Concejo no solicitado: tómense tiempo, señores del Cambio Democrático, del FDR y del PDC, señor Arturo Zablah. Sólo porque al FMLN se le ha ocurrido a definir y proclamar candidatos un año antes del tiempo, no tienen que correr ustedes y tomar decisiones prematuras.
Los únicos que tienen prisa para que los partidos de izquierda y del centro tomen decisiones --tomen partido-- son el FMLN Mauricio Funes. El resto de la oposición no tiene porque apurarse con la definición de su proyecto, sus alianzas y sus candidaturas. Si de construir una opción nueva se trata, necesitan tiempo, paciencia, trabajo de laboratorio. El FMLN trata de apurar al resto de la oposición precisamente para evitar que el resto de la posición se dedique, con tranquilidad e independencia, a explorar las posibilidades de formar una tercera opción.
Cambio Democrático, para mantener su credibilidad, tiene que ponerse claro: Si ya decidieron ir con el Frente, que lo digan y negocien las condiciones y cuotas. Si quieren ser partícipes de una tercera opción, entonces que se metan al proceso de construcción, que se vuelven protagonistas, que asuman liderazgo. El discurso de CD es correcto: Primero hay que hacer el diagnóstico de los problemas del país, después definir políticas de solución, al final definir candidaturas. Pero este discurso no tiene ningún sentido si quieren ir con el FMLN. El Frente ya quemó las tres etapas: Ya tienen diagnóstico, ya tienen programa, y ya tienen candidatos. Con el Frente no queda nada que discutir, sólo repartir cuotas. Y tampoco muchas, porque las importantes ya están distribuidas internamente.
El discurso y la metodología de CD sólo son correctas y honestas si hablan de la construcción de la tercera opción. Ahí sí todo esta abierto. Hay un hombre que se ofrece de candidato, pero no tiene cómo imponerse, no tiene cómo dictar condiciones.
Arturo Zablah tiene que tomar una decisión y esta sí urge: si está dispuesto a participar en la labor y el riesgo que implica la construcción de una opción nueva que rompe el esquema bipartidista, aun cuando es muy poco probable que puede ganar en 2009. Arturo Zablah tiene que saber --y decir-- si está dispuesto de aceptar el reto de acumular, de construir para mediano plazo. Arturo Zablah no puede pensar sólo en las elecciones presidenciales, urge que incorpore en su proyecto la necesidad de construir una fuerza legislativa suficiente fuerte, independiente y consolidada para establecer otro tipo de gobernabilidad en el país. Gobernabilidad pactada, concertada, en vez de gobernabilidad comprada e impuesta.
Una decisión parecida tienen que tomar el doctor Héctor Dada y los demás dirigentes --formales y fácticos/históricos-- de Cambio Democrático. Si piensan en el corto plazo, van a ir con el Frente. Aunque pierdan las presidenciales, por lo menos pueden negociar espacios en concejos municipales e incluso en la Asamblea. Pueden asegurar su sobrevivencia, pero al costo de su autonomía.
Si aceptan su responsabilidad como representantes de la izquierda democrática, tienen que pensar en plazos más largos. Tienen que olvidarse de los salvavidas y jugárselo todo, aceptando el reto de construir una opción de cambio diferente, un opción real de alternabilidad, aunque no a corto plazo, sino pasando por un proceso de acumulación. A la par del FMLN les puede ir medianamente bien, si son suficientemente oportunistas de conformarse con un papel de fachada democrática de un partido grande, autosuficiente y autoritario.
Aceptar el reto de convertirse en el arquitecto de una opción nueva que no acepta la polarización, sino se propone a romperla, es riesgoso para el CD. Pero es la única manera de mantener su dignidad, su autonomía, su razón de ser. Dirigentes históricos como Héctor Dada, Rubén Zamora, Héctor Silva, Francisco Díaz, Jorge Villacorta Juan José Martell no tienen el derecho a conformarse con salvavidas y cuotas de poder. Tienen un compromiso con el país, con la izquierda democrática. Tienen cosas que hacer, sueños a cumplir, que un Arturo Zablah y un Rodolfo Parker no pueden hacer solos, ni siquiera apoyándose en el FDR. Son el ingrediente casi indispensable de un contingente que se propone construir una alianza amplia y plural capaz de llevar al país a la alternancia que necesita.
En cambio, en alianza con el FMLN estos dirigentes simplemente se anegan. Como complemento cosmético de una maquinaria populista, ortodoxa y antidemocrática, renuncian a su responsabilidad de producir, construir, crear, liderar.
Mis amigos Zamora, Silva y Dada van a decir: Si nos aliamos con el FMLN es para asegurar que se vuelva democrático, constructivo, responsable. Pero esto, muy estimados amigos, es aun mucho más difícil, improbable y riesgoso que la otra aventura, la de ponerse a la cabeza de un proceso de acumulación y construcción de una opción independiente de los dos polos que reúna, por primera vez en el país, a los reformistas de izquierda y derecha para producir la transición.
