas, sino trabajar, hacer, mover, transformar.”
Los amigos en el FMLN pueden estar tranquilos: Lo que empezó en el encuentro en Perquín en noviembre del 2006 y lo que se constituyó este domingo legalmente no es un partido que competirá con ellos. Es la libre asociación de los guerrilleros convertidos en ciudadanos. Un ex-combatiente de la Brigada Rafael Arce Zablah describió los fines de esta asociación así: “No vamos a poner alcaldes, no somos partido. Pero quien en el futuro quiere ser alcalde en Morazán, del partido que sea, va a tener que hablar con nosotros si quiere ganar...”

Tranquilitos, detrás de esto no está conspirando Joaquín Villalobos, sino unos campesinos necios de Morazán que convencieron al resto de ex-integrantes del ERP que la experiencia y convivencia compartidas en la guerra eran demasiado preciosas para darse el lujo de no darles continuidad y vida ahora en unción de la paz.

Surgió una asociación de veteranos de la guerrilla que ya está construyendo relaciones con los veteranos de las otras organizaciones que en la guerra integraban el FMLN, con los veteranos del ejército nacional, con veteranos de la guerra de Vietnam. Ya era tiempo que existiera. El país, para defender y hacer sólida la paz y la reconciliación, necesita que sus veteranos de guerra caminen con la frente en alto.

(Publicado en El Diario de Hoy)