Hay un espectáculo programado para los próximos meses. Tiene todos los ingredientes para tener éxito popular: Es morboso, es vulgar, tiene un damo de mala reputación buscando esposa, y tiene dos pretendientes pobres -pero de buena familia- buscando fortuna. Una telenovela que inyecta dramatismo al aburrido escenario partidario. Se llama ¿En qué cama termina Will Salgado?
Aparte de su historial comprobado de acostarse (políticamente hablando, porque su vida sexual no me interesa) con cualquiera que le pueda asegurar protección e impunidad; está su presunta vinculación con la Sombra Negra; su colección de calaveras, según él mismo, procedentes de masacres cometidos por su ídolo y comandante Domingo Monterrosa; están sus exabruptos contra sus respectivas familias políticas; su conversión sorprendente de logístico del batallón Arce a dueño de una cadena de electrodomésticos; su estilo egocéntrico y autocrático de gobernar su feudo San Miguel; su discurso de populismo vulgar y resentido... Más que suficientes razones para cualquier persona o partido decente a ver con satisfacción que Will Salgado -después de haberse peleado con el PDC, luego con ARENA y ahora con el PCN- al fin se ha quedado sin opciones, sin partido trampolín para lograr sus aspiraciones de convertirse en candidato presidencial y así estar en posición de negociar –con quienes haya que negociar- su inmunidad definitiva contra cualquier investigación de la Corte de Cuantas o de la Fiscalía General.
Sin embargo, Will Salgado tiene algo que ofrecer que hace que por lo menos dos partidos -el FDR y el PDC- se apunten para servirle de trampolín. Tiene que ofrecer un caudal de votos seguros en San Miguel y Oriente, y otro caudal -aun un poco especulativo- a nivel nacional. Aunque sea solamente el caudal de voto que Salgado tiene seguro en Oriente, parece suficiente atractivo, tanto para el PDC como para el FDR, para sacrificar sus principios y sus aspiraciones democráticas.
Los votos que ofrece Salgado, para el FDR pueden marcar la diferencia entre ser y no ser. Al PDC pueden permitir desplazar al PCN como tercera fuerza.
Supongamos que matemáticamente esta ecuación funcione y Will Salgado, vistiéndose a él, su familia, sus amigotes y todo el patrimonio municipal de San Miguel de verde del PDC o de amarillo del FDR, realmente entregue su caudal de votos a su nueva novia – aunque esto tampoco es tan seguro. ¿Pero funciona políticamente? ¿Cuál seria -aparte de la sobrevivencia electoral y el cheque de la deuda política- la ganancia para el partido que se case con Will Salgado?
En ambos casos -sea el PDC o sea el FDR el cazafortuna exitoso y se quede con Will Salgado- significa la bancarrota política. Si la única forma de crecer es buscar votos con Will Salgado, quiere decir que no hay sustancia propia, significa que ni los líderes de estos partidos creen en la validez de su propio concepto. Significa que las personas decentes que han logrado vincular a la política, al rato se apartarán o se verán desplazados por los adeptos del populismo.
Broma aparte. Detrás de mis palabras sarcásticas hay una seria preocupación por el futuro de dos partidos que, cada una de su manera, tienen papeles a jugar y responsabilidades a asumir, si alguna vez queremos salir del secuestro en que los dos partidos grandes -ARENA y el FMLN- mantienen al sistema político y al Estado.
El PDC, bajo la dirección de Rodolfo Parker, ha hecho un trabajo exitoso de reconstruir un partido éticamente quebrado y desacreditado por los pescados tradicionales. La receta ha sido valiosa: vincularse con liderazgos locales y sectoriales creíbles y construir alrededor de ellos. Parker ha logrado juntar en el nuevo PDC a gente de izquierda de gran prestigio y reconocida capacidad como Orlando Mena y Ana Guadalupe Martínez con empresarios y con genuinos líderes locales que no funcionan en base a ideología sino en base a necesidades de la comunidad. De esta manera han logrado un trabajo municipal sólido, con alcaldías importantes como Santa Ana, La Libertad, La Unión, Gotera. Sobre esto habría que construir, con paciencia y creatividad, un poder que va transversal a la polarización ideológica que los partidos ARENA y FMLN imponen al país. Esta es la función -y la oportunidad histórica- del PDC. Esta oportunidad la está poniendo en riesgo el PDC si cae ante la tentación de acelerar artificialmente su crecimiento electoral fichando a Will Salgado.