Los únicos que tienen prisa para que los partidos de izquierda y del centro tomen decisiones --tomen partido-- son el FMLN Mauricio Funes. El resto de la oposición no tiene porque apurarse con la definición de su proyecto, sus alianzas y sus candidaturas. Si de construir una opción nueva se trata, necesitan tiempo, paciencia, trabajo de laboratorio. El FMLN trata de apurar al resto de la oposición precisamente para evitar que el resto de la posición se dedique, con tranquilidad e independencia, a explorar las posibilidades de formar una tercera opción.
Cambio Democrático, para mantener su credibilidad, tiene que ponerse claro: Si ya decidieron ir con el Frente, que lo digan y negocien las condiciones y cuotas. Si quieren ser partícipes de una tercera opción, entonces que se metan al proceso de construcción, que se vuelven protagonistas, que asuman liderazgo. El discurso de CD es correcto: Primero hay que hacer el diagnóstico de los problemas del país, después definir políticas de solución, al final definir candidaturas. Pero este discurso no tiene ningún sentido si quieren ir con el FMLN. El Frente ya quemó las tres etapas: Ya tienen diagnóstico, ya tienen programa, y ya tienen candidatos. Con el Frente no queda nada que discutir, sólo repartir cuotas. Y tampoco muchas, porque las importantes ya están distribuidas internamente.
El discurso y la metodología de CD sólo son correctas y honestas si hablan de la construcción de la tercera opción. Ahí sí todo esta abierto. Hay un hombre que se ofrece de candidato, pero no tiene cómo imponerse, no tiene cómo dictar condiciones.
Arturo Zablah tiene que tomar una decisión y esta sí urge: si está dispuesto a participar en la labor y el riesgo que implica la construcción de una opción nueva que rompe el esquema bipartidista, aun cuando es muy poco probable que puede ganar en 2009. Arturo Zablah tiene que saber --y decir-- si está dispuesto de aceptar el reto de acumular, de construir para mediano plazo. Arturo Zablah no puede pensar sólo en las elecciones presidenciales, urge que incorpore en su proyecto la necesidad de construir una fuerza legislativa suficiente fuerte, independiente y consolidada para establecer otro tipo de gobernabilidad en el país. Gobernabilidad pactada, concertada, en vez de gobernabilidad comprada e impuesta.
Una decisión parecida tienen que tomar el doctor Héctor Dada y los demás dirigentes --formales y fácticos/históricos-- de Cambio Democrático. Si piensan en el corto plazo, van a ir con el Frente. Aunque pierdan las presidenciales, por lo menos pueden negociar espacios en concejos municipales e incluso en la Asamblea. Pueden asegurar su sobrevivencia, pero al costo de su autonomía.
Si aceptan su responsabilidad como representantes de la izquierda democrática, tienen que pensar en plazos más largos. Tienen que olvidarse de los salvavidas y jugárselo todo, aceptando el reto de construir una opción de cambio diferente, un opción real de alternabilidad, aunque no a corto plazo, sino pasando por un proceso de acumulación. A la par del FMLN les puede ir medianamente bien, si son suficientemente oportunistas de conformarse con un papel de fachada democrática de un partido grande, autosuficiente y autoritario.
Aceptar el reto de convertirse en el arquitecto de una opción nueva que no acepta la polarización, sino se propone a romperla, es riesgoso para el CD. Pero es la única manera de mantener su dignidad, su autonomía, su razón de ser. Dirigentes históricos como Héctor Dada, Rubén Zamora, Héctor Silva, Francisco Díaz, Jorge Villacorta Juan José Martell no tienen el derecho a conformarse con salvavidas y cuotas de poder. Tienen un compromiso con el país, con la izquierda democrática. Tienen cosas que hacer, sueños a cumplir, que un Arturo Zablah y un Rodolfo Parker no pueden hacer solos, ni siquiera apoyándose en el FDR. Son el ingrediente casi indispensable de un contingente que se propone construir una alianza amplia y plural capaz de llevar al país a la alternancia que necesita.
En cambio, en alianza con el FMLN estos dirigentes simplemente se anegan. Como complemento cosmético de una maquinaria populista, ortodoxa y antidemocrática, renuncian a su responsabilidad de producir, construir, crear, liderar.
Mis amigos Zamora, Silva y Dada van a decir: Si nos aliamos con el FMLN es para asegurar que se vuelva democrático, constructivo, responsable. Pero esto, muy estimados amigos, es aun mucho más difícil, improbable y riesgoso que la otra aventura, la de ponerse a la cabeza de un proceso de acumulación y construcción de una opción independiente de los dos polos que reúna, por primera vez en el país, a los reformistas de izquierda y derecha para producir la transición.