lunes, 26 de octubre de 2015

Carta al Secretario de las Apariencias

Estimado Marcos Rodríguez:
Nuestro amigo común de aquellos tiempos (mucho antes que te metiste en el gobierno), Roberto Rubio, a quien vos retiraste la amistad cuando comenzó a criticar tu papel en Casa Presidencial, en su última columna llamó a tu institución “Secretaría de las Apariencias”. Me parece genial, casi tan bueno como la “Secretaría de Intrusión Social” que yo me inventé cuando Vanda Pignato quería prohibir las cachiporristas. Ni modo, te va a quedar el apodo…

Te diste cuenta que yo salí a la defensa, cuando de repente te estaban acusando de nepotismo, por el hecho que tu esposa y tu hija trabajan en asuntos del Ministerio de Salud. No en defensa tuya, sino en defensa de un principio: No se vale condenar a nadie, mientras no esté comprobado su pecado. En este caso: Si tu hija y tu esposa tienen los credenciales profesionales para los cargos que desempeñan, y si están en áreas del gobierno donde vos no tenés capacidad de decisión, no veo ningún problema de nepotismo… Además sostengo: Hay tanta cosa que criticar a Marcos que no veo ningún sentido inventar pecados y además meter a su familia…

Hubiera querido que vos, como titular de una institución que lleva en su membrete la palabra “transparencia”, hubieras actuado de esta forma cuando tu jefe de entonces (Mauricio Funes, quien te llevó a CAPRES) y otros funcionarios como Irving Tochez, entonces presidente de la CEL, hablaron de nepotismo para descalificar a José Antonio Rodríguez Rivas. Toño fue presidente de LaGeo cuando se originó la sociedad con ENEL, la que luego llevó a los gobiernos de Saca, Funes y Sánchez Cerén a hacer demandas grotescas contra los italianos de ENEL y contra un grupo de funcionarios que en este tiempo dirigieron la CEL y LaGeo. De paso sea dicho que perdieron en todos los tribunales internaciones y nacionales. Toño fue uno de los acusados, contra los cuales el presidente Funes arremetía semanalmente en su programa radial. Una de las acusaciones mediáticas fue que el hecho que era sobrino de la esposa de Paco Flores. ¡Nepotismo! Fue el grito de batalla de todos los allegados a Funes, y nadie, ni el Secretario de Transparencia, se tomó la molesta de aclarar que el ingeniero José Antonio Rodríguez fue nombrado director de LaGeo en 1995, 4 años antes que Francisco Flores, llegara a la Presidencia.

Con la misma falacia que ahora te acusan a vos, se podía decir: Pero en 1995, cuando Rodríguez Rivas fue nombrado en LaGeo, Flores ya era diputado y tenía influencias… Lo absurdo es que en todo este pleito pasó totalmente desapercibido que José Antonio Rodríguez es tal vez el experto más destacado de El Salvador en materia de políticas energéticas. También en el caso actual, es un insulto a tu esposa y tu hija, no a vos.

¿Por qué te callaste cuando desde el interior de tu partido y gobierno estaban hablando de nepotismo cuando tan obviamente no tenía caso? Y ahí ya tenemos el dedo sobre tu verdadero pecado: Vos convertiste el servicio público en escenario de batalla partidaria. Todo lo que vos tocás se convierte en parte de una incesante lucha ideológica y partidaria. Y la institución que te encargaron construir y dirigir, es espejo de esto. Esto no es justo con asuntos tan importantes para la democracia como la transparencia y la participación ciudadana, que son las dos áreas de acción de tu secretaría.

Expresión más fiel de tu función como Secretario de Transparencia es la publicación “Transparencia Activa”,  y es un medio de combate partidario y de propaganda.

Expresión más fiel de tu función como Secretario de Participación son los eventos “Gobernando con la Gente”, “Feria del Buen Vivir” y “Casa Abierta” en la residencia presidencial, y todos son instrumentos de propaganda partidaria, sábado a sábado…

Y ahora la guerra sin cuartel que declaraste a Ana Vilma de Escobar, la que le llevó a cometer el error de demandarte por calumnia. Yo no creo en este tipo de demandas, pero entiendo que algo tuvo que hacer ante tanto acoso por parte tuya.

No soy el primero que te pide la renuncia, Marcos, y no seré el último. Podrás seguir haciendo lo mismo que tanto te gusta hacer: propaganda, desinformación, guerra sicológica… pero hazlo desde la trinchera del partido, no del Estado.

Saludos,