sábado, 9 de mayo de 2020

Confianza y responsabilidad cívica en vez de imposición y represión. Columna Transversal de Paolo Luers

Publicado en DIARIO DE HOY, Domingo 10 de mayo 2020


A muchos les ha llamado la atención que varios de los países que mejor supieron manejar la crisis del coronavirus están siendo gobernados por mujeres. El ejemplo más citado es Alemania, gobernada por Angela Merkel, pero no menos éxito han tenido Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, Sanna Marin en Finlandia, Erna Sulberg en Noruega, y Mette Frederiksen, de Dinamarca. Los mejores resultados en el enfrentamiento a la epidemia los han tenido Islandia, cuya primera ministra se llama Katrin Jakobsdóttir, y Taiwán con su jefa del gobierno Tsai Ing-wen. Todos estos países no solamente han logrado cifras de contagio y muerte por el COVID-19 muy debajo de sus países vecinos, sino también han ahorrado a sus países buena parte de los costos económicos y sociales que el resto del mundo esta pagando.
¿Estaremos ante la prueba de que las mujeres son mejores gobernantes? Muchos han comentado este fenómeno de las jefas de gobierno exitosas de esta manera un poco simplista. Yo considero más bien que la cosa es al revés: hay países que han logrado democracias más maduras, con cohesión social solida y una cultura avanzada de debate, respeto al disenso y construcción de consenso. Estos son los países que mejor han sabido responder a la epidemia, porque cuentan con una ciudadanía que no necesita ni imposiciones, ni paternalismo, ni populismo, ni mucho menos represión para actuar responsablemente en tiempo de crisis. Y son estas mismas cualidades cívicas de la población de estos países las que explican que mujeres han podido llegar a conducirlos.
Si es así, se explica también que Costa Rica, que ya tuvo una mujer en Casa Presidencial, supo enfrentarse a la epidemia sin divisiones políticas, sin ruptura de la constitucionalidad, sin que el gobierno tuviera que recurrir a imposiciones y represiones. Aunque políticamente Costa Rica está bastante fracturada, en esta crisis existe una relación de confianza entre el gobierno, el pueblo y todas las fuerzas políticas.
En cambio, en El Salvador la epidemia, lejos de unirnos, ha provocado políticas y comportamientos del gobierno altamente polarizantes y a recurrir a métodos represivos con violaciones a DDHH para imponer sus medidas sanitarias. No tenemos conocimiento de ningún país, ni siquiera de autocracias como Rusia, Turquía, Hungría donde el gobierno haya creado centros de cuarentena para internar a ciudadanos que no cumplen con las medidas sanitarios. Si en El Salvador con sus 6 millones de habitantes el gobierno tiene necesidad de privar de libertad a 5 mil ciudadanos para imponer su política de cuarentena domiciliar obligatoria, esas políticas obviamente son erróneas.
Para ver la dimensión de este problema proyectemos estas cifras de detenciones a otros países. Para tener el mismo grado de represión, un país como Taiwán con 23 millones de habitantes tendría que tener campos de concentración para retener 18 mil habitantes. Sin embargo, ni Taiwán, ni Costa Rica, ni Alemania, ni los países nórdicos recurren a estos métodos represivos.
Si arriba dije que todo depende del grado de madurez cívica y democrática de un pueblo, esto no debe servir de excusa para las prácticas antidemocráticas y autoritarias de un gobierno. Es chocante el discurso del presidente Bukele justificando sus medidas represivas con la falta de compresión de disciplina de la población. En cada sociedad existen tendencias democráticas y emancipativas a la par de otras que buscan acomodarse al paternalismo del Estado y supeditarse a gobernantes autoritarios. Las dos tendencias pueden existir incluso dentro de una sola persona. Depende de los gobernantes a cuál tendencia quiere apostar. Depende también de la voluntad de los gobernantes de respetar las instituciones democráticas y sus diferentes roles en una República.
No conozco bien los sistemas institucionales y los sistemas políticos en todos los países que he citado como ejemplos positivos, pero si puedo hablar de Alemania. La Sra. Merkel, como jefa de gobierno federal, no podría tomar decisiones unilaterales sobre cómo enfrentar la epidemia, dictar decretos, ordenar cierres de fabricas, etc. No solo tiene que ponerse de acuerdo con su socio en la coalición gobernante, los Social Demócratas, sino también con los primeros ministros de los 16 Estados que componen la República Federal de Alemania. Cualquier actitud autocrática y abuso de poder de ella la haría fracasar; está condenada a construir consensos, y su comprobada habilidad en ese campo es la receta de su éxito.
Además, en países como Alemania y sus vecinos nórdicos (y me imagino que también en Taiwán, Corea del Sur o Nueva Zelandia), los profesionales, los científicos y los institutos de investigación tienen un prestigio tan grande que ningún gobierno puede darse el lujo de no tomarlos en cuenta a la hora de enfrentar situaciones de crisis, tanto de salud como económicas.
Cualquiera haga las comparaciones con El Salvador y saque sus conclusiones.