Según informó Arístides Perla,
el apoderado legal de La Prensa Gráfica, para publicar las clonaciones
de este periódico contrataron dominios falsos en compañías
internacionales que otorgan las direcciones en Internet.
Es
una operación simple, como me explican amigos que se dedican al
honorable oficio de crear paginas WEB: Via Internet uno se comunica con
uno de los proveedores, llena un formulario on-line con sus datos
personales o de su empresa, y al final pone el número de su tarjeta de
crédito. Y este dato, como es esencial para que te cobren, es el único
importante y verficable. Con tal que pongas una tarjeta que funciona,
puedes ponerte como nombre Vladimir Putin, Santa Claus… o Paolo Luers,
siempre con sus respectivas direcciones, números de teléfono, etc. Lo
único que verifican es tu tarjeta…
Para
luego investigar quién realmente compró el dominio, la única forma es
por la huella del pisto: averiguar de quién es la tarjeta de crédito con
la cual se pagó. Y precisamente esto es lo que la Fiscalía, una vez que
abrió la investigación formal por presión de La Prensa Gráfica, tuvo
que haber hecho, solicitando apoyo a otros países. Y allí encontrarán a
la persona que contrató el dominio para el fraude cibernético. Y no soy
yo. A mi me pusieron para despistar. Pero no voy a bailar en esta fiesta
de disfraces.
Más
bien voy a hacer caso al proverbio chino que dice: “Sentate en la
orilla del río y verás pasar flotando los cadáveres de tus enemigos…”
Es
una cuestión de paciencia. Al rato la fiscalía va a recibir los
informes internacionales con sus peritajes de los dominios de Internet
usadas en la operación contra La Prensa Gráfica, y entonces sabremos
quienes son los chistosos que pagaron por un dominio registrado a nombre
de Paolo Luers para publicar ediciones clonadas y así fregar a sus
enemigos que tanto odian: los medios de comunicación independientes y
críticos.
Muy
chistositos pueden aparecer los payasos, pero el último en reirse seré
yo, sentado bien galán en la orilla del rio, viendo en las noticias las
caras de los personajes de la vida pública quienes cobardemente usaron a
un pobre técnico que ahora agarraron como chivo expiatorio - y quienes
usaron también mi nombre para despistar. Al final van a salir del
anonimato y de la impunidad.
Recuérdense, payasos falsos: Quien ríe de último ríe mejor. Saludos,
(Mas!/El Diario de Hoy)