El futuro del PDC está en lo que están construyendo sus alcaldes Orlando Mena en Santa Ana y Carlos Molina en La Libertad, no en la alcaldía autocrática, personalista, clientelista de San Miguel que ofrece llevar Will Salgado como ajuar a la boda con el PDC. Y estas dos cosas no son compatibles. Con el discurso del populismo resentido, con la ideología del todo se vale, con la política del más vivo, cuyo máximo representante es Will Salgado, no se puede restablecer los valores en la política, recuperar la confianza del ciudadano en la política, enfrentarse al cinismo del poder que ejercen los partidos grandes.
Peor la contradicción en el caso del FDR. Imagínense, un partido de izquierda que por miedo al FMLN y conciente de su propia incapacidad quiere conseguir prestado la base social de Will Salgado, que no es otra cosa que la derecha resentida, los machistas buscando caudillos, los perdedores de la modernización, los que suenan con hombres fuertes que proceden a la limpieza social... Los dirigentes del FDR, desesperados porque las bases de la izquierda no les hacen caso y no abandonan al FMLN; porque la izquierda fuera del FMLN tampoco se incorpora a un partido con nombre de fantasma histórico y con programa ambiguo; y porque las clases medias y los medianos empresarios obviamente tampoco les hacen caso a un partido que no representa a nadie, quieren aprovecharse de Will Salgado, sabiendo que es el único que en este momento puede evitar que todos los votos de castigo al gobierno, los votos anti-ARENA, los votos de los resentidos, frustrados, los votos de los perdedores de la modernización y de los miedosos de la globalización, automáticamente caigan al FMLN.
Puede funcionar. Con Will Salgado el FDR podría establecerse en el mapa político, aunque temporalmente (hasta que se cambie de camiseta Will Salgado), con votos prestados. Con Will Salgado y toda esta paja de los “líderes por el cambio” el FDR puede sobrevivir sus primeras elecciones, pero muere como izquierda. Lo más probable es que un FDR artificialmente crecido, pero que no dispone de una base social propia, se convierta en el PCN del FMLN. ¿Qué otra cosa esperar de un partido que está esperando una de dos cosas: que el FMLN le ofrezca una alianza en términos que permiten regresar al Frente dignamente, o que Will Salgado se decida ser el candidato del FDR? ¿O será que en el fondo estén esperando que pasen las dos cosas al mismo tiempo: fichar a Will Salgado y con este liderazgo por el cambio convertirse en un socio más interesante para el FMLN? ¿Y así repartirse los dos frentes felizmente a todos los votos de castigo al gobierno?
Curioso lo que hace el éxito de un Salgado a los oportunistas: En el PDC despierta el sueño de convertirse en el verdadero PCN, y en el FDR el sueño de convertirse en el PCN del FMLN. Vaya ironía. Lo que significa que en el fondo, si no fuera por los celos de Ciro Cruz Zepeda y por un error grave de análisis de ARENA, Will Salgado estaba bien en el PCN y el PCN estaba muy bien con Will Salgado. El error de ARENA es ver a Will Salgado como amenaza, como peligro de división de los votos de la derecha. Este miedo ha llevado a ARENA a no ver que Will Salgado, como candidato del PCN, no hubiera dividido el voto de derecha. Hubiera dividido el voto de castigo a ARENA. Hubiera quitado al FMLN una buena parte de este voto creciente de protesta contra ARENA.
Entre imaginarme a Will Salgado como heredero de Napoleón Duarte o como heredero de Memo Ungo, mejor de Duarte. Duarte ha aguantado en su círculo de poder a figuras como el Fito Rey y Guillermo Lacayo, tal vez aguante a un nieto político Will Salgado. Pero el rufián migueleño reivindicando la memoria de Juan Chacón, Quique Álvarez Córdova y Memo Ungo sería un chiste de muy mal gusto. Teóricamente Salgado debería haberse convertido en el príncipe heredero del PCN, manteniendo y cultivando la función de este partido de cuchumbo para retener a las bases y los votos de derecha cuando se frustran con el gobierno.
Un error de la derecha con serias consecuencias. Pero sólo si uno de los partidos PDC o FDR le agarran la pelota en este juego macabro en que se está convirtiendo la política partidaria salvadoreña. Todavía Rodolfo Parker y Julio Hernández tienen otra opción: simplemente dejar a Will Salgado donde pertenece: afuera.
Aparte de su historial comprobado de acostarse (políticamente hablando, porque su vida sexual no me interesa) con cualquiera que le pueda asegurar protección e impunidad; está su presunta vinculación con la Sombra Negra; su colección de calaveras, según él mismo, procedentes de masacres cometidos por su ídolo y comandante Domingo Monterrosa; están sus exabruptos contra sus respectivas familias políticas; su conversión sorprendente de logístico del batallón Arce a dueño de una cadena de electrodomésticos; su estilo egocéntrico y autocrático de gobernar su feudo San Miguel; su discurso de populismo vulgar y resentido... Más que suficientes razones para cualquier persona o partido decente a ver con satisfacción que Will Salgado -después de haberse peleado con el PDC, luego con ARENA y ahora con el PCN- al fin se ha quedado sin opciones, sin partido trampolín para lograr sus aspiraciones de convertirse en candidato presidencial y así estar en posición de negociar –con quienes haya que negociar- su inmunidad definitiva contra cualquier investigación de la Corte de Cuantas o de la Fiscalía General.
Sin embargo, Will Salgado tiene algo que ofrecer que hace que por lo menos dos partidos -el FDR y el PDC- se apunten para servirle de trampolín. Tiene que ofrecer un caudal de votos seguros en San Miguel y Oriente, y otro caudal -aun un poco especulativo- a nivel nacional. Aunque sea solamente el caudal de voto que Salgado tiene seguro en Oriente, parece suficiente atractivo, tanto para el PDC como para el FDR, para sacrificar sus principios y sus aspiraciones democráticas.
Los votos que ofrece Salgado, para el FDR pueden marcar la diferencia entre ser y no ser. Al PDC pueden permitir desplazar al PCN como tercera fuerza.
Supongamos que matemáticamente esta ecuación funcione y Will Salgado, vistiéndose a él, su familia, sus amigotes y todo el patrimonio municipal de San Miguel de verde del PDC o de amarillo del FDR, realmente entregue su caudal de votos a su nueva novia – aunque esto tampoco es tan seguro. ¿Pero funciona políticamente? ¿Cuál seria -aparte de la sobrevivencia electoral y el cheque de la deuda política- la ganancia para el partido que se case con Will Salgado?
En ambos casos -sea el PDC o sea el FDR el cazafortuna exitoso y se quede con Will Salgado- significa la bancarrota política. Si la única forma de crecer es buscar votos con Will Salgado, quiere decir que no hay sustancia propia, significa que ni los líderes de estos partidos creen en la validez de su propio concepto. Significa que las personas decentes que han logrado vincular a la política, al rato se apartarán o se verán desplazados por los adeptos del populismo.
Broma aparte. Detrás de mis palabras sarcásticas hay una seria preocupación por el futuro de dos partidos que, cada una de su manera, tienen papeles a jugar y responsabilidades a asumir, si alguna vez queremos salir del secuestro en que los dos partidos grandes -ARENA y el FMLN- mantienen al sistema político y al Estado.
El PDC, bajo la dirección de Rodolfo Parker, ha hecho un trabajo exitoso de reconstruir un partido éticamente quebrado y desacreditado por los pescados tradicionales. La receta ha sido valiosa: vincularse con liderazgos locales y sectoriales creíbles y construir alrededor de ellos. Parker ha logrado juntar en el nuevo PDC a gente de izquierda de gran prestigio y reconocida capacidad como Orlando Mena y Ana Guadalupe Martínez con empresarios y con genuinos líderes locales que no funcionan en base a ideología sino en base a necesidades de la comunidad. De esta manera han logrado un trabajo municipal sólido, con alcaldías importantes como Santa Ana, La Libertad, La Unión, Gotera. Sobre esto habría que construir, con paciencia y creatividad, un poder que va transversal a la polarización ideológica que los partidos ARENA y FMLN imponen al país. Esta es la función -y la oportunidad histórica- del PDC. Esta oportunidad la está poniendo en riesgo el PDC si cae ante la tentación de acelerar artificialmente su crecimiento electoral fichando a Will Salgado.
El futuro del PDC está en lo que están construyendo sus alcaldes Orlando Mena en Santa Ana y Carlos Molina en La Libertad, no en la alcaldía autocrática, personalista, clientelista de San Miguel que ofrece llevar Will Salgado como ajuar a la boda con el PDC. Y estas dos cosas no son compatibles. Con el discurso del populismo resentido, con la ideología del todo se vale, con la política del más vivo, cuyo máximo representante es Will Salgado, no se puede restablecer los valores en la política, recuperar la confianza del ciudadano en la política, enfrentarse al cinismo del poder que ejercen los partidos grandes.
Peor la contradicción en el caso del FDR. Imagínense, un partido de izquierda que por miedo al FMLN y conciente de su propia incapacidad quiere conseguir prestado la base social de Will Salgado, que no es otra cosa que la derecha resentida, los machistas buscando caudillos, los perdedores de la modernización, los que suenan con hombres fuertes que proceden a la limpieza social... Los dirigentes del FDR, desesperados porque las bases de la izquierda no les hacen caso y no abandonan al FMLN; porque la izquierda fuera del FMLN tampoco se incorpora a un partido con nombre de fantasma histórico y con programa ambiguo; y porque las clases medias y los medianos empresarios obviamente tampoco les hacen caso a un partido que no representa a nadie, quieren aprovecharse de Will Salgado, sabiendo que es el único que en este momento puede evitar que todos los votos de castigo al gobierno, los votos anti-ARENA, los votos de los resentidos, frustrados, los votos de los perdedores de la modernización y de los miedosos de la globalización, automáticamente caigan al FMLN.
Puede funcionar. Con Will Salgado el FDR podría establecerse en el mapa político, aunque temporalmente (hasta que se cambie de camiseta Will Salgado), con votos prestados. Con Will Salgado y toda esta paja de los “líderes por el cambio” el FDR puede sobrevivir sus primeras elecciones, pero muere como izquierda. Lo más probable es que un FDR artificialmente crecido, pero que no dispone de una base social propia, se convierta en el PCN del FMLN. ¿Qué otra cosa esperar de un partido que está esperando una de dos cosas: que el FMLN le ofrezca una alianza en términos que permiten regresar al Frente dignamente, o que Will Salgado se decida ser el candidato del FDR? ¿O será que en el fondo estén esperando que pasen las dos cosas al mismo tiempo: fichar a Will Salgado y con este liderazgo por el cambio convertirse en un socio más interesante para el FMLN? ¿Y así repartirse los dos frentes felizmente a todos los votos de castigo al gobierno?
Curioso lo que hace el éxito de un Salgado a los oportunistas: En el PDC despierta el sueño de convertirse en el verdadero PCN, y en el FDR el sueño de convertirse en el PCN del FMLN. Vaya ironía. Lo que significa que en el fondo, si no fuera por los celos de Ciro Cruz Zepeda y por un error grave de análisis de ARENA, Will Salgado estaba bien en el PCN y el PCN estaba muy bien con Will Salgado. El error de ARENA es ver a Will Salgado como amenaza, como peligro de división de los votos de la derecha. Este miedo ha llevado a ARENA a no ver que Will Salgado, como candidato del PCN, no hubiera dividido el voto de derecha. Hubiera dividido el voto de castigo a ARENA. Hubiera quitado al FMLN una buena parte de este voto creciente de protesta contra ARENA.
Entre imaginarme a Will Salgado como heredero de Napoleón Duarte o como heredero de Memo Ungo, mejor de Duarte. Duarte ha aguantado en su círculo de poder a figuras como el Fito Rey y Guillermo Lacayo, tal vez aguante a un nieto político Will Salgado. Pero el rufián migueleño reivindicando la memoria de Juan Chacón, Quique Álvarez Córdova y Memo Ungo sería un chiste de muy mal gusto. Teóricamente Salgado debería haberse convertido en el príncipe heredero del PCN, manteniendo y cultivando la función de este partido de cuchumbo para retener a las bases y los votos de derecha cuando se frustran con el gobierno.
Un error de la derecha con serias consecuencias. Pero sólo si uno de los partidos PDC o FDR le agarran la pelota en este juego macabro en que se está convirtiendo la política partidaria salvadoreña. Todavía Rodolfo Parker y Julio Hernández tienen otra opción: simplemente dejar a Will Salgado donde pertenece: afuera.