De repente soy un “blogger”. Cuando iniciamos Siguiente Página, escogimos este medio por lo fácil y barato que es montar y mantener un blog, en comparación con una completa página Web. No hablar de montar un periódico digital. No teníamos la más mínima intención de entrar en una nueva subcultura, de volvernos parte de un movimiento. No teníamos ninguna pretensión de construir lo correspondiente a la democracia directa en la comunicación masiva. Sólo queríamos escribir y poner a la disposición del debate público nuestras ideas. Yo, en particular, no tuve ni tengo ni nunca voy a tener la intención de convertirme de periodista en “blogger”. Soy un periodista –en este momento sin periódico- que usa un blog para comunicarse. Así como antes usaba como medio un periódico digital sin pretender convertirme en “periodista virtual”.
En la primera semana de su existencia, a Siguiente Página le cayeron diariamente docenas de comentarios. Habíamos discutido que íbamos a filtrar los comentarios, con un criterio de sentido común: no publicar comentarios que contenían insultos, arengas partidarias, amenazas, incitación a la violencia. El problema: 90% de los comentarios recibidos no eran publicables. Alguien de nosotros tenía que pasar horas leyendo basura; alguien tenía todos los días que tomar decisiones editoriales: publicar o no publicar. Todo esto para publicar unas pocas cartas. Incluso, de las cartas publicables la mayoría no aportaba mucho al debate. No eran insultantes ni violentas, pero tampoco sustanciales.
Los comentarios a los blogs parecen la versión virtual de las llamadas a las entrevistas televisivas de la madrugada. A lo mejor son los mismos autores. Pensar que los comentarios –digitales o telefónicas- constituyen participación ciudadana y democratización de la comunicación, es absurdo. En su gran mayoría, son expresión de resentimiento, intolerancia, agresión. Entiendo perfectamente porque Nacho Castillo cerró el teléfono abierto en su programa Ocho en Punto. He estado sentado en estas entrevistas respondiendo a llamadas de gente que te atacan desde el anonimato, y de otros que confunden el medio de comunicación con la sala de un siquiatra.
Además en nuestra incursión al mundo de los blogs nos topamos con un problema que muy rápido nos llevó a la decisión de cerrar la modalidad de los comentarios a cada artículo que proveen los blogs: casi todos son anónimos o usan seudónimos. E incluso cuando son firmados con nombre y apellido, pueden ser seudónimos o nombres falsos. No hay ningún filtro técnico que impida que alguien mande un comentario y lo firme con el nombre de un personaje real. Es éticamente inadmisible publicarlos.
Cuando cerramos el canal de los comentarios, nos llegaron muchas cartas al e-mail reclamándonos que así no se valía, que estábamos violando la cultura bloguera, que esto era censura. Resulta que la posibilidad que cada lector agregue a cada “posteo” (así llaman los artículos publicados en un blog) un comentario, la posibilidad que este comentario esté lleno de violencia verbal, y la posibilidad de firmar este comentario con cualquier tipo de seudónimo, es parte integral de la “cultura bloguera”.
Entonces, en este sentido Siguiente Página no es un blog. Ni lo quiere ser. Yo no escribo “posteos”, sigo escribiendo columnas de opinión. Nuestro contorno intelectual no es el mundo de los blogs y sus comentarios anónimos, sino el debate nacional, tenga lugar en periódicos impresos en papel, en periódicos virtuales, en radio o televisión, en blogs o en eventos públicos, pero de personas reales que ponen su cara y su nombre.
No estamos publicando en un blog porque sentimos que estén agotados los medios de comunicación. No estamos usando el medio del blog porque queramos sustituir el lenguaje periodístico por otro más personal. Yo siempre he tratado de usar un lenguaje personal en mi labor periodística, independiente del carácter técnico del medio que uso para publicar.
Mucha gente piensa que el Internet, con sus inmensas posibilidades de comunicación directa y del acceso ilimitado, es la alternativa al periodismo. Algunos incluso piensan que es más democrático, ya que elimina la mediación del medio. Cada uno pone al Internet su información, cada uno la puede bajar. Igual con la opinión.
Esta es una gran paja. El Internet, las miles de páginas Web y blogs que son manejados por organizaciones, partidos, empresas o individuos y contienen toda clase de información - todo esto es una maravilla. Pero no sustituye el papel que juega el periodismo. El periodismo como medio entre la infinidad de información y el receptor sigue siendo indispensable. Precisamente la multiplicación infinita de las fuentes de información en el Internet hace indispensable la labor mediática, investigativa, interpretativa, seleccionadora, analítica y opinativa del los periodistas profesionales.
El hecho que los medios impresos posiblemente se verán desplazados por medios digitales, no contradice esta afirmación. Aunque se vuelvan digitales, siguen siendo medios. No es el acceso inmediato del ciudadano a la información, no es el “periodismo ciudadano”, no son los millones de blogs que van a sustituir el periódico tradicional, sino su versión digital pero no menos profesional. Todo esto es complemento –a lo mejor complemento necesario y enriquecedor- al periodismo, al reporteo, a la columna periodística, a la mediación del medio, pero no los puede sustituir.
Nicholas Lemann, decano de la escuela de periodismo de la Columbia University en New York y ex-reportero del New Yorker y del Washington Post, fue entrevistado sobre esta problemática por el periódico alemán Sueddeutsche Zeitung. Le preguntaron: “En el Internet hoy cualquiera puede ser periodista. Hay una propagación de páginas Web del llamado periodismo ciudadano (citizen journalism). ¿Aun necesitamos periodistas profesionales?”
Nicholas Leman contesta: “Depende de qué entendemos de periodismo. Lo que el mundo necesita, sin duda, son reporteros profesionales. Para investigar y escribir reportajes tal vez no sea indispensable un entrenamiento formal, pero si se necesita tiempo. Y tiempo cuesta dinero. Reporteros pasan días enteros buscando facts, y esto constituye un valor social muy valioso. Este trabajo no se hace mandando un par de e-mails.”
Pregunta: “¿Está en peligro el periodismo de calidad?”
Nicholas Leman: “No, no lo creo. En vez del término periodismo de calidad, prefiero el término reporteo. En este sentido existe una élite del periodismo investigativo que más o menos es inmune a las fuerzas del mercado.”
Quiero creer esto. . Los periodistas tenemos que trabajar para que esto sea cierto. Esta inmunidad hay que conquistarla, el mercado no la concede voluntariamente.
Estas son mis reflexiones para el día del periodista. ¡Felicidades, colegas periodistas!
En la primera semana de su existencia, a Siguiente Página le cayeron diariamente docenas de comentarios. Habíamos discutido que íbamos a filtrar los comentarios, con un criterio de sentido común: no publicar comentarios que contenían insultos, arengas partidarias, amenazas, incitación a la violencia. El problema: 90% de los comentarios recibidos no eran publicables. Alguien de nosotros tenía que pasar horas leyendo basura; alguien tenía todos los días que tomar decisiones editoriales: publicar o no publicar. Todo esto para publicar unas pocas cartas. Incluso, de las cartas publicables la mayoría no aportaba mucho al debate. No eran insultantes ni violentas, pero tampoco sustanciales.
Los comentarios a los blogs parecen la versión virtual de las llamadas a las entrevistas televisivas de la madrugada. A lo mejor son los mismos autores. Pensar que los comentarios –digitales o telefónicas- constituyen participación ciudadana y democratización de la comunicación, es absurdo. En su gran mayoría, son expresión de resentimiento, intolerancia, agresión. Entiendo perfectamente porque Nacho Castillo cerró el teléfono abierto en su programa Ocho en Punto. He estado sentado en estas entrevistas respondiendo a llamadas de gente que te atacan desde el anonimato, y de otros que confunden el medio de comunicación con la sala de un siquiatra.
Además en nuestra incursión al mundo de los blogs nos topamos con un problema que muy rápido nos llevó a la decisión de cerrar la modalidad de los comentarios a cada artículo que proveen los blogs: casi todos son anónimos o usan seudónimos. E incluso cuando son firmados con nombre y apellido, pueden ser seudónimos o nombres falsos. No hay ningún filtro técnico que impida que alguien mande un comentario y lo firme con el nombre de un personaje real. Es éticamente inadmisible publicarlos.
Cuando cerramos el canal de los comentarios, nos llegaron muchas cartas al e-mail reclamándonos que así no se valía, que estábamos violando la cultura bloguera, que esto era censura. Resulta que la posibilidad que cada lector agregue a cada “posteo” (así llaman los artículos publicados en un blog) un comentario, la posibilidad que este comentario esté lleno de violencia verbal, y la posibilidad de firmar este comentario con cualquier tipo de seudónimo, es parte integral de la “cultura bloguera”.
Entonces, en este sentido Siguiente Página no es un blog. Ni lo quiere ser. Yo no escribo “posteos”, sigo escribiendo columnas de opinión. Nuestro contorno intelectual no es el mundo de los blogs y sus comentarios anónimos, sino el debate nacional, tenga lugar en periódicos impresos en papel, en periódicos virtuales, en radio o televisión, en blogs o en eventos públicos, pero de personas reales que ponen su cara y su nombre.
No estamos publicando en un blog porque sentimos que estén agotados los medios de comunicación. No estamos usando el medio del blog porque queramos sustituir el lenguaje periodístico por otro más personal. Yo siempre he tratado de usar un lenguaje personal en mi labor periodística, independiente del carácter técnico del medio que uso para publicar.
Mucha gente piensa que el Internet, con sus inmensas posibilidades de comunicación directa y del acceso ilimitado, es la alternativa al periodismo. Algunos incluso piensan que es más democrático, ya que elimina la mediación del medio. Cada uno pone al Internet su información, cada uno la puede bajar. Igual con la opinión.
Esta es una gran paja. El Internet, las miles de páginas Web y blogs que son manejados por organizaciones, partidos, empresas o individuos y contienen toda clase de información - todo esto es una maravilla. Pero no sustituye el papel que juega el periodismo. El periodismo como medio entre la infinidad de información y el receptor sigue siendo indispensable. Precisamente la multiplicación infinita de las fuentes de información en el Internet hace indispensable la labor mediática, investigativa, interpretativa, seleccionadora, analítica y opinativa del los periodistas profesionales.
El hecho que los medios impresos posiblemente se verán desplazados por medios digitales, no contradice esta afirmación. Aunque se vuelvan digitales, siguen siendo medios. No es el acceso inmediato del ciudadano a la información, no es el “periodismo ciudadano”, no son los millones de blogs que van a sustituir el periódico tradicional, sino su versión digital pero no menos profesional. Todo esto es complemento –a lo mejor complemento necesario y enriquecedor- al periodismo, al reporteo, a la columna periodística, a la mediación del medio, pero no los puede sustituir.
Nicholas Lemann, decano de la escuela de periodismo de la Columbia University en New York y ex-reportero del New Yorker y del Washington Post, fue entrevistado sobre esta problemática por el periódico alemán Sueddeutsche Zeitung. Le preguntaron: “En el Internet hoy cualquiera puede ser periodista. Hay una propagación de páginas Web del llamado periodismo ciudadano (citizen journalism). ¿Aun necesitamos periodistas profesionales?”
Nicholas Leman contesta: “Depende de qué entendemos de periodismo. Lo que el mundo necesita, sin duda, son reporteros profesionales. Para investigar y escribir reportajes tal vez no sea indispensable un entrenamiento formal, pero si se necesita tiempo. Y tiempo cuesta dinero. Reporteros pasan días enteros buscando facts, y esto constituye un valor social muy valioso. Este trabajo no se hace mandando un par de e-mails.”
Pregunta: “¿Está en peligro el periodismo de calidad?”
Nicholas Leman: “No, no lo creo. En vez del término periodismo de calidad, prefiero el término reporteo. En este sentido existe una élite del periodismo investigativo que más o menos es inmune a las fuerzas del mercado.”
Quiero creer esto. . Los periodistas tenemos que trabajar para que esto sea cierto. Esta inmunidad hay que conquistarla, el mercado no la concede voluntariamente.
Estas son mis reflexiones para el día del periodista. ¡Felicidades, colegas periodistas